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Noelia Castagnani, la mujer que hizo historia en Venado Tuerto: “Estoy atravesada por el campo y el ruralismo”

Fuente: Infocampo 19/07/2025 11:22:30 hs

Es la hija del actual presidente de CRA, Carlos Castagnani, pero abrió su propio camino en la producción y en el gremialismo empresario, hasta llegar a ser la primera presidente mujer de la historia en la Sociedad Rural de Venado Tuerto. Su trayectoria, su visión de la mujer en el campo y qué pedidos le hace al Gobierno.

“Soy cuarta generación de productores, desde que tengo uso de razón estoy conectada y atravesada por el campo y el ruralismo, cuando nació mi hija hace algo más de un año empecé a aprender a mechar trabajo familiar, gremialismo y familia”, reflexiona Noelia Castagnani que, ya podría decretarse, ha hecho méritos propios para dejar de ser la “hija de”.

Su papá, Carlos, es el actual presidente de Confederaciones Rurales Argentinas (CRA), y ha ido haciendo su camino desde la Confederación de Asociaciones Rurales de Santa Fe (Carsfe) y la rural de Venado Tuerto. Justamente, la misma que hoy preside su hija, Noelia.

Ella tiene 37 años, nació y se crió en Venado Tuerto, y creció yendo al campo, desde chiquita, con su papá y su abuelo.

“El primer recuerdo que se me viene a la cabeza es a los 8-9 años: mi papá se iba a trabajar con hacienda y a mí me encantaba que me llevara, era un plan que esperaba siempre, yo había preparado unas empanadas porque iban a capar y volví fascinada, en ese momento creía que iba a ser veterinaria, ¡hasta le pedí que me regale un cuchillo para capar! Al otro día me llevó al centro y me compró un cuchillo chiquito con mango de chivo… cuando llegamos a casa mi mamá casi lo mata”, se ríe Noelia mientras configura recuerdos.

-¿Cómo siguió todo?
-De ahí en adelante no paré más. A los 13 años me cambié al colegio agrotécnico y no me arrepiento en lo más mínimo. Después, a los 18 años elegí por agronomía, en vez de veterinaria, porque me gusta más el ciclo de las plantas y lo que se hace con agricultura. Me fui a estudiar a Buenos Aires, vivía con mi hermana que estudiaba medicina y hoy es médica. En el último año empecé a buscar trabajo y conseguí de analista junior de estimaciones agrícolas. Trabajé un año más o menos.

-¿Y Venado? ¿Cuándo regresaste al pago?
-Después de ese trabajo. Al principio no quería trabajar con mi papá, pero él me dijo que necesitaba que fuera, asÍ que… me vine nomás al campo de la familia. Eso fue hace nueve años más o menos.

-¿Por qué querías hacer experiencia fuera del campo familiar antes que meterte de lleno con tu viejo?
-Yo buscaba fortalecerme, ver cómo se trabajaba en otros lados, perfeccionarme profesionalmente. Y después poder aplicarlo e la empresa familiar. Pero cuando vine no tuve mucha opción.

-¿Cómo se ha ido dando el amalgama generacional con Carlos, tu papá? ¿En qué coinciden y en qué cosas no y cómo salen delante de las diferencias?
-Ahora, después de muchas charlas y dos renuncias, estamos bien (se ríe). Lo primero es el respeto, el diálogo y el consenso, para mí son las tres bases fundamentales para que fluya la relación laboral. Cuando dije que me iba a trabajar a otro lado, nos sentamos a charlar, yo le dije que quería mantener la relación familiar, que no quería terminar peleados por laburo. Y ahí los dos hicimos nuestras renuncias para seguir. Ojo, mi mamá intervino mucho, me hacía bajar 10 cambios. Es muy distinta la relación padre hija a socios de trabajo.

-Quiero llevarte al momento en el que te propusieron ser presidenta de la rural. Pero no a ese momento sino al momento en el que se lo contaste a tu viejo. ¿Le preguntaste o le contaste una decisión tomada?
-Antes de recibir yo la propuesta, se lo dijeron a él, y no te puedo reproducir lo que les dijo porque no es publicable (se ríe). Cuando se lo dije yo, por un lado, le gustó porque es lo que él hizo y sigue haciendo. Quizás no quería que me exponga, pero después de decirme pros y contras de asumir, me dejó pensando casi un mes. Hasta que un día, hablando con mi marido, él me terminó de dar el empujoncito que faltaba para aceptar. Me gustó como desafío personal. Y me queda un año.

-Hace dos años sos la titular de la Rural de Venado Tuerto. La primera mujer después de 86 años. ¿Cómo fue el camino?
-Yo estuve en el Ateneo en la época de la resolución 125. En ese momento entendí cuál era el rol del gremialista, que lo vivía en casa con mi papá. Fueron épocas duras y tensas. Me ayudó a hacer el clic. Y a pensar que si quería que cambien las cosas tenía que involucrarme.

-¿Qué análisis hacés de la situación agropolítica actual?
-Desde la Rural acompañamos muchas de las medidas que está tomando este gobierno, por ejemplo, bajar la inflación, liberar mercados, quita del cepo, quita de retenciones regionales, cosas en las que se trabajó mucho desde el gremialismo. No obstante, sí creemos que todavía hay mucho por hacer por las rutas y caminos rurales, la conectividad, en esa materia hace años que no se viene haciendo nada. Obvio, otra de las grandes cuestiones son las retenciones, que es verdad que vemos una luz al final del túnel, cuando bajan temporalmente, pero necesitaríamos que las saquen totalmente porque eso traba todo el potencial productivo que tiene el campo. Pueden estar seguros que los productores van a reinvertir todo eso que capturen.

-¿Cuál creés que es la llave para que la agroindustria, el campo, sean parte troncal de la política nacional? Se probó con algunos “agro” diputados, pero no resultó mucho…
-Hay algo importante que es que, cuando uno llega a la política, el aparato te lleva puesto y quedás fuera del camino, no podés hacer lo que pregonaste, lo cotidiano te lleva. Seguiría insistiendo con las instituciones, que forman jóvenes para, de a poco, ir caminando a lo largo del país. Por ejemplo, en los colegios, contar por qué el campo está en la mesa de los argentinos todos los días y cómo se trabaja.

-¿Cómo te ha ido como mujer en un mundo rural?
-En lo profesional todo el tiempo sentía que tenías que rendir un examen, al principio, cuando no te conocen, pero después cuando demostrás que estás formada, todo sigue su camino. Nunca tuve complicaciones serias. Quizás alguna en la que me las vi mal, y la pregunté a mi papá cómo actuaría él, pero, en general, me han tratado con respeto. Lo bueno es que cada vez hay más mujeres.

-¿Cómo te las arreglás ahora para ser madre, presidir la rural, ser productora?
-Hace tres años me casé con Leo que lo conocí en el colegio, después me fui a estudiar y no lo ví durante un tiempo y cuando volví me lo crucé en una veterinaria y bueno. Ahora tengo una bebé de 1 año y un mes. Estoy aprendiendo a mechar trabajo, familia, gremialismo… todos los días es un aprendizaje. Ella vino a traer un poco de orden a mi caos.

-¿Por qué era caótica tu vida?
-Me la pasaba todo el día en el campo, porque me encanta. Cuando voy el tiempo se me pasa volando. No lo siento como trabajo. Pero desde que soy mamá, esos tiempos largos de salir a la mañana y volver a la noche a casa ya no van, y encuentro cosas muy hermosas en la maternidad. Por suerte, en el campo hace dos años se sumó mi hermano. Cuando quedé embarazada hace dos años necesitábamos alguien que pueda reemplazarme, porque como papá estaba más en lo gremial… “Charly”, que estaba estudiando contador público, se puso de lleno en el campo y nos salvó. Es un genio. Hay un día de la semana que viene mi hermana médica y estamos los tres trabajando y a veces está papá también. Nos gusta poder compartir esta pasión. El campo no tenés un día que sea igual a otro. Eso nos encanta.

-¿Y con la Rural?
-Con el gremialismo trato de ir a todas las reuniones, pero cuando no se puede, no se puede. De todas maneras, me voy repartiendo, el otro día largó la siembra de trigo y me llevé la gordita, y fue muy lindo también. Se puede hace todo. No se termina la vida laboral, se puede ir mechando cada cosa.

-De esa multiplicidad de tareas que te toca hacer en lo profesional, ¿qué te gusta más? ¿Qué es lo que más disfrutás?
-Largar la siembra es de los momentos que más me gustan, me genera una adrenalina muy linda, una cosa en el pecho. Obvio la cosecha también me genera adrenalina. Claro, los meses en el medio también tienen lo suyo y son desafientas, pero siembra y cosecha no tienen comparación.

¿Tenés algo que te resetee? ¿Algún hobbie? Quizás ahora que sos madre es más complicado, pero quizás hasta hace un par de años…
-Soy vaga para el gimnasio, pero estuve haciendo boxeo antes de entrar a la Rural. Después fui mamá y, hace unas semanas retomé porque lo necesitaba. Me saca de la diaria. Y pintar en porcelana. Eso me gusta muchísimo..

 -Si te gusta leer, ¿qué leés que no sea de trabajo?
-Si, me gusta leer libros como “El club de las cinco de la mañana”, de Robin Sharma, historias de gente que se supera, te dan tips de liderazgo. Esos me gustan.

 -¿Música? ¿Qué escuchás?
-Fanática de “La renga”. Eso sí, voy desde Los Chalchaleros hasta La Konga.

 -¿Series o películas por dónde vas? ¿Qué te gusta mirar?
-Acción y suspenso me encantan. Y la que terminé de ver la semana pasada fue “1883”, la precuela de “Yellowstone”, me encantaron las dos.

 -¿Un lugar en el mundo que te gustaría conocer?
-Un lugar que me gustaría conocer de Argentina son las Cataratas del Iguazú.

-¿Y uno que conozcas y quieras volver?
-Inglaterra, volvería.

 -¿Tenés alguna frase que quieras compartir?
Me encanta Santa Teresa de Calcuta y hay dos frases que me gustan. “La paz comienza con una sonrisa”, es una. Y la otra es “no siempre podemos hacer grandes cosas, pero si hacer cosas pequeñas con mucho amor”.

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