El vino y la producción de uvas, en tiempos “difíciles”: un informe alerta por el exceso de oferta en el sector
“Menor demanda mundial, estancamiento del consumo interno y precios deprimidos”, alertaron desde la regional Cuyo de IERAL-Fundación Mediterránea.
“Tiempos difíciles para uvas y vino: impactos y planteos de política sectorial”, titularon para IERAL-Fundación Mediterránea los especialistas Gustavo Reyes y Jorge Day, tras elaborar un informe de coyuntura sobre la actividad vitivinícola.
En el mismo destacaron que “el sector vitivinícola argentino, y especialmente el mendocino, atraviesa una etapa de debilidad marcada por la combinación de menor demanda mundial, estancamiento del consumo interno y precios deprimidos”.
“Estos factores han generado un ajuste visible en toda la cadena, desde los precios del vino y la uva hasta la superficie cultivada”, puntualizaron.
CONSUMO DE VINO
Ante el fantasma de la retracción en el consumo de vinos a manos de otro tipo de bebidas, remarcaron que “en los mercados externos el consumo global de vino continúa descendiendo, lo que se traduce en menores volúmenes exportados y precios en dólares más bajos”.
Incluso, sostuvieron que en el frente interno “el vino desplazado de las exportaciones se canaliza al mercado local, pero a precios más bajos, con resultados dispares entre segmentos: los varietales sostienen ventas y precios, mientras que los genéricos caen tanto en cantidad como en valor”.
“El exceso de oferta se refleja en la acumulación de stocks vínicos y en la pérdida de rentabilidad del productor primario. Los precios reales de la uva se ubican entre los más bajos de la última década, y la superficie de viñedos sigue reduciéndose de forma gradual”, alertaron.
Para Reyes y Day, ante este escenario se distinguen factores “coyunturales”, como las variaciones en las cosechas, pero también los “estructurales”, vinculados al cambio en los patrones de consumo.
“Mientras los primeros pueden abordarse con instrumentos de estabilización, los segundos requieren estrategias de reconversión y asistencia a productores que enfrenten una menor demanda sostenida”, compararon.
En esa línea, sostuvieron, será crucial un panorama de “estabilidad macroeconómica, competitividad cambiaria y la reducción de costos internos”.
“Serán determinantes para preservar la viabilidad del sector y sostener el empleo y la inversión en estas economías regionales”, cerraron.
“IMPACTA SOBRE LA ECONOMÍA MENDOCINA”
El mes pasado la Fundación había señalado en otro informe una comparativa entre las exportaciones argentinas con las de Chile y otros países competidores en materia vitivinícola.
“La fuerte caída de las exportaciones de vino argentino, fenómeno que ocurre también en Chile y en otros lugares, aunque en menor medida”, estipularon y sumaron que “no sólo ha sido un problema de costos altos en dólares, sino que se ha reducido el consumo mundial de esta bebida”.
“Obviamente, impacta notoriamente sobre la economía mendocina”, sintetizaron.
Para ello, destacaron que las consecuencias son menores precios de exportación en dólares constantes, y que el precio promedio de los vinos varietales fraccionados exportados desde Mendoza “ha presentado una tendencia descendente”.
“Tras alcanzar un máximo en 2013, comenzó a retroceder de manera gradual, acumulando una baja sostenida de casi del 30% luego de doce años”, alertaron.
Por el contrario, la política de destinar más vino al mercado interno, conlleva también el riesgo de vender a menores precios. “En los varietales, han aumentado las cantidades vendidas”, indicaron.
“En cambio, en los vinos genéricos la caída ha sido doble: se venden menos litros y a precios sensiblemente más bajos”, remarcaron. Eso, a su vez, conllevó a una temida acumulación de stocks.
“Medidos en meses de consumo total, estos inventarios pasaron de un promedio cercano a cuatro meses en el periodo previo al año 2010, a casi siete en los últimos años, y podrían superar esa cifra hacia mediados de 2026”, analizaron.
Esto, entienden en IERAL, refleja el desajuste entre producción y ventas, y “constituye un factor central en la caída de los precios del vino”, que hoy en día, según los autores, “sus precios se ubican entre los niveles más bajos de la última década”.
¿MENOR SUPERFICIE?
Ante la menor superficie en viñedos, y con la combinación de menores precios de uvas y una demanda más débil de vinos, se genera un incentivo a reducir la superficie destinada a viñedos.
“Cuando la rentabilidad del cultivo cae, muchos productores optan por reemplazar o abandonar parte de sus fincas, especialmente aquellas de menor productividad. Esta dinámica explica la tendencia descendente observada en los últimos años”, comentaron.
“¿Cómo continúa la película? Si se mantiene la tendencia decreciente en el consumo de vinos, la competencia entre países productores será cada vez más intensa (ya lo es en la actualidad). En ese contexto, tienen ventajas aquellos productores que están más cerca de los grandes centros consumidores, cuentan con estabilidad macroeconómica y disponen de acuerdos comerciales que disminuyen aranceles”, expresaron.
Y cerraron: “En la mayoría de esos aspectos, Mendoza parte de una posición menos favorable. En este sentido, las políticas económicas debieran apuntar a reducir esas desventajas mendocinas. Más que vitivinícolas, son políticas de índole macroeconómica, en la cual el gobierno provincial poco puede hacer”.
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