Manejo del agua, malezas y fertilización: claves para no fallar en la siembra de pasturas

En pasturas, la clave es una buena implantación. En esa línea, distintos referentes aportan sus conocimientos para lograr cultivares de alta producción y perdurables en el tiempo.
La siembra de pasturas comenzará en las próximas semanas, y tratándose de una inversión costosa y que debe durar al menos cuatro años, es clave “arrancarla con el pie derecho”.
Por ese motivo, productores ganaderos referentes de las regionales Aapresid adelantan sus estrategias para fortalecer el establecimiento de estos cultivares.
En primer término, Jorge Mazzieri de la Regional Aapresid Justiniano Posse, en el sur de Córdoba, coordina un planteo integrado con ciclo completo y adelanta que la primera clave está en la gestión del agua.
“En los últimos años la pastura se está encontrando como antecesor no muy lejano de otra pastura. En un escenario donde cada vez llueve menos y de manera más errática, esto puede ser un problema porque, después de 4-5 años, la pradera vacía el perfil y deprime la napa más que un cultivo agrícola”, asegura el productor.
Según marcó, esto obliga a repensar estrategias: “Hay que asegurarse de que a los 2 metros el perfil esté lleno; de lo contrario, se termina sembrando sobre un ‘sándwich de tierra seca’ y eso condiciona el logro y durabilidad de especies como la alfalfa”, agregó.
En el caso de Mazzieri, la apuesta comienza mucho antes de la actual siembra, cortando el ciclo de la pastura anterior en enero para acumular agua hasta marzo, cuando siembra avena. En caso de no lograr la recarga deseada, pasa a un sorgo forrajero a fines de octubre, difiriendo el consumo del último rebrote a junio o julio siguientes.
Durante el verano que sigue, promociona malezas que se aprovechan con los animales y que continúan acumulando agua y generando “continuidad hidráulica” en profundidad mediante las raíces.
PASTURAS LIBRES DE MALEZAS
Otra clave es arrancar con lotes libres de malezas. “Las gramíneas se controlan cuando se corta el ciclo del sorgo, y las de hoja ancha remanentes con un control posterior, dirigido según las especies, para evitar que aporten al banco de semilla”, explica Mazzieri.
En la misma línea, Carlos Jusit, productor de la regional Aapresid 25 de Mayo en Buenos Aires, advierte: “Si el lote tiene gramilla antes de la siembra, por algún escape, no sembramos pastura. Las malezas se deben controlar sistemáticamente en los cultivos previos”.
En su caso, elige para pasturas los lotes que vienen de uno o dos años de maíz de pastoreo seguidos por girasol.
Otra premisa es la elección de especies. Desde Quemú Quemú, José Berretta de la regional Aapresid La Pampa hace ciclo completo apostando a pasturas perennes y las elige cuidadosamente según el ambiente.
“En lotes de mayor potencial, con presencia de napas, mezclamos alfalfa con pasto ovillo, cebadilla y festuca. En lotes más arenosos, eliminamos el pasto ovillo, que es de más difícil logro y persistencia, y subimos los porcentajes de cebadilla y de festuca. En bajos hacemos alfalfa con agropiro, y en lomas arenosas, con peligro de erosión, pasto llorón”, contó el experimentado productor.
PASTURAS: EVITAR LAS HELADAS
Desde el sudoeste bonaerense, Martin Marino, de la regional Guaminí-Carhué, elige mezclas de base alfalfa, consociada en su mayoría con pasto ovillo y festuca, que siembra en la primera quincena de marzo, para evitar heladas en los primeros estadios.
“Sembramos sobre antecesor trigo o cebada, lo que asegura un lote limpio de malezas, que solo requiere algún preemergente en presiembra y un repaso en julio”, advierte Marino.
Además, aprovechó para destacar la profesionalización de la actividad en los últimos años: “Pasó de estar en el fondo del campo y con los últimos recursos a tener un papel central en la rotación, sobre todo en campo propio y en manos de gente que la hace bien”, manifestó.
PASTURAS: LA SIEMBRA ES CLAVE
Para Berreta, la siembra directa (SD) no se discute: “En esta zona semiárida, hacer las pasturas en siembra directa es clave para conservar la humedad y evitar la erosión eólica de suelos con 85% de arena. En los sistemas mixtos, si trabajas con buena cobertura, no tienes el problema de endurecimiento superficial para poner la semilla de alfalfa”.
Marino elige la misma apuesta: “En el sudeste bonaerense, los vientos limitan bastante la humedad en el primer centímetro. La SD nos permite conservar la cobertura, achicando muchas limitantes y garantizando el éxito de la operación”, indicó con convencimiento.
Por su parte, Mazzieri agrega: “Pasamos con la sembradora dos veces: una primera pasada en sentido diagonal para sembrar las gramíneas de la mezcla, que permiten ser sembradas a mayor profundidad, y una segunda para la alfalfa, pasando por el eje principal del lote con una regulación más superficial. Este ‘trapezoide’ restringe las malezas”.
En 25 de Mayo, Jusit le saca a la sembradora la colita de castor y levanta las ruedas tapadoras: “Tratamos de que la semilla quede arriba con el surco apenas derrumbado, lo que facilita el nacimiento”. A su vez, comentó que en todos los tubos de bajada siembran la mezcla de especies elegidas, mientras que Berretta pone la alfalfa en todos los tubos y el gramíneo, tubo por medio.
PASTURAS BIEN NUTRIDAS
Esteban Ciarlo, Coordinador Técnico de FERTILIZAR AC, asegura que la correcta fertilización es fundamental no solo para mejorar la producción de materia seca y la disponibilidad de forraje, incrementando la productividad animal, sino que también contribuye a la sostenibilidad del sistema al aumentar la materia orgánica del suelo y mantener su fertilidad a largo plazo.
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“Una fertilización adecuada puede mejorar la calidad del forraje, aumentando su contenido de nutrientes y su digestibilidad”, sostiene.
Para diseñar una correcta estrategia de nutrición desde el comienzo, el primer paso es el análisis de suelo para determinar nutrientes disponibles, deficiencias específicas que permitan diseñar un plan que contemple la oferta y las necesidades de las especies forrajeras.
El fertilizante, que se suele aplicar a la siembra por cuestiones operativas, se elige según los nutrientes a aplicar, lo que depende de los requerimientos de las especies. “Por ejemplo, las leguminosas como alfalfa pueden fijar el nitrógeno desde el aire, pero responden fuertemente a la fertilización fosforada. Gramíneas como raigrás responden preferentemente a la fertilización nitrogenada, mostrando un aumento en la producción de biomasa y en la calidad del forraje”, concluyó Ciarlo.
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