Para el experto Lucas Jovanovics, la ganadería de Salta debería enfocarse más en la exportación: “Podemos ser más ambiciosos”, dice
En Salta, el maíz sale caminando. Así, sin vueltas ni tecnicismos. Porque a más de mil kilómetros de los puertos del Paraná, cada grano vale más por lo que cuesta moverlo que por su precio en sí. Entonces, mejor convertirlo en carne. Esa es la lógica silenciosa pero eficaz que empuja desde hace años la
En Salta, el maíz sale caminando. Así, sin vueltas ni tecnicismos. Porque a más de mil kilómetros de los puertos del Paraná, cada grano vale más por lo que cuesta moverlo que por su precio en sí. Entonces, mejor convertirlo en carne. Esa es la lógica silenciosa pero eficaz que empuja desde hace años la expansión de la ganadería en esta provincia del NOA. Y Lucas Jovanovics, veterinario, productor y titular de la empresa de insumos veterinarios Centro Ganadero, lo tiene clarísimo.
“La ganadería en la región, sobre todo la parte de engorde, siempre se pensó en sacar el maíz caminando de los campos, como se dice”, arranca Lucas, con esa simpleza contundente que muchas veces falta en las discusiones técnicas. Y agrega un dato clave: “Tenemos un diferencial de compra de granos bastante favorable, lo cual hace que los sistemas de feedlots se vean beneficiados por este costo menor de los insumos, sobre todo maíz”. No por nada, Salta alberga dos de los feedlots más grandes del país.
Pero esto no se trata solo de granos ni de números. El corazón de esta transformación ganadera late en las decisiones de cientos de productores que, empujados por la necesidad o por una visión de largo plazo, empezaron a ver en la carne un camino posible. Un camino que, como dice Jovanovics, está mucho más tecnificado que hace dos décadas.
“Cuando nos iniciamos allá por 1998 era muy difícil la adopción de tecnología, era muy difícil vender una vacuna reproductiva, el tratar de hacer planes de inseminación”, recuerda. Hoy, en cambio, la cosa cambió radicalmente: “El productor de la zona está realmente muy, muy especializado. Se hacen planes sanitarios que nos elevan muchísimo los porcentajes de preñez, disminuyen mucho los porcentajes de merma”.
Lucas habla con conocimiento de causa. Desde su rol de técnico y comerciante de insumos ha visto de cerca el proceso de modernización: desde el uso creciente de la inseminación a tiempo fijo (IATF) hasta la inversión en genética de razas sintéticas como Brangus y Braford, especialmente adaptadas al calor, los parásitos y los suelos del norte.
“El plantel genético, la genética de la provincia está muy bien desarrollada”, asegura, y enumera: “Hay muchas cabañas, tanto de Braford como de Brangus”. A eso se suma una fuerte apuesta por el manejo racional de los recursos: “Hay muchos planteos de pastoreo racional, de electrificar, de poner mucho más énfasis en las aguadas, en que el animal no tenga que caminar tanto”.
Es decir, hay ganadería de punta en el norte argentino. Aunque muchas veces no se sepa, no se diga, o no se incluya a la región en los mapas tradicionales del negocio.
Y, sin embargo, todavía hay obstáculos. “La contraparte es la cuestión del flete”, admite Lucas. La distancia a los puertos sigue pesando, pero se contrarresta con lo que podríamos llamar una lógica del agregado de valor en origen: “Se resuelve agregándole kilos a los animales”.
Mirá la entrevista completa con Lucas Jovanovics:
Esos kilos tienen otro efecto colateral positivo: permiten sostener un abastecimiento local de carne que hasta hace poco era deficitario. “Antes teníamos un problema de que no nos autoabastecíamos en carne. Hoy estamos con muy buena producción, casi llegando al autoabastecimiento, y con posibilidad de exportar”, destaca.
“Se está viendo la salida, si existiría alguna salida a Chile o algún mercado emergente, hoy creo que estamos en condiciones de poder ser más ambiciosos”, lanza Lucas, con tono seguro. Y va más allá: “Antes, por ejemplo, la vaca refugo o vacía era una categoría que estaba castigada. Hoy con el tema de las exportaciones a China, mucha vaca sale para exportación. Hay varios frigoríficos que están haciéndolo”.
En Salta los productores entonan una nueva zamba: “Lo mucho que se invierte, lo poco que se ve”
Ese nuevo mercado fue una válvula de escape clave para muchos campos: “Es mucho más rentable sacar la vaca improductiva del campo, con un buen mercado, que seguirla manteniendo”.
Claro que hay temas que exceden lo técnico. Y lo comercial. En un mundo que se sacude por guerras, pandemias y disputas entre potencias, aparece un interrogante complejo: ¿cómo producir si no sabés dónde vas a vender?
Lucas no esquiva la pregunta: “Es muy variable todo, eso escapa a nosotros”, reconoce. Pero también marca una diferencia: “Hay muchos campos ya que están autorizados por la Comunidad Económica Europea”. Y otra vez vuelve a su idea central: “Que el productor acá está adoptado en tecnología, está trabajando de punta, doy fe”.
Salta y el NOA tienen una ventaja comparativa que se vuelve estructural: los márgenes flacos de la agricultura hacen que muchos productores redescubran la ganadería como una apuesta más estable. Y no solo como negocio: también como un modo de habitar la tierra sin los vaivenes extremos del monocultivo.
Lucas Jovanovics lo sabe, lo ve, lo vive. En cada ternero que gana peso con maíz local, en cada productor que se anima a inseminar, en cada potrero que se divide con electricificación racional. Y también en cada vaca de descarte que, en lugar de deambular sin rumbo, se embarca con destino a China.
“Si lo recorrés, te va a dar una buena impresión”, dice Lucas. Y tiene razón.
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