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Test drive a la Mitsubishi L200: una pick-up decidida a cambiar su historia en la Argentina

Fuente: Infocampo 09/09/2025 16:40:35 hs

En Infocampo testeamos en esta oportunidad la Mitsubishi L200 2.4 GLS 6AT 4WD Full. Con la solidez y confiabilidad que forjaron su trayectoria, redobla la apuesta con un plus de tecnología, un diseño más jugado y todo el know how de la marca japonesa en off road.

Es una de las que más trayectoria tiene sobre sus espaldas y, por ende, una de las pioneras entre las pick-ups medianas, concepto que tanto prendió y se expandió en la Argentina, que es ni más ni menos el mercado identificado como “el país de las pick ups”.

Fue en el año 1978 cuando Mitsubishi puso en escena un producto conocido con el nombre de “Forte” en Japón, y como “L200” o “Mitsubishi Truck” en algunos mercados de exportación: una camioneta de una tonelada, con un diseño simple y lo suficientemente robusta como para encarar tareas de las más diversas.

Era cabina simple y su orientación enfocada netamente al trabajo. Con el paso de los años y las generaciones, la “chata” de la marca nipona, también luego conocida como Tritón, siempre se sostuvo como un jugador respetable y con gran aceptación por su confiabilidad y durabilidad.

Sin embargo, en la Argentina el éxito le fue siempre esquivo y su presencia se limitó a una tímida porción de las ventas. Su procedencia lejana, los vaivenes económicos y los diferentes avatares que fueron habitando las condiciones de importación, no le hicieron fácil las cosas.

Ahora retoma su presencia transitando la sexta generación, que la trae desde la planta de Tailandia bajo la representación del Grupo Antelo que dirige los destinos de Mitsubishi desde hace un tiempo y en el que tuvo que lidiar con las trabas que afectaron a la importación de vehículos de la mano de una escasa oferta de unidades.

Llegó la nueva pick-up Mitsubishi L200: un clásico que sabe cómo reinventarse

Hoy el escenario es diferente, tanto por las reglas de mercado como por el tamaño y características que posee la categoría. Rivales muy instalados y nuevos exponentes de tierras asiáticas proponen un camino, como mínimo, desafiante.

En Infocampo probamos la única variante disponible en los concesionarios de la red local, la denominada GLS Full, para elaborar el análisis que se reproduce a continuación.

MITSUBISHI L200: MENOS ORIGINAL, PERO NO MENOS LLAMATIVA

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que se trata de una camioneta completamente nueva, de punta a punta, más allá de que una buena parte de sus componentes son una evolución de la generación anterior.

El diseño cambió por completo y la plataforma también: el nuevo chasis de largueros aumentó su sección transversal en un 65%, lo cual permitió incrementar la rigidez a la flexión y a la torsión.

Su silueta se despojó de las líneas angulosas de las generaciones predecesoras y del famoso y tan particular corte curvo de la cabina en su parte trasera, justo en la unión entre la cabina y la caja de carga. Eran rasgos que diferenciaban a la L200 de otras chatas.

Ahora su estilo es menos personal, y su apariencia más “americanizada”, con la trompa como principal rasgo de identidad.

Recta, cuadrada, con buena dosis de piano black y algo de cromado, la parrilla no tiene intenciones de pasar inadvertida. Flanqueada por luces 100% de Leds, también impone un toque de sofisticación.

Esta variante que llega a nuestro mercado viene con unas vistosas llantas de 18 pulgadas, con neumáticos mixtos y el auxilio de la misma medida montado en una llanta homogénea.

La vista lateral y trasera de la caja es más de estilo generalista, sin un rasgo demasiado llamativo que la distinga, aunque eso no le impide completar un agradable trabajo estilístico por las molduras en las puertas y parte de la caja de carga, que no cuenta con barra deportiva o tipo San Antonio, ni tampoco lona marítima.  Sí se vende con el cobertor plástico y 4 ganchos de sujeción.

Con el aumento de medidas, ya que es más larga, más ancha y tiene más distancia entre ejes, se lograron hacer mejoras en el espacio de la caja, con lo cual ahora la chata aumentó la capacidad de transportar de 950 a 1.025 kilos. Tiene estribos laterales de aluminio, mientras que el portón trasero de formas bien rectas completa el panorama.

MITSUBISHI L200: VIDA A BORDO MEJORADA

Su solidez innata se advierte en el mismo instante en que se abren las puertas para acceder al habitáculo que luce una notable calidad de manufactura, con una combinación de apliques de plástico símil aluminio y revestimientos de cuero tanto en el panel de a bordo como en las puertas y la consola central.

Es un ambiente ameno y moderno, sin la necesidad de apelar a grandes pantallas, como dicta la tendencia o a otras estridencias propias de la moda.

El tablero de instrumentos combina dos relojes analógicos (para felicidad de los más puristas) con un enorme display digital para las funciones de la computadora de a bordo.

Mientras que sobre el torpedo sobresale una pantalla táctil de 9 pulgadas tipo flotante, que ofrece buena nitidez de imagen (sobre todo la cámara 360°), y cuenta con botones físicos adicionales.

Esa interfaz -no del todo rápida- tiene GPS integrado y ofrece conexión inalámbrica con Apple CarPlay y Android Auto.

Con butacas delanteras bien anatómicas -con múltiples ajustes eléctricos en la del conductor- la posición ideal de manejo se obtiene bastante rápido y fácil, ya que además el volante ofrece doble regulación. Este último tiene un buen grip, pero no dispone de levas para el paso de marchas, función que se delega al comando secuencial de la selectora.


Entre otros ítems de confort para remarcar, el usuario tiene a disposición: climatizador digital bizona, el cargador inductivo para teléfonos celulares y el doble puerto USB de la consola central.

Fruto de la ganancia entre ejes, esta nueva generación ofrece mejor habitabilidad trasera -de las más destacadas del segmento- en buena parte gracias al diseño de la cabina, que se recuesta hacia el sector de la caja de carga, permitiendo que el respaldo tenga mayor inclinación y haya generoso espacio para las piernas.

Y además de contar con doble toma USB y 12V, el distintivo de este sector por sobre el resto de sus competidoras está en las múltiples salidas de aire con forzadores en el techo.

Dentro del rubro seguridad incorpora por primera vez varias asistencias a la conducción, las famosas ADAS, que acompañan a los siete airbags y los controles de tracción y estabilidad.

Entre esas ayudas se destacan:

  • Frenado autónomo de emergencia
  • Alerta de punto ciego
  • Alerta de cambio de carril
  • Control de balanceo de trailer
  • Alerta de tráfico cruzado trasero.

Y más allá de no tener control crucero adaptativo y que el eje trasero tiene frenos a tambor, la pick-up fue reconocida con la máxima puntuación de 5 estrellas LatinNCAP.

MITSUBISHI L200: IMPULSO CON AJUSTES

Bajo el capó, la marca anuncia un nuevo motor turbodiésel de geometría variable, aunque a ciencia cierta es una evolución del que ya animaba a la L200 anterior.

Se trata del turbodiésel 2.4 de 184 CV de potencia (gana 3 caballos) y un mismo nivel de torque que alcanza los 440 Nm.

Más allá de que en la tabla comparativa queda un poco relegada (Ford y Volkswagen con sus V6 entregan 250 y 258 caballos, mientras que la S10 de Chevrolet que rinde 207 y la líder Toyota Hilux entrega 204), no mezquina energía ni agilidad al momento de entregar su poder.

Se asocia a una caja automática de seis velocidades (en la categoría hay de 8 y hasta de 10) cuya escala de relaciones repercute en un funcionamiento es adecuado, no evidenciando marcados retrasos a la hora de pasar de marchas.

En las pruebas consiguió una aceleración de 0 a 100 km/h en 10,9 segundos y una velocidad máxima de 178 km/h.

En cuanto a consumos acusó unos 11,4 litros cada 100 kms en ciudad y 9,5 litros para hacer mismo kilometraje, pero en ruta y viajando a 130 km/h.

MITSUBISHI L200: ANDAR QUE HACE HONOR A SU FAMA

Esta nueva Mitsubishi L200 ofrece un agradable confort de marcha y buen aplomo en ruta cuando se la exige dinámicamente.

Sin embargo, su tren trasero es bastante firme, una característica que lleva a que, en caminos golpeados de campo o incluso en las imperfecciones de la ciudad o lomos de burro, se torne saltarín en el andar, más aún cuando se viaja sin carga.

La dirección es hidráulica, no con asistencia eléctrica, de ahí que se la nota algo lenta o pesada, pero no desentona para nada en el conjunto del muy correcto desempeño de la camioneta.

Un sello distintivo de la marca es un sistema de tracción integral denominado Super Select 4WD-II.

Este esquema 4×4 desconectable con caja reductora se gestiona desde un comando circular ubicado en la consola central, que permite elegir entre siete modos de manejo y, además, ofrece bloqueo de diferencial trasero mediante un botón, aditamento que resulta imprescindible cuando las condiciones extremas del terreno lo ameritan.

De este modo se puede transitar en tracción simple 4×2 al eje trasero, 4×4 con reparto automático, 4×4 permanente con diferencial central bloqueado y 4×4 con baja y reductora.

MITSUBISHI L200: EL TEST DRIVE, EN RESUMEN

  • Entre los puntos a mejorar:

Encontramos algunos faltantes como el control crucero adaptativo, siempre teniendo en cuenta que en el terreno de las comparaciones hay rivales que lo tienen, que la caja no tiene levas y la dirección sin asistencia eléctrica.

  • Entre los ítems que más nos gustaron:

La solidez y robustez del producto, la calidad general, la habitabilidad y su desempeño off road.

De este modo, si bien su condición de extra zona la obliga a pagar el arancel, el precio (con bonificación de 2.500 dólares) de esta única variante de la L200 es de 51.500 dólares, una cifra que se ubica en la zona intermedia en relación con las versiones tope de gama de la competencia, todas fabricadas en la región, con tracción 4×4 y caja automática.

La categoría tiene en este modelo de Mitsubishi una opción con atributos de sobra para pelear sin titubeos y con un respaldo que le aporta un enorme valor.

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