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“Más que cultivar, cuidar el suelo es servir a la patria”, reflexiona el agrónomo Walter Pengue, preocupado porque ?al producir soja se extraen 16 nutrientes distintos? que no se reponen

Fuente: Bichos de Campo 09/11/2024 13:25:44 hs

Como muchos que leen esta nota, de formación básica Walter Pengue es ingeniero agrónomo. Después, como se dice ahora, “pasaron cosas”: se asomó a la agroecología, descubrió otra forma de producir alimentos y desde hace rato se dedica a realizar estudios globales sobre los sistemas alimentarios y su relación con el uso de los recursos

Como muchos que leen esta nota, de formación básica Walter Pengue es ingeniero agrónomo. Después, como se dice ahora, “pasaron cosas”: se asomó a la agroecología, descubrió otra forma de producir alimentos y desde hace rato se dedica a realizar estudios globales sobre los sistemas alimentarios y su relación con el uso de los recursos naturales en la agricultura. 

“Una de las premisas de la agroecología es lograr alimentos sanos sin agregar productos de síntesis química. Se utilizan fertilizantes y productos para control de plagas o insectos de preparación natural (biopreparados) porque ya está totalmente comprobado que el paquete agroquímico perjudica a la salud humana y la ambiental”, lanza como primera afirmación. 

-¿Incluso respetando las “buenas prácticas”? 

-Sí, porque el principal problema es el coctel de agroquímicos. Se habla mucho del glifosato y parece que todo termina ahí, pero no: la industria siempre va a cambiar de agroquímico porque ya no va a ser negocio y tendremos el mismo problema con otro herbicida. Por eso digo que el problema es el coctel que se tira a los alimentos. Después, cada uno estudia su molécula y quizás por separado no vemos los efectos, pero estos están; basta observar los costos ambientales que ya tenemos hoy. El coctel de agroquímicos sobre el agroecosistema, es claramente lo que no se está estudiando de manera integral.  Y además, me preocupa muchísimo, lo que estamos haciendo con los recursos de base. 

-¿Cómo cuál?

-La constante y sistemática pérdida de nutrientes del suelo. La caja de ahorros del chacarero es el suelo y lo está perdiendo cuando exporta granos que se lo llevan. El productor está vaciando su territorio, se está generando un agotamiento del perfil de suelo, y eso es muy grave porque ni siquiera tiene que ver estrictamente con el propietario de la tierra en un momento dado, sino de las sucesivas generaciones. Pero nadie quiere afrontar la realidad de que se pierden nutrientes con cada producción. A esta extracción la he llamado “suelo virtual” y “huella de nutrientes”. Algo que para un país con abolengo agropecuario como la Argentina, deberíamos tener muy en cuenta. 

-Si es tan grave, ¿por qué no se habla o previene?

-Porque con los fertilizantes sintéticos se “mantiene la cabeza fuera del agua” y se puede seguir produciendo. 

-Pero si se puede seguir produciendo, ¿cuál es el problema, entonces?

-Que con los fertilizantes sintéticos no se compensa todo lo que se extrae. Por ejemplo, al producir soja se extraen unos 16 nutrientes distintos. Lo que pasa es que siempre ponemos el ojo en los macronutrientes (nitrógeno, fósforo, potasio) que sí se compensan con el fertilizante. ¿Pero y los otros? ¿Los micronutrientes y los oligoelementos? Si hacemos soja sobre soja año tras año, estamos sacamos todos los nutrientes y reponiendo solo algunos. Es obvio que el suelo va a colapsar. 

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-Muchos productores dicen que con el fertilizante químico se compensa bien….

-Probablemente porque piensan en el corto plazo y están inmersos en un sistema desde hace mucho y es difícil ver las cosas de otra manera. Por ejemplo, la siembra directa es “conservacionista”… Pero usa químicos y con el tiempo el suelo se degrada porque no queda un solo bicho y ya no hay actividad biológica. O sea, en el mientras tanto se gana plata igual, pero la “caja de ahorro” se sigue vaciando.

-¿Qué propone la agroecología?

-Hacer buena agronomía, lo que implica estudiar y trabajar el sistema productivo de forma holística y pensado a largo plazo. 

-Hay voces que sostienen que con la agroecología no se puede alimentar al mundo.

-¿Y con la agricultura industrial, sí? 

-No lo sé…

-Y… miremos el mundo hoy. ¿Ya no hay hambre? El tema no es la cantidad de alimentos disponibles, sino los canales de distribución y el enorme ¡enorme! porcentaje de desperdicio que hay. Por eso, el problema no es de producción sino de llegada, que la comida llegue a donde tiene que llegar. Y otro punto: tampoco el principal problema es la desnutrición sino la malnutrición, es decir, personas malnutridas por un sistema alimentario donde predomina el azúcar, la grasa y la sal. Es un problema derivado de las malas políticas alimentarias, que casualmente es un buen negocio para la industria farmacéutica. Pero eso,  ya es otro tema.

-¿Cómo llegó usted a la agroecología?

-Primero, haciendo una maestría sobre Políticas Ambientales y Territoriales en la UBA descubrí a la Economía Ecológica y luego, con un doctorado en Agroecología en España, se abrió mi dura cabeza de agrónomo formal. Lo que más me impactó fue ver que las cosas no eran como las había aprendido en la facultad (producción basada en el uso de agroquímicos) y que había otras alternativas viables. Aprendí a pensar la producción como un sistema de procesos holísticos, una mirada que si bien con una excelente formación profesional, aún no está completa en la currícula para la formación profunda de los agrónomos. En una parte de esta currícula, al inicio, sí nos enseñan a entender el agroecosistema como un todo… pero luego al final de la carrera te olvidás y te quedás con las recetas. De todos modos, creo que esto está cambiando para bien.

-En los últimos años la agroecología ha avanzado en Argentina. ¿A qué se debe?

-A que demostró que es viable, que permite producir y ganar plata. Demostró que se ahorra mucho en insumos y que hay canales de comercialización. Y cada vez más la sociedad comprende que hay que cuidar la tierra, también para los que vienen.

-Pero todavía hay resistencia…

-Y sí. Aún hay desconocimiento y, además, cambiar una forma de producir no es fácil y siempre está el miedo a perder plata. Lo bueno es que ya hay prueba suficiente de que no es algo  de “cuatro hippies locos” sino una forma probada de producción, entre otras cosas.

-¿Qué otras cosas?

-La agroecología es más que producir alimentos: es ciencia, es práctica  y movimiento social. Es lograr también que el pequeño agricultor tenga acceso a la tierra, en especial las nuevas generaciones. Y no me refiero a una reforma agraria a tontas y a locas, sino a poner más hectáreas en producción, por ejemplo las ociosas tierras fiscales que hay en todo el país. La clave es hacer una buena agronomía, como nos decían los mejores profes que tuvimos, y no quedarnos solo en la chacra sino mirar todo el sistema alimentario, desde la cuna de los alimentos (la producción) hasta la tumba (los residuos).

-Me quedé pensando… entonces, ¿siempre “cultivar el suelo es servir a la patria”?

-Quizás mejor diría que “cuidar” el suelo es servir a la patria. Y que servir a la patria es servir a la gente. 

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