Por el uso y abuso, ya son 24 las malezas resistentes a la acción de los herbicidas y solo queda volver al manejo integrado
En la Argentina existen 24 especies distintas de malezas ya son resistentes a los agroquímicos más utilizados en los campos de la Argentina. Con una investigación se pudo detectar que particularmente en Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe, el glifosato que se aplica en los cultivos de soja ha elevado la resistencia especialmente de las
En la Argentina existen 24 especies distintas de malezas ya son resistentes a los agroquímicos más utilizados en los campos de la Argentina. Con una investigación se pudo detectar que particularmente en Córdoba, Buenos Aires y Santa Fe, el glifosato que se aplica en los cultivos de soja ha elevado la resistencia especialmente de las gramíneas.
Según el investigador Fernando Oreja, autor principal de un estudio publicado en la revista científica Weed Research, este fenómeno viene creciendo ininterrumpidamente desde el año 2010, luego de que en el país se adoptara como forma de producir el sistemas de siembra directa de los cultivos transgénicos tolerantes a herbicidas.
“En el cultivo de soja identificamos 19 especies resistentes, 13 en maíz y 10 en trigo y cebada. Además, por lejos, el glifosato fue el herbicida que generó más casos de resistencia, con un 92%”, detalló Fernando en su estudio, que fue publicado luego en Sobre la Tierra, el medio de divulgación de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA) reveló que
En su investigación Oreja explicó que en Buenos Aires predominan las malezas de invierno resistentes relacionadas al cultivo de trigo. Mientras que en Córdoba y Santa Fe, las principales resistencias se dan en los yuyos colorados y otras especies de verano más asociadas a la producción de soja y de maíz.
El investigador de la FAUBA coincide con la posición de otros especialistas en malezas, quienes argumentan que la posible solución a esta crisis de resistencias está en un manejo integrado donde la aplicación del herbicida sea una medida más dentro de la “caja de herramientas”.
“El manejo integrado de malezas incluye realizar prácticas para mejorar la ventaja competitiva de los cultivos; por ejemplo, modificar la distancia entre surcos, la densidad o las fechas de siembra, o adoptar cultivos de cobertura para prevenir que las plantas resistentes produzcan semillas. Y por supuesto, rotar cultivos y realizar controles mecánicos cuando sea posible”, dijo Oreja.
Siguió explicando. “En cuanto al herbicida, si se decide mantenerlo conviene aplicarlo alternado entre años o usar otro que actúe de forma distinta sobre las malezas. Además, hay que usar las dosis comerciales en los momentos adecuados”.
Oreja señaló que el manejo integrado debe ser una práctica cotidiana, inclusive antes de que aparezca el problema en el lote. Aunque reconoce que implementarlo demanda tiempo y estudio, afirmó que los resultados de su estudio también muestran que “los asesores y los productores agropecuarios eligen cada vez más esta estrategia”, concluyó.
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