En la Estancia Santa Marta, la remolacha forrajera demostró su potencial: 2.665 kilos de carne por hectárea

La Estancia Santa Marta, ubicada en el sudeste de la provincia de Buenos Aires, apuesta a este cultivo como aliado estratégico para la sustentabilidad y la eficiencia productiva en la ganadería.
En un contexto donde la ganadería busca eficiencia y sustentabilidad, la remolacha forrajera emerge como una alternativa de alto impacto.
En Estancia Santa Marta, perteneciente a la Compañía de Tierras Sud Argentino (CTSA), situada en el sudeste bonaerense, este cultivo se ha consolidado como una herramienta estratégica para sostener la producción de carne durante los meses más críticos del año.
Vale mencionar que la remolacha forrajera no es un forraje más: combina alto valor energético, excelente digestibilidad y la capacidad de generar abundante materia seca en otoño e invierno, cuando la oferta de pasturas suele disminuir drásticamente.
Por estas características, se ha convertido en un insumo clave para asegurar la alimentación del rodeo y liberar hectáreas que pueden destinarse a otros usos productivos.
NUTRICIÓN DE CALIDAD Y EFICIENCIA PRODUCTIVA
El aporte de este cultivo va más allá de su volumen de producción. Su composición nutricional permite mejorar el desempeño de los animales y, al mismo tiempo, optimizar el uso de la tierra.
“La remolacha forrajera aporta valor en toda la cadena: mejora la alimentación del ganado, optimiza el uso de la tierra y contribuye a una ganadería más competitiva y responsable con el ambiente”, asegura Ignacio Anchorena, gerente de Estancia Santa Marta.
En términos prácticos, la remolacha forrajera ofrece ventajas que la diferencian de otros recursos. Permite aumentar la carga animal por hectárea, intensificar los sistemas de engorde y generar resultados concretos en producción de carne.
De esta manera, se transforma en una herramienta que conjuga productividad y sustentabilidad, dos de los grandes desafíos de la ganadería actual.
RESULTADOS QUE HABLAN POR SÍ MISMOS
La experiencia de Estancia Santa Marta durante la campaña 2024/2025 confirma los beneficios. En un lote de 27 hectáreas bajo condiciones de secano, se alcanzó una oferta de 24 toneladas de materia seca por hectárea.
Este volumen posibilitó sostener una carga instantánea de 26 novillos por hectárea, alcanzando una producción de 2.665 kilos de carne por hectárea.
Más allá de los números, la experiencia marca un precedente para otros productores de la región. La incorporación de la remolacha forrajera muestra que es posible compatibilizar mayores índices productivos con un manejo sustentable de los recursos naturales.
En este sentido, Estancia Santa Marta no solo busca mejorar su desempeño económico, sino también consolidar un modelo de producción responsable y replicable.
En Río Negro, los ganaderos suman remolacha para ganar kilos en el lote
UNA APUESTA A LARGO PLAZO
El caso de Santa Marta no es aislado, sino que se inscribe dentro de la política de innovación de CTSA. La compañía, con más de 130 años de trayectoria en la producción agroganadera, ha definido a la sustentabilidad como uno de sus pilares estratégicos.
Desde la Patagonia hasta la provincia de Buenos Aires, sus estancias y cabañas se caracterizan por integrar conocimiento técnico, inversiones en infraestructura y prácticas que respetan el ambiente.
La incorporación de la remolacha forrajera se enmarca en esa visión. Lejos de ser una moda pasajera, representa una apuesta de largo plazo que podría modificar la manera en que la ganadería encara los meses de menor disponibilidad forrajera.
“El desafío está en animarse a probarla. Una vez que se conocen sus resultados, el impacto en la productividad es evidente”, destacan en la compañía, poniendo énfasis en una reina que llegó para ofrecer soluciones al sistema.
Seguir leyendo