Si te interesa realmente el futuro del planeta y la Argentina, no podés dejar de leer este artículo de Roberto Casas en el día de la conservación del suelo
El 7 de julio de 1963, se instituyó por Decreto 1574 firmado por el Presidente Arturo Illia, el Día de la Conservación del Suelo en homenaje al Dr. Hugh H. Bennett, pionero y luchador incansable por la protección de los suelos en el mundo. Esta iniciativa, que surgió como una propuesta del INTA, tuvo un
El 7 de julio de 1963, se instituyó por Decreto 1574 firmado por el Presidente Arturo Illia, el Día de la Conservación del Suelo en homenaje al Dr. Hugh H. Bennett, pionero y luchador incansable por la protección de los suelos en el mundo. Esta iniciativa, que surgió como una propuesta del INTA, tuvo un decidido apoyo del entonces Secretario de Agricultura, Ing. Agr. Walter Kugler. Decía Bennett hace 70 años, “que en el cuidado del suelo descansa el futuro de la humanidad”.
Resulta importante destacar el párrafo inicial de los considerandos del Decreto el cual expresa “Que el suelo agrícola configura el soporte más sólido de la economía argentina, así como de su expansión futura y que, consecuentemente, la conservación de nuestro recurso natural básico es imprescindible para garantizar el bienestar de todos los habitantes de la nación”.
También consignar la visión respecto a la educación en conservación de suelos de quienes lo redactaron, la cual quedó plasmada en el articulo 2 del Decreto: “Anualmente en la fecha citada la Secretaría de Agricultura y Ganadería organizará actos con relación a la misma y en todos los establecimientos educacionales y dependientes del Ministerio de Educación y Justicia se dictarán clases tendientes a destacar la importancia de la conservación del suelo”.
Un poco de historia: creación del Instituto de Suelos y Agrotecnia: En 1944 se creó el Instituto de Suelos y Agrotecnia dentro de cuya estructura funcionó el primer servicio específico del país: la División de Conservación y Mejoramiento de Suelos donde se formaron los primeros conservacionistas argentinos entre los que podemos mencionar a los Ings. Agrs. Casiano V. Quevedo, Julio Ipucha Aguerre, Antonio J. Prego y Luis Tallarico, entre otros..
“En el mismo año 1944 el Instituto encara el reconocimiento y estudio de la zona de erosión como primer problema a considerar en su plan de labor. Como resultado de este relevamiento, en 1948 apareció un volumen de 250 páginas con un informe completo sobre la erosión eólica en la región pampeana semiárida. Efectivamente una superficie de 20 millones de hectáreas aproximadamente fue mapeada en el relevamiento que corresponde al territorio de La Pampa, Sur de Córdoba, Este de San Luis y Oeste y Sur de Buenos Aires. En el mismo año, el Instituto de Suelos y Agrotecnia, pone en vías de ejecución diversos sistemas de lucha contra la erosión cómo cultivo en franjas, cultivo en curvas de nivel, terrazas y fijación de médanos. También instala una red experimental de ensayos de labranza y medición de erosión que abarca el litoral y la región húmeda del país, así como las regiones semiáridas de erosión eólica”.
“Este año se cumplen 80 años del Nacimiento del Instituto de Suelos y Agrotecnia, que dio comienzo a los estudios organizados y sistemáticos de suelos en el país, particularmente los de conservación de suelos, ya que veníamos de la prologada e intensa de finales de la década del 30’ que provocó voladura de campos por erosión eólica”.
Estado de los suelos en el mundo: Uno de los desafíos más significativos que afronta la humanidad es la degradación de los recursos naturales y principalmente la degradación de los suelos cultivados. Alrededor de 2000 millones de hectáreas de suelos del mundo están deterioradas en forma irreversible y de las 1700 millones restantes, un 60% (1000 millones de hectáreas) poseen procesos degradatorios de moderados a graves, que afectan anualmente entre 5 y 7 millones de hectáreas de tierra productiva. “No se termina de comprender en su verdadera dimensión que la vida sobre la tierra depende en gran medida de las diferentes funciones cumplidas por la delgada capa de suelos, que asegurar la provisión de alimentos, el uso sustentable del agua, la conservación de la biodiversidad y el control del clima global”.
La situación en la Argentina: “A partir de 1970 los suelos de la región Pampeana sufrieron una extraordinaria transformación de la actividad agrícola, caracterizada por el gran aumento de la producción, adopción de moderna tecnología, desarrollo de nuevas formas organizativas de la producción y un acelerado proceso de agriculturización. Desde comienzos de la década se inicia éste proceso, en coincidencia con la expansión del cultivo de soja que impacta negativamente sobre las propiedades físicas, químicas y biológicas de los suelos y también sobre su integridad”.
“En la década de los 80, ya en pleno proceso de “agriculturización” de la Región Pampeana y ante el avance de los procesos degradatorios documentado en “El Deterioro del Ambiente en la Argentina” (PROSA-FECIC), cobra fuerza el concepto de agricultura conservacionista basado en la reducción de las labranzas, empleo del arado cincel (labranza vertical), cobertura superficial con residuos vegetales y rotaciones que incrementan el contenido de materia orgánica de los suelos. Comienza a difundirse el concepto de calidad y salud del suelo que implica una visión global sobre la conservación, no solamente de su integridad física, sino de sus funciones y servicios eco-sistémicos!.
“Los conceptos sustentados desde la década de los 40 para controlar la erosión, basados en el mantenimiento de un “mulch” de rastrojos sobre el suelo y en el aumento de la infiltración, se integraron y plasmaron en el sistema de Siembra Directa (SD), sobre el que el INTA inició investigaciones a través del Instituto de Ingeniería Rural y las Estaciones Experimentales de Pergamino y Marcos Juárez en las décadas de los 70 y 80. El sistema comenzó a tener una fuerte difusión desde principios de los 90 merced al impulso brindado por la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID)”.
“Actualmente se viene observando con preocupación en vastas regiones de la Argentina, una reactivación de los procesos de erosión del suelo producto principalmente de los cambios producidos en el uso, simplificación o falta de rotaciones y el sobrepastoreo en regiones secas. Estudios realizados por la Fundación para la Educación, la Ciencia y la Cultura -FECIC-, el INTA y la Universidad de Morón, muestran que en la Argentina un 32% del territorio está afectado actualmente por el proceso de erosión hídrica en distintos grados, lo cual equivale a una superficie de unas 89 millones de hectáreas, mientras que la erosión eólica, afecta un total de 104 millones de hectáreas representando un 37% del territorio nacional. En relación a estimaciones y cuantificaciones realizadas en años anteriores, se observa un incremento del área afectada por erosión en función de la intensificación agrícola y la expansión de la agricultura hacia ecosistemas de mayor fragilidad. Para completar este panorama de maltrato histórico de los recursos naturales, debe mencionarse la destrucción de bosques nativos, humedales y pastizales, producto del avance de la agricultura sobre estos ambientes, situación que ha empujado a la ganadería a ambientes de mayor fragilidad, con incrementos de los procesos de degradación del suelo y desertificación”.
Aplicación de buenas prácticas de conservación de suelos en el país
Control de la erosión: Según un estudio realizado por PROSA- FECIC, coordinado por los ingenieros agrónomos Roberto Casas y Francisco Damiano, existen actualmente unas 2 millones de hectáreas protegidas por prácticas para el control de la erosión hídrica. Resulta destacable la tarea conservacionista que vienen realizando las Provincias de Entre Ríos, Córdoba, Salta y Tucumán, con intervención del INTA, Universidades, Organismos Provinciales y productores agropecuarios.
A nivel nacional se registra una superficie estimada de unas 2 millones de hectáreas protegidas por algún tipo de práctica para su control. La sistematización de tierras cubre una superficie total de 1.206.539 has, de las cuales 941.539 has están protegidas por sistemas de terrazas (base ancha y base angosta). También es relevante la superficie protegida por canales (desagüe, guardia y colectores) que en conjunto cubren unas 730.000 has.
Resulta destacable y muy promisoria, la práctica de represas amortiguadoras para control de los escurrimientos, que está difundiéndose exitosamente en las Provincias de Salta y Córdoba. Estas obras son muy eficaces para el control de los caudales pico de escurrimiento, reduciendo la erosión en los cauces y permitiendo la captura de sedimentos. Resulta conveniente la complementación de las represas con otras buenas prácticas culturales y vegetativas a nivel de cuenca, lo que permitirá obtener además de los beneficios internos a nivel predial, beneficios externos relacionados con la conservación de la infraestructura pública e inundaciones.
El cultivo en curvas de nivel disminuye la velocidad del escurrimiento
y las pérdidas de suelo por erosión.Respecto a la prevención y control de procesos eólicos, se estima que hay en el país unas 200 mil hectáreas protegidas. Dentro de estas prácticas, se destaca el trabajo de revegetación de áreas degradadas y control de médanos en Patagonia que alcanza unas 100 mil hectáreas en las provincias de Río Negro, Chubut y Santa Cruz, y cultivos en franjas, que en las provincias de La Pampa y Córdoba cubren unas 50 mil hectáreas.
Sistemas silvopastoriles y gestión de pastizales: “Los sistemas productivos de la República Argentina en los últimos años han registrado un cambio hacia una agricultura más intensiva, con mayores rendimientos por unidad de superficie. En forma simultánea la frontera agrícola se ha desplazado hacia zonas más frágiles, tradicionalmente mixtas o ganaderas, en muchos casos ocupadas por bosques nativos. Según el ingeniero agrónomo Ernesto Viglizzo, el reemplazo de tierras naturales y ganaderas por tierras agrícolas fue el cambio más notorio que experimentó la agricultura a lo largo del siglo 20. Los datos muestran que la expansión territorial de los cultivos de secano en Argentina ocurrió en un 7 % a expensas de bosques y en un 10 % de pastizales”.
“El corrimiento de la frontera agropecuaria afecta a la actividad ganadera al desplazarla hacia zonas de bosque nativo, donde el manejo de los recursos forestales y pasturiles, es fundamental para la sostenibilidad productiva, ambiental y social. La implementación de sistemas silvopastoriles constituye así una alternativa que tiende a optimizar la utilización de los recursos naturales siendo destacable el avance que han registrado los en el país, efectuando un uso integrado y sustentable del recurso forestal y la producción ganadera. Se estima que alrededor de 7,2 millones de hectáreas están empleando sistemas silvopastoriles constituyendo un modelo de agricultura “climaticamente inteligente” que combina aumento de productividad, resiliencia al cambio climático y reducción de los gases de efecto invernadero. En los últimos 15 años, los sistemas silvopastoriles están en constante expansión en la Argentina, principalmente con bosques cultivados en Misiones, Corrientes, Neuquén y la zona del Delta Bonaerense del Río Paraná, mientras que su implementación en bosques nativos se concentra en las regiones Patagónica y Chaqueña”.
“La gestión del Pastizal Natural en los sistemas ganaderos, apunta a lograr la sustentabilidad productiva y ambiental del sistema, muy especialmente en las zonas áridas y semiáridas de mayor fragilidad. En la Patagonia, el ajuste de la carga animal es fundamental para el control de la desertificación. Existen a nivel nacional unas 19 millones de hectáreas gestionadas con evaluación forrajera y ajuste de carga, pastoreo rotativo, potreros de reserva y clausuras, como principales buenas prácticas”.
Control de salinidad y sodicidad: “En la Argentina, solamente en las regiones húmeda, subhúmeda y semiárida, se estima que existen alrededor de 17 millones de hectáreas de suelos afectados por procesos de salinización y sodificación. Entre las regiones más afectadas se pueden mencionar el chaco semiárido, los bajos submeridionales (norte de Santa Fe), la zona deprimida de la cuenca del Salado (centro y este bonaerense), el noroeste de la provincia de Buenos Aires y sudeste de Córdoba”.
“Los precios elevados de los productos agrícolas y las condiciones favorables de los últimos años, impulsaron la intensificación de la agricultura sobre los mejores suelos y la expansión sobre los de menor aptitud, de la mano de las nuevas tecnologías conocidas. Una consecuencia de la situación consignada, es la atención que concitan actualmente los suelos afectados por sales y sodio y la posibilidad de su mejoramiento para un uso ganadero, principalmente”.
De las tecnologías disponibles para la recuperación del suelo, existen algunas largamente probadas como el enyesado, y otras de aplicación local como los abonos orgánicos y la mejora biológica a través de la siembra de especies tolerantes como grama rhodes, agropiro y lotus. Estas especies, han sido probadas y difundido exitosamente en el NO de la Provincia de Buenos Aires. Para evitar el ascenso de las sales a la superficie del suelo desde la napa freática, el manejo del pastoreo ofrece una amplia gama de prácticas interrelacionadas como el manejo de la carga animal, apotreramiento, descansos periódicos, pastoreo rotativo, intersiembra y fertilización. En cambio, para drenar la zona radical saturada por ascenso freático, se aplican técnicas biológicas (forestación y rotación de cultivos), drenes abiertos (canales) y cerrados (topo y tubo). La superficie total reportada bajo rehabilitación de suelos y manejo hídrico asciende a unas 400.000 hectareas.
Es imprescindible contar con una Ley Nacional de Conservación de Suelos: “Mientras la situación comentada ocurre, y se agrava el deterioro de nuestros suelos año tras año, han naufragado en el pasado múltiples iniciativas discutidas por las sucesivas administraciones, para poder contar con legislación y un programa nacional de conservación del suelo que contribuya a evitar la destrucción de nuestro principal recurso productivo. En 1981 se sanciona la Ley 22.428 de Fomento a la Conservación de los Suelos, producto del trabajo iniciado en 1979 por una comisión especial en la Secretaría de Planeamiento, presidida por el Ing. Agr. Walter Kugler, que pocos años después quedó desfinanciada. A pesar de ello, durante todos estos años se han verificado acciones conservacionistas importantes a cargo de instituciones públicas y privadas como el INTA, AAPRESID, AACREA, Universidades y Estados Provinciales, pero que ante la magnitud, velocidad de propagación y extensión del problema, han resultado insuficientes”.
“Se considera imprescindible contar con una Ley Nacional que promueva la conservación de suelos y articule la legislación provincial existente. De esta manera el estado nacional y los provinciales podrán formular y coordinar las políticas de mediano y largo plazo, imprescindibles para una buena gestión y conservación del recurso suelo. Merece destacarse el esfuerzo que realizan algunas provincias tales como Entre Ríos y Córdoba con leyes vigentes desde hace años, que muestran la importancia de las políticas públicas puestas al servicio de la preservación de la salud de los suelos”
“Frente a la situación descripta se impone diseñar una estrategia a nivel nacional para cuidado del suelo mediante la implementación de un Programa Nacional de Conservación de Suelos que incentive la difusión de modelos de intensificación agropecuaria sustentable basados en la aplicación de buenas prácticas de conservación del suelo y del agua. La implementación de estos modelos deberían abordar aspectos tales como el cierre de brechas productivas, rotación de cultivos de mayor intensidad, incremento del carbono orgánico del suelo y evitar conversiones de nuevas tierras situadas en ambientes frágiles”.
Roberto Casas es Director del Centro para la Promoción de la Conservación del Suelo y del Agua (PROSA – FECIC) y miembro de la Academia Nacional de Agronomía y Veterinaria.
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