Alejandra, la fotógrafa de grandes campeones: “Hasta que no tengo la foto que el animal merece, no paro”
Diseñadora de profesión y cabañera por amor, Alejandra Álvarez es la fotógrafa oficial de Angus y Braford en Argentina. “Siento mucha responsabilidad cuando tengo que buscar la mejor foto, porque hay mucha historia detrás de cada animal”, remarca.
“Cuando estoy frente al animal en la pista, el campo o el corral, me abstraigo del mundo, y hasta que no tengo la foto que el animal se merece, no paro”, confiesa Alejandra Alvarez, diseñadora de profesión, fotógrafa (“sólo de animales”) por pasión y administrativa de la cabaña La Rubeta por amor.
“Es un trabajo demandante, físico, mental y emocional, pero lo hago y lo disfruto por la gente que me rodea, me gusta la gente con la que trabajo”, remarca en una charla con Infocampo.
Recuerda con muchas risas que la primera vez que fue con su marido Miguel Machicote, cabañero histórico de La Rubeta (cabaña con más de 50 años creada por Adolfo Fernández, abuelo de Martín y Carlos Fernández, hoy dueños de la misma) al campo, ella dijo “qué linda vaca” y Miguel le dijo: “qué lástima las bolas que le cuelgan (sic)”.
Desde hace 24 años, Alejandra lleva los papeles, la comunicación y hace de todo un poco en La Rubeta. Además, es fotógrafa oficial de Angus y Braford Argentina, y Angus Uruguay. En una exposición puede llegar a sacar más de 15.000 fotos que después selecciona, retoca y entrega a sus clientes.
Nació y vive en Lezama, su papá era viajante, comerciante, tuvo un almacén cuando Alejandra era chica y también fue fotógrafo. Su madre falleció cuando ella tenía seis años, pero, dice “me crucé con gente muy buena que me ayudó a salir adelante”. Soñaba con ser astronauta y mujer biónica.
“Nuestra vida y agenda están marcadas por las vacas”, reconoce Alejandra que hace 24 años tuvo a Pina: “Un hermoso desafío que disfruto”. Además, toca el piano, le gusta cocinar. Y dice: “Si lo tenés que hacer, hacelo con alegría, porque esa buena energía te puede definir el día, la semana, el año… tu vida”.
LA FOTÓGRAFA DE LOS BOVINOS
-Contame de tu infancia. ¿Dónde? ¿Haciendo qué? ¿Cómo estaba conformada tu familia por entonces?
-Nací en Lezama, Buenos Aires, cuando se podía nacer acá, después no se pudo más… Mi familia estaba conformada por mamá, papá, mi hermana y mi hermano más grande. Una infancia bien de pueblo. Mamá falleció cuando yo tenía 6 años, así que complicada por eso, pero fui una niña feliz, de jugar a las escondidas en la calle. A pesar de la tragedia de perder a mi madre, viste que los chicos son más resilientes.
-¿Y qué soñabas ser o hacer?
-Yo estaba convencida que iba a ser astronauta. Varios años pensé eso. ¡Y que iba a ser mujer biónica! Mi papá me había dicho que se podía… Fui a una escuela donde las maestras me acobijaron bastante por mi situación. Tengo la sensación de haberme cruzado con gente buena durante todo el camino, esa gente que te ayuda que sigas, a que no te salgas del buen camino. Fui al conservatorio, había estudiado piano de chica.
-¿De qué laburaba tu viejo?
-Era un personaje, básicamente era vendedor, viajante como se le decía antes. Después tuvo un almacén. Yo me crié en el almacén. Me abría la mochila me ponía tres alfajores y me mandaba al colegio. Una persona muy particular, me encantaba escuchar sus aventuras de viajante. Había vendido un montón de cosas. Fue fotógrafo también. Y mi mamá era enfermera y ama de casa, trabajaba en el hospital de Lezama.
-Llegó el momento de estudiar: ¿Qué elegiste y por qué? ¿Qué soñabas o querías ser o hacer? Sos diseñadora gráfica, pero empezaste economía también…
-Cuando estaba en la secundaria quería hacer diseño gráfico. Pero para estudiar tenía que irme a Buenos Aires o La Plata. Me parecía fantástica la idea de ir a Buenos Aires. Ninguno en la familia era universitario. A los 15 había empezado a trabajar a la mañana en una librería y un viajante de la librería me consiguió trabajo. Me fui a vivir a lo de una tía en Remedios de Escalada y trabajé en una librería por ahí. Hice el CBC para Economía porque diseño era muy cara, pero se hacía duro porque me tenía que bancar la carrera. Después dejé y con el tiempo estudié diseño gráfico, ya con mi hija.
-¿Cómo y cuándo conociste a Miguel Machicote, histórico cabañero de La Rubeta?
-Yo trabajaba en la librería, tenía una participación en la radio, viste que en los pueblos se conocen casi todos. Y nosotros compartimos un año de colegio, porque él estaba haciendo secundario de adultos y yo un post, y nos pusimos de novio. Yo estaba estudiando en Buenos Aires, y le ayudaba en un boliche bailable. Después nos casamos, tuvimos a Pina y una vida y una agenda marcada por las vacas. Yo soy lo que soy porque me sumé a la vida de Miguel. Porque el trabajo que él tenía no le daba lugar a otra cosa. De hecho, me fui a vivir al campo donde él trabajaba, vivimos mucho ahí, hasta que nos hicimos la casa en el pueblo. Pero toda la vida giró en torno a Rubeta y las vacas.
-¿Qué te acordás el primer contacto que tuviste con los animales y con todo lo que tiene que ver con este mundo? Sensaciones que recuerdes…
-Te puedo hablar de dos momentos. Uno, cuando fui por primera vez a Rubeta, con Miguel, y yo dije “qué linda vaca” y él me dijo “qué lástima las bolas que le cuelgan”. (se ríe) ¡Yo no sabía distinguir una vaca de un toro! Con eso te digo todo. Y después, en 1996, yo estaba en Buenos Aires, y Miguel me dijo que vaya a la Rural porque había una vaquillona que venía muy bien, que se llamaba “Fontana”, y terminó siendo la primera gran campeona. Fui a ver algo que no sabía lo que era mucho, y me acuerdo de toda la sensación de ver desde adentro lo que era la Rural.
-¿Cómo describirías a los cabañeros? Es una “raza” especial dentro de la ganadería…
-Esta actividad tiene la virtud de que el resultado depende de muchas pequeñas acciones. Sea del cabañero, del tractorista, el genetista, el que da de comer, el que lleva los papeles, la cocinera… y si vos los aislás, quizás no son importantes, pero si los sacás de una cadena de producción, la cadena se resiente. Y el cabañero requiere tener amor propio, hay mucho de amor propio del que tiene una ternera o ternero bueno que sabe que puede andar. No le saca el cuerpo. Hay mucho laburo de todos los días. La Rural de Palermo son 362 días de laburo para 3 días de muestra. Y requieren de mucho compromiso, y pasar el barro, el frio, el calor, que no se te pase de comida ni falte.
-¿Cómo separás, si es que lo lográs, trabajo, toros-vacas, de familia y temas hogareños? ¿Se logra?
-En nuestro caso, la vida está muy mezclada entre hogar y trabajo. Pensá que vivimos en el lugar que trabajamos, tenemos una casa en el campo donde funciona la cabaña y yo empecé a trabajar en lo administrativo de la cabaña porque vivíamos ahí. Estamos atravesadísimos por eso. Y nuestras vacaciones estaban marcadas por lo que pasaba con las vacas. En mi caso, yo tengo más vida social u otras actividades, por ahí Miguel es más trabajo y trabajo. Ojo, no me interesa separar nada, lo que está bueno es encontrar momentos con la gente que uno quiere, amigos, familia. Los vínculos hay que reforzarlos.
-¿Cómo transcurriste la maternidad y cómo transcurrís ser madre hoy?
-Para mí la maternidad ha sido un gran desafío y una felicidad enorme. Pina hoy tiene 24 años así que tenemos grandes y hermosas charlas. A veces la miro y disfruto muchísimo su vida. Es nuestro motor.
-¿Cómo y cuándo arrancaste con lo de las fotos de animales? ¿El disparador fue un llamado de Tiziana Prada?
-Yo empecé a sacar fotos en el campo porque había empezado a ayudar con los papeles y se me ocurrió que podía hacer una ficha de los terneros, cada uno con su imagen. Y le comenté a Carlos Fernández (titular de La Rubeta junto a su hermano Martín) pero me dijo que los terneros cambian mucho, y me sugirió sacarle a los toros. Y bueno, yo soy corajuda y empecé. Tuve la suerte de sacar una foto que salió bien y empezamos un camino de aprendizaje de mi parte. Yo empecé a buscar la foto que ellos querían. Les mandaba una foto y ellos me iban corrigiendo. Así empecé a sacar fotos de remates, de La Rubeta y otras cabañas. Y con esa experiencia me llama un día “Tizi” que la habían convocado de Angus para hacer las fotos de Palermo. Ella me dijo que iba si iba yo. Así empezamos a sacar fotos en Angus y en Hereford. Fueron años muy divertidos.
-Actualmente sos fotógrafa oficial de Angus, Braford argentina y de Angus Uruguay, aunque también fuiste de Hereford Uruguay. ¿Qué fuiste aprendiendo de ser fotógrafa de grandes campeones? No me refiero sólo a la técnica fotográfica, sino a lo que rodea a un animal gran campeón.
-A mí me emociona mucho la pista porque terminás conociendo muchas historias que son realmente emocionantes. Ser gran campeón es una circunstancia del momento, porque si estás ahí ya es por algo, pero se define por detalles. Atrás de cualquier animal que entra a la pista hay mucho trabajo. Y capaz vos sabes que tenes un buen animal, pero hasta que no te lo premian no lo confirmás, porque dependés de la opinión subjetiva del jurado. Vos pensá que el jurado tiene tres minutos. Entonces, atrás de cada animal hay tiempo, dinero, mucha cabeza, porque el que tiene vacas para una exposición se despierta y piensa en eso. Hay mucho trabajo, compromiso y lo respeto. Y cuando saco una foto siempre pienso en lo mismo. Yo quiero que esa sea la mejor foto, pero no por mí, sino por esa persona que forjó todo ese camino de ese animal para llegar ahí. Siento mucha responsabilidad. Valoro mucho el laburo que hay detrás de un animal.
-Si bien cada actividad que uno hace dentro de un trabajo que le gusta tiene lo suyo, siempre hay algo que te gusta más. ¿Qué es lo que mas disfrutás vos?
-A mí lo que más me gusta de mi trabajo es la gente con la que trabajo. Yo trabajo y hago lo que hago porque me gusta la gente que me rodea. Es un trabajo demandante físico, mental y emocional. Trabajo muchas horas por día, me levanto 4-5 de la mañana. Y lo que más me gusta de todo es sacar la foto en el campo. El momento de ver el animal, de saber que tiene potencial. Me abstraigo del mundo hasta que no tengo la foto que el animal se merece no paro. A veces pasa el tiempo y no la encuentro y me quedo mal. Una cosa que pasa últimamente es que las pistas son bastante crueles con los animales porque las condiciones de la pista, por ejemplo, de Palermo, nunca le sacarías una foto a una animal, una pista pelada. Y eso me enoja, no poder sacarle a ese gran animal, una foto que le haga justicia.
-Así como pasa con las personas que uno siente que las cámaras la o lo aman. ¿Sucede con los animales lo mismo?
-Si. Me pasa que hay animales fotogénicos y otros que no. Algo genial es que a mí me traen toros o vacas todo el tiempo y yo saco fotos. A veces los animales más importantes no tienen la mejor foto porque por ahí para la foto no son los mejores.
-¿Cuanto podés estar para sacar una foto?
-Me pasó este año con una reservada gran campeona de Palermo Hereford, si la ves de perfil es hermosa, pero no hacía las orejas para adelante, estuve casi 50 minutos. Al punto tal en un momento teníamos a la vaca con siete personas rodeándola haciéndole morisquetas poniendo otra vaca, haciendo cosas para que la vaca hiciera la oreja para adelante como yo quería. Y en un momento sentimos que la tribuna nos vitoreaba. Y yo le decía que aguanten el cabañero y los que estaban porque esa vaca se merecía una buena foto. Y cuando la logré levanté la cámara y la tribuna aplaudió. Yo estoy hasta que esté conforme. Me limita la paciencia del cabañero o la del animal.
FUERA DEL CORRAL
–Te propongo un pin-pong fuera de los corrales. ¿Tenés alguna actividad que se resetee, que te saque de los problemas cotidianos?
-Si, necesitás perspectiva porque te enredas en vos mismo si no. A mí me gustan muchas cosas. Hay una época del año que salgo en bici, a mirar atardeceres. También me gusta pintar, escribir, por ahí agarro el piano. O me gusta leer, me gusta el arte. Soy curiosa, no soy gran lectora de literatura, pero este año estoy leyendo de antropología que me gusta mucho, o buscando de filosofía.
-¿Música? ¿Qué escuchás? ¿Algún tema o cantante/grupo en particular?
-Mi formación musical es clásica, porque al estudiar piano de chica tengo un acercamiento importante. También escucho jazz porque me gusta mucho y después, casi de todo. Lo que menos escucho es folclore o cumbia, no me gusta mucho. Y voy a recitales, me gusta el pop inglés, Coldplay, Imagine Dragons. El tango instrumental, el folclore instrumental.
– ¿Cómo te va en la cocina, tenés algún plato que digas con esto no fallo?
-¡Me encanta cocinar! Hago algunas cosas buenísimas, pero lo de todos los días me torra un poco. Dulce tengo una torta clásica, la torta tres leches. Y la hago pocas veces, porque “el bien escaso es más preciado” (se ríe). No era muy de hacer comidas de olla, pero te puedo hacer un buen guiso de lentejas o puedo hacer sushi, todavía no incursioné en asado pero ya lo haré.
-¿Series o películas por dónde vas? ¿Qué te gusta mirar?
-Me gustan mucho las oscuras, los thriller de misterio, policiales, por ejemplo, las nórdicas que están ahora de moda.
-¿Un lugar en el mundo que te gustaría conocer?
-Vos sabés que no he viajado mucho. Me gustaría conocer Italia, me atrapa mucho la parte artística. Y algunos lugares puntuales, en la Mesopotamia en África, donde nació la civilización, donde estuvo la primera escritura.
-¿Tenés alguna frase que digas o te repitas cada tanto y quieras compartir? Una que sea tu motivación o que le digas a otros…
-Viste que la mayoría de la gente pertenece al grupo de que tiene que trabajar para poder vivir. Hay cosas que tenes que hacer, entonces, “si lo tenés que hacer, hacelo con alegría”, porque es lo que te va a definir el día, la semana, el año y, al final, la vida. Después ves si lo podés cambiar en algún momento. Eso es lo más sano, te hace bien a vos y le hace bien al resto, porque no es lo mismo estar con alguien que tenga una actitud positiva ante lo difícil que uno que no. No hay que esperar a que todo esté bien para sentirse bien y ser feliz. Vos podés tener momentos de felicidad aun cuando estas atravesando una tragedia. Es poder valorar las cosas buenas.











