Se introdujeron en los años ’40 y hoy son plaga: estudian cómo manejar a los castores en la Patagonia
Investigadores del INTA y del Conicet evaluaron diferentes técnicas de trampeo para controlar estos animales. El trabajo se hizo con el objetivo de disminuir el impacto que generan en el ambiente y en la actividad productiva en la región.
Investigadores del INTA y del Conicet en conjunto con otros organismos nacionales e internacionales evaluaron diferentes técnicas de trampeo para controlar a los castores de la Patagonia.
El estudio se hizo con el objetivo de disminuir el impacto que la plaga genera en el ambiente y la actividad productiva en la región.
Estos animales fueron traídos desde Canadá hasta Tierra del Fuego en 1946 con el fin de desarrollar una industria peletera.
Durante 30 años estuvo vedada la caza de estos individuos en la isla para proteger a la población recién formada y, posteriormente, hubo muy poco interés en desarrollar esta actividad. Como consecuencia, actualmente se estiman más de 100.000 de estos animales dispersos por la zona y causaron daños en el ambiente boscoso.
“Los castores, que en esta nueva tierra no contaban con ningún enemigo natural (ni depredadores ni competidores), incrementaron notablemente su población y se expandieron más allá del ambiente donde fueron liberados”, explicó Pablo Jusim, del Centro Austral de Investigaciones Científicas, CONICET, y agregó: “Se expandieron no sólo en el área boscosa de la isla, tanto en el lado argentino como en el chileno, sino que también ocuparon la estepa, donde se asientan los campos ganaderos”.
Según el investigador, algunos castores lograron cruzar cuerpos de agua salada y establecerse en la mayor parte del archipiélago fueguino e incluso el extremo sur del continente, en Chile.
En este sentido, “se ha estimado que las poblaciones de castores podrían incluso expandirse hasta el norte de la provincia de Neuquén”, afirma Jusim.
su biología y el impacto ambiental
Los castores son roedores estrictamente herbívoros que se alimentan principalmente de la corteza de los árboles. Habitan en madrigueras que construyen en estanques que ellos mismos generan al hacer diques en los ríos. Tanto para comer como para conseguir material para sus construcciones talan gran cantidad de árboles, los que se suman a los árboles y otras plantas que mueren ahogados al inundar el área.
Se calcula que solamente en el bosque fueguino hay inundados 40 kilómetros cuadrados (equivalente a el área que comprende el partido de Tres de Febrero, en Buenos Aires).
La investigadora Andrea Goijman del Instituto de Recursos Biológicos del INTA se refirió a las modificaciones en el paisaje respecto a la actividad de estos animales.
“Estos son los impactos más visibles en la modificación del paisaje, producto de la actividad del castor, pero también se suman la contaminación de los ríos que abastecen las ciudades, la inundación de campos de pastoreo y el beneficio que traen a otras especies exóticas invasoras como los visones”, afirma Goijman.
EL ESTUDIO
A causa de esto, especialistas internacionales realizaron un estudio en el 2007 en el que se determinó que era posible erradicar al castor de la Patagonia y al año siguiente se firmó un acuerdo con Chile para la restauración ambiental a través de la erradicación de esta especie en ambos países.
En ese ensayo se recomendó llevar a cabo pruebas piloto con un objetivo doble: por un lado, capacitar tanto a tramperos como a gestores, y por otro, resolver cuestiones técnicas antes de la erradicación definitiva.
Un estudio recientemente publicado en la revista Biological Invasions aborda el análisis de una prueba piloto de erradicación de castores y determina qué variables están asociadas al éxito de captura de castores en una pequeña zona del bosque fueguino.
La prueba piloto se llevó a cabo en la reserva provincial Corazón de la Isla, en el centro de la provincia de Tierra del Fuego, durante abril y mayo de 2014. En ese lugar trabajaron tres parejas de tramperos, los cuales utilizaron trampas de golpe y lazos.
“Los tramperos no solamente capturaban animales, sino que registraban cada trampa que colocaban, revisaban o retiraban y el resultado obtenido. Con estos datos se pudo hacer un análisis para determinar el esfuerzo que implicó la erradicación de los castores en un río de esa reserva”, explicó Jusim. Además, indicó que “se modeló el éxito de la captura con diferentes variables para ver cuáles son las que más afectan la posibilidad de capturar castores y se analizaron los diversos inconvenientes que surgieron durante las etapas de trampeo y análisis de datos”.
Los resultados
Un total de 115 individuos fueron capturados mediante 590 noches-trampa con trampas de golpe y 265 noches-trampa con lazos, con una eficiencia general del 13,5 %.
“Si bien este valor de eficiencia parece bajo y es de hecho más bajo que el obtenido en otros trabajos, hay que considerar que es más difícil capturar al último individuo en una colonia, lo que lleva a tener varias trampas colocadas el tiempo que sea necesario hasta lograr capturar a ese último individuo”, explicó Adrián Schiavini, director principal del proyecto.
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