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Ganancias: un año para afinar el lápiz impositivo

Fuente: Sector Agropecuario 29/04/2019 08:57:18 hs

La cosecha récord impactará en el impuesto que se pagará en 2020: recomiendan incluir la planificación impositiva dentro de la estrategia productiva. Mientras aguardan que se disipen las nubes que trajeron nuevas lluvias, para finalizar con la última tanda de cosecha de soja y comenzar con la recolección del maíz tardío, los productores están en

La cosecha récord impactará en el impuesto que se pagará en 2020: recomiendan incluir la planificación impositiva dentro de la estrategia productiva.

Mientras aguardan que se disipen las nubes que trajeron nuevas lluvias, para finalizar con la última tanda de cosecha de soja y comenzar con la recolección del maíz tardío, los productores están en contacto permanente con sus contadores.

El objetivo: terminar de pulir los detalles de la declaración jurada del Impuesto a las Ganancias que deberán presentar en los primeros días de junio.

Aunque sea un dato ya conocido, nunca es malo recordarlo: el tributo que se abona este año corresponde al saldo que dejó la cosecha del año pasado.

De aquí surge un primer dato sobresaliente: Mariano Echegaray, contador público especializado en temas agropecuarios, advierte que no se está observando el efecto que esperaban muchos productores, de un pago menor como consecuencia de una sequía que achicó drásticamente el volumen de granos.

La ecuación, según Echegaray, es sencilla: por el lado de los ingresos, Ganancias se define con base en la multiplicación de P (precios) por Q (cantidades). Y si bien el factor Q varió mucho por la falta de lluvias, el P también lo hizo, principalmente como consecuencia de la disparada del dólar, que elevó las cotizaciones.

En otras palabras, con el diferencial del tipo de cambio, el efecto final en términos fiscales es poco significativo para el productor. Más sencillo aún: tras un año malo, se va a terminar pagando un tributo equivalente al de un año promedio.

De todos modos, este panorama no deja de esconder un costado positivo: nadie duda de que la sequía de 2018 fue un golpe durísimo, pero la devaluación ayudó a acomodar un poco las cuentas y que el saldo final sea menos doloroso para el bolsillo.

El futuro llegó

En este contexto, para Echegaray no sólo hay que terminar de afinar el lápiz para cerrar la declaración jurada de este año, sino empezar a mover con tiempo y paciencia las fichas del ábaco y las planillas del Excel para el próximo ejercicio.

La cosecha récord que muestran los monitores de rendimiento va a impactar de lleno en el pago de Ganancias 2020, y no es descabellado tomar de nuevo el lápiz y sacarle punta con más de un año de anticipación.

Hasta la próxima siembra gruesa quedan seis meses, y es un tiempo que puede aprovecharse, sugiere Echegaray, para incluir la planificación impositiva dentro de la estrategia productiva a desarrollar.

Un ejemplo: la compra de bienes de capital, como un tractor o una cosechadora, en el primer año se puede amortizar con un ahorro del siete por ciento. Un incentivo para invertir parte del capital y no ensilarlo. Y si quien compra además vendió una máquina usada, puede diferir el pago de impuestos por esa venta por un año, lo que significa ganarle a la inflación.

Otro: si el flete se incluye dentro de la liquidación primaria, paga IVA del 10,5 por ciento. Por fuera, 21 por ciento y genera un saldo técnico que después tarda en cobrarse y significa una pérdida financiera.

El último: el agro paga Ganancias sólo por tener stock de granos, aunque no se comercialicen. Traducido: puede suceder que uno abone el impuesto a un valor en un año y lo descuente como venta en el siguiente, pero a un precio inferior, lo que implica otro riesgo de un saldo negativo que hay que tener en cuenta.

Agrovoz

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