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Nutrición bovina eficiente: con maíz húmedo aplastado, se eleva la calidad carnicera

Fuente: Infocampo 16/09/2025 12:42:44 hs

De acuerdo con un informe del INTA Anguil, utilizar granos procesados en la alimentación de los bovinos permite aumentar el área de ojo de bife y reducir la grasa dorsal, entre otros beneficios productivos.

Durante una jornada de actualización técnica organizada por la zona Córdoba Norte de CREAAníbal Pordomingo, investigador de INTA Anguil, presentó resultados recientes de ensayos que muestran cómo el procesamiento de los granos influye en la eficiencia de los sistemas de engorde en ganadería.

De acuerdo con la bibliografía y datos del INTA Anguil, entre el 10 y el 30% de la eficiencia de conversión en bovinos se explica por la dieta. La información fue compartida por la plataforma de Contenidos CREA. 

En este sentido, Pordomingo presentó resultados de ensayos realizados para medir el impacto del procesamiento de los granos sobre la ganancia de peso y la calidad carnicera de los animales. Además, destacó las otras claves para lograr un engorde eficiente, desde la cría hasta el corral.

Según afirmó, el procesamiento de los granos en la dieta de engorde resulta un factor crítico en la eficiencia de conversión, en la calidad de la carne y en la rentabilidad de los sistemas.

El maíz húmedo aplastado ofrece ventajas tanto productivas como de calidad, y refuerza la importancia de ajustar las dietas a los plazos y objetivos de cada sistema de terminación.

ATRIBUTOS DESTACADOS

En uno de los estudios presentados se compararon distintas formas de maíz: entero seco, aplastado seco, húmedo entero y húmedo aplastado.

Tras 180 días de engorde, las dietas con grano húmedo procesado permitieron ganancias de peso promedio de 1,31 kg/día, frente a valores de 1,12 kg/día en el caso de maíz entero seco. Los consumos también mostraron diferencias: 8,7 kg/día para el húmedo aplastado frente a 9,7 kg/día en el seco entero, lo que se tradujo en mejores índices de conversión.

Según Pordomingo, “entre los días 90 y 120 ya se empezaba a ver una separación a favor de las formas procesadas, y entre los 150 y 180 días las diferencias eran muy grandes”.

Esa brecha se reflejó en el índice de conversión: los animales que recibieron maíz húmedo aplastado cerraron con 6,6 kilos de materia seca por kilo de ganancia, mientras que en los lotes con grano entero seco los valores treparon a 8,7.

Además de los aumentos de peso y la eficiencia de conversión, el tipo de grano influyó sobre la composición de la res.

En el ensayo, el área de ojo de bife alcanzó en promedio los 71,1 cm² con maíz húmedo aplastado, contra 63,8 cm² con maíz entero. A su vez, el espesor de grasa dorsal fue más alto en los granos secos, con valores de hasta 16,7 mm a los 180 días, frente a 12,5 mm en el húmedo aplastado.

“Encontramos que las formas húmedas o procesadas tienden a generar novillos con mayores pesos finales a faena, mejores índices de conversión y menos grasa dorsal”, explicó el técnico.

Otro dato revelador estuvo en el aprovechamiento del grano. El contenido de almidón en las heces fue cercano al 19% cuando los animales consumieron maíz entero, mientras que descendió a apenas 7,8% con maíz húmedo aplastado. Esa diferencia mostró con claridad la pérdida de nutrientes que ocurre cuando no se procesa el grano, con un efecto directo en la eficiencia de conversión.

Pordomingo indicó que este patrón puede estar vinculado con mecanismos metabólicos.  “Relacionamos los efectos sobre la composición de la ganancia, con algo menos de músculo y más de grasa en las formas secas, a que probablemente estamos mandando demasiado almidón al intestino y promoviendo el engrasamiento temprano“, afirmó.

A su entender, este fenómeno se asemeja a los síndromes de resistencia a la insulina observados en otras especies, incluso en los humanos.

ESTRATEGIAS DE ENGORDE

Los resultados presentados abren preguntas sobre las estrategias de alimentación en feedlots de diferente duración. Cuando los engordes se prolongan más allá de los 120 días, el procesado del grano aparece como un factor determinante no solo para mantener la conversión, sino también para evitar un engrasamiento excesivo.

En este sentido, el técnico del INTA remarcó: “En la medida en que un animal va a estar más de cuatro meses en el corral, conviene trabajar con dietas más procesadas y, si es posible, con parte del grano en forma húmeda”.

El impacto sobre la calidad de carne también es relevante. En la experiencia, las dietas con maíz húmedo y procesado favorecieron un mayor desarrollo del área de ojo de bife y un crecimiento más sostenido del músculo, mientras que las dietas secas promovieron un engrasamiento dorsal más rápido.

Esto tiene implicancias comerciales, ya que un exceso de grasa externa puede reducir el aprovechamiento industrial y generar desperdicio, mientras que un mayor volumen de carne magra aporta valor en cortes minoristas y en mercados de exportación.

Las observaciones se conectan además con el objetivo de obtener una adecuada grasa intramuscular, vinculada al marmoreo. Para alcanzarla, no solo se recomienda extender la duración del engorde, sino también asegurar un manejo adecuado en la recría y contar con biotipos animales que permitan la deposición de grasa intramuscular en lugar de grasa de cobertura.

EL MANEJO DE LA RECRÍA

El otro aspecto clave de la exposición estuvo en la recría y el impacto de las restricciones tempranas. Pordomingo enfatizó que los animales no compensan del todo las pérdidas de crecimiento sufridas en los primeros meses.

Un animal que fue restringido inicialmente en el posdestete, con 176 gramos por día, por más que luego haga una recría adecuada y terminación a corral, no llega a las faenas al mismo peso“, advirtió.

Los ensayos de INTA Anguil respaldan esa afirmación.  En novillos Angus, los restringidos durante la recría posdestete tuvieron reses de 238 kilos frente a 271 kilos en los no restringidos, un área de ojo de bife de 54 frente a 60 cm² y menor rendimiento al gancho (56,8% vs. 58,2%).  Incluso con buenas ganancias en la terminación, la huella de la restricción se mantuvo en la composición final de la res.

El efecto residual también se observó en experiencias con dietas de baja proteína. Un grupo alimentado con apenas 9% de proteína bruta durante 150 días después del destete no logró alcanzar el mismo peso de faena que los lotes con dietas de 13 y 16% de proteína, pese a que todos recibieron la misma alimentación en la terminación. Mientras los restringidos promediaron 1,1 kg/día en la fase final, los otros superaron 1,36 kg/día.

A partir de estos resultados, el investigador insistió en que el diseño de los sistemas debe partir de la cría y la recría.  “Por más que queramos hacer magia en el corral, ajustar las dietas o el procesamiento de los granos, si esto lo tenemos oculto en los animales, probablemente tengamos un fracaso en el engorde”, señaló.

La estrategia también depende del mercado de destino. En el producto clásico argentino, pensado para el mercado interno, el objetivo es un novillo liviano de 400 a 450 kilos, con conversión aceptable y cobertura mínima de grasa.  En cambio, para un novillo Hilton o un 481 se requieren calibres musculares mayores, pesos de res más altos y biotipos que acompañen.  En estos casos, tanto la recría como el manejo previo son decisivos para alcanzar un peso pesado sin caer en excesos de grasa de cobertura.

EL TIEMPO DE CORRAL

Los días de corral cumplen un rol determinante. Los datos de Anguil mostraron que entre los 80 y 140 días de engorde se da la mejor transferencia de energía hacia la res, con aumentos de peso superiores a 1,3 kg/día y conversiones estables a carcasa. Pasado ese umbral, la eficiencia cae y aumenta la proporción de grasa.  Por eso, los sistemas prolongados deben planificarse con precisión, buscando un balance entre músculo, grasa y marmolado.

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En este sentido, el área de ojo de bife representa un indicador clave. Animales con área de ojo de bife de 90 cm² alcanzaron hasta 81% de cortes minoristas, contra 75% en aquellos con 66 cm². Esa diferencia, con pesos vivos similares, se tradujo en un 23% más de valor en la carnicería.  Los frigoríficos ya lo consideran en sus mediciones, al tiempo que penalizan el exceso de grasa dorsal por encima de los 10 mm, que reduce el aprovechamiento industrial.

El mensaje final fue que la eficiencia y la calidad de la carne se definen desde la gestación y el destete, y se consolidan en la recría. El corral de engorde puede potenciar esas ventajas, pero difícilmente corregir las ineficiencias previas. Desde CREA señalaron que lograr animales pesados, jóvenes y con atributos carniceros competitivos exige mirar el sistema completo, desde la vaca hasta la faena.

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