Gracias al turismo, Darío Soraire pudo volver al Impenetrable luego de trabajar como ?golondrina? en varias provincias y tareas rurales: “El monte es mi lugar, me siento bien ahí”
A los 8 aprendió a andar a caballo, a los 10 a usar el machete y desde no sabe cuándo a andar por el monte y conocer cada animal, cada huella, cada movimiento entre los árboles. Antes, Darío Soraire (36), como muchos otros de sus pagos, fue “golondrina”: en Santiago del Estero trabajó a puro
A los 8 aprendió a andar a caballo, a los 10 a usar el machete y desde no sabe cuándo a andar por el monte y conocer cada animal, cada huella, cada movimiento entre los árboles. Antes, Darío Soraire (36), como muchos otros de sus pagos, fue “golondrina”: en Santiago del Estero trabajó a puro brazo armando postes para los campos (“los postes se alisan con hacha”, explica) y en Salta cosechando limones, entre otros lugares y labores. También trabajó haciendo ladrillos y ahí se acostumbró a dormir a la intemperie.
Ese “antes” es en relación al presente, porque ahora Darío es guía de naturaleza en El Impenetrable chaqueño, el lugar donde nació y donde está el campo familiar de 200 hectáreas, a 18 kilómetros del paraje La Armonía (donde se ubica en Parque Nacional El Impenetrable), y a 380 de Resistencia. También mantiene el gusto por los caballos, para los cuales él mismo hace los recados en cuero con la técnica que le enseñaron su abuelo Leopoldo y su tío Francisco. Por ahora sigue soltero porque trabajo mucho y “así no hay familia que aguante”, asegura con una pequeña risa este hombre de poco hablar pero que da brinda buena información cuando se le pregunta.
En la actualidad es su hermano es el que más se ocupa del predio familiar donde cría chivos y chanchos que se alimentan del monte y son básicamente para autoconsumo, aunque de vez en cuando también venden. “Quince años atrás también producíamos zapallo y choclo, pero dejamos de hacerlo por la sequía que nos echó todo a perder”, explica.
“Todavía tenemos mucho algarrobo, chañar y mistol que se podría cosechar pero nosotros no tenemos tiempo, no se puede hacer todo. De chico, sí, recuerdo que juntábamos porque moliendo la algarroba y el fruto del mistol preparábamos bolanchao, una golosina típica de acá”.
Desde 2017 Darío trabaja como guía baqueano poniendo todos sus conocimientos del monte al servicio del turismo y para hacer trabajos en terreno. Por ejemplo, junto con otros compañeros estuvo a cargo de “levantar de cero” la estación biológica que se construyó dentro del parque nacional para estudiar la flora y fauna del lugar y donde hoy viven biólogos y voluntarios dedicados a relevar la biodiversidad de El Impenetrable, generar relaciones con los vecinos y llevar adelante proyectos de reintroducción de especies, entre otras cosas.
La construcción de la estación biológica implicó un trabajo de 3 años en carpa o al aire libre y estar todo el día en el monte, planificando el armado del lugar y realizando muchas labores físicas. Como por ejemplo, hacer los senderos y hasta un camino vehicular, en total 50 kilómetros, abiertos “a machete”. “Para mí este trabajo fue una gran oportunidad para poder quedarme en mi provincia, que era lo que yo quería”, enfatiza Darío. “El monte es mi lugar, me siento bien ahí”.
También es guía lanchero y resulta lógico ya que desde chico tuvo relación con el río y hoy la casa que se ha construido está a orillas del Bermejito. “Nunca pesqué porque no tenía paciencia”, cuenta. “Sí me gustaba nadar en el río pero dejé de hacerlo cuando a los quince años a mi hermano lo picó una raya y vi el dolor que fue y ni loco lo quería para mí”. De tanto andar con turistas ahora Darío también empezó con su emprendimiento de alojamiento tipo camping que se llama Caratá, que significa “árbol duro”.
-Usted que está tanto con los turistas, ¿qué les pasa cuando llegan a El Impenetrable?
-La gran mayoría se asombra porque dicen que se imaginaban otra cosa. No sé que será, pero se imaginaban otra cosa. Y cuando ven el río y el monte, les encanta. Más cuando ven los animales, como cuando un tapir que baja a tomar agua. Ahí se quedan mudos, no pueden creer estar viendo eso.
-¿Qué le dijeron sus amigos cuando empezó a trabajar como guía?
-Y, a los que eran pescadores y cazadores al principio no les gustó y me decían “qué te hacés el guadaparque”, porque todo se confunde un poco, parece todo lo mismo. Pero después las cosas fueron cambiando y ahora entienden más mi trabajo, y hasta me preguntan. Estas cosas llevan tiempo porque es cambiar una forma de pensar o de vivir de toda la vida.
-¿Qué cambió con la presencia del Parque Nacional El Impenetrable en la zona?
-Ya hace 10 años que está el parque y es todo un proceso que los vecinos comprendan la importancia de tenerlo, hay que dedicar mucho tiempo a explicar. Lo bueno es que para gran parte de la comunidad representa la posibilidad de trabajo y de progreso, y eso se va viendo. Hay mucha expectativa.
-En su campo donde cría animales, ¿tiene problemas con el puma y el ganado?
-No, porque como está el parque nacional hay muchos animales silvestres y el puma siempre prefiere eso. No se mete con el ganado.
-Durante los tres años que estuvo con la estación biológica, ¿dormía en el monte o volvía a su casa?
-Dormíamos en carpa en el lugar. A mí me da lo mismo dormir en cama, en carpa, en catre o a la intemperie. Veo que otros se levantan duros, pero a mí no me pasa. Además, cuando hace calor, el monte es el mejor lugar.
Fotos: Emilio White y LL
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