Al final Milei y Moreno se parecían en una cosa: Ambos decidieron disolver la ex ONCCA y traspasar sus funciones a la AFIP
En junio pasado, Bichos de Campo publicó una nota que provocativamente se preguntaba: ¿En qué se parecen Javier Milei y Guillermo Moreno? Luego contestaba que ambos podrían estar emparentados curiosamente por una misma decisión, pese a parecer que están en las antípodas: Ambos serían responsables de la disolución de la ex ONCCA para concentrar los
En junio pasado, Bichos de Campo publicó una nota que provocativamente se preguntaba: ¿En qué se parecen Javier Milei y Guillermo Moreno? Luego contestaba que ambos podrían estar emparentados curiosamente por una misma decisión, pese a parecer que están en las antípodas: Ambos serían responsables de la disolución de la ex ONCCA para concentrar los controles del agro bajo la poderosa AFIP.
Pues finalmente, a pesar de las desmentidas y las bravuconeadas del hasta entonces secretario Fernando Vilella, será cierto aquello que publicamos: la nueva conducción de la Secretaría de Agricultura comunicó al personal de la actual Dirección Nacional de Control Comercial Agropecuario que ese organismo perderá el manejo del RUCA (Registro Único de las Cadenas Agroalimentarias), que pasará a depender de la AFIP, y que incluso la ex ONCCA cambiará de denominación.
Aquel era el proyecto original que tenían Juan Pazo y Sergio Iraeta para ese sector de gobierno, y ahora se concretaría, pues sin el manejo del RUCA la oficina especializada en el control de la evasión y la competencia desleal entre operadores de las cadenas de granos, carnes y lácteos, pierde prácticamente su sentido de existencia, ya que no le quedarían instrumentos para seguir cumpliendo con su tarea primaria: el control.
Y así finalmente, el gobierno de Milei hará lo que hizo Guillermo Moreno en 2011, cuando un decreto de la ex presidente Cristina Kirchner disolvió la ex ONCCA -cuya tarea estaba seriamente empeñada por los innumerables casos de corrupción que había cometido desde allí el sabueso Ricardo Echegaray- y le asignó una parte de sus tareas a la AFIP y otras tareas remantes las absorbió al ex secretario de Comercio Interior, desde la llamada UCESCI: Lo cierto es que en aquel momento la ex ONCCA se ocupó de cualquier otra cosa y perdió su sentido original, que era controlar la transparencia de los mercados agropecuarios. Recién reapareció en escena en 2016, cuando el gobierno de Mauricio Macri recreó el organismo y decidió volver a dar batalla contra los operadores informales.
Otra cosa que asemeja demasiado a mileistas y kirchneristas es que ambos sectores suelen cobijar al malandrinaje que sobrevive en el Estado sin tener demasiado prurito: De hecho, uno de los ideólogos de esta disolución y colaborador dilecto de la nueva gestión es el ex coordinador de la ONCCA en el anterior gobierno, cuando se trababan las exportaciones de carne. Se trata de Gerónimo Sarría, que se mantuvo como asesor del subsecretario Agustín Tejeda Rodríguez.
Ahora, según la información que pudo recolectar Bichos de Campo, lo que habría resuelto la nueva conducción libertaria de Agricultura sería traspasar el RUCA a la órbita de la AFIP, que manejaría la matriculación obligatoria de las empresas agropecuarias a la par del SISA (Sistema de Información Simplificada Agrícola), de modo de unificar el universo de operadores.
De todas maneras no es lo mismo una cosa que la otra, ya que en el SISA reciben información de los productores agrícolas, que deben declarar su producción de granos y otros datos todos los años. Y en el RUCA los que deben presentar información para obtener y renovar su matrícula son los operadores de los eslabones agroindustriales, como los acopios, los molinos, la industria aceitera, los frigoríficos y los matarifes, los exportadores de granos o carnes, las fábricas de lácteos, etcétera.
En estos meses de gestión, primero de la mano de Vilella y ahora bajo la tutela de Pazo e Iraeta, Agricultura eliminó varias de esas categorías, relajando las exigencias sobre muchos operadores. De todos modos, el director nacional de Control Comercial Agropecuario designado por Vilella, el joven asesor ganadero Matías Canosa, había anticipado a este medio que iban a restablecer muchos de las funciones de control -en especial el monitoreo electrónico sobre molinos y frigoríficos- que se habían vuelto a desmantelar en le gestión del contador Luciano Zarich en e gobierno de Alberto Fernández y Cristina Kirchner. Se desconoce si Canosa aceptará los cambios impuestos ahora por sus superiores o presentará la renuncia.
Sin la administración del RUCA, que le permite depurar de operadores informales los diferentes mercados de productos agropecuarios, la Dirección de Control Comercial Agropecuario perdería su razón de ser, que es evitar que los granos, carnes y lactéos sean comercializados por empresas que no compiten sanamente en un mercado transparente, y que entonces terminan perjudicando a todas las cadenas productivas. Pese a estar en condiciones de realizar esa misma tarea, la AFIP suele tratar a todos los contribuyentes por igual y no discrimina según tipo de actividad.
La promesa de Iraeta al personal, de todos modos, ha sido que todos los que hasta ahora se desempeñaban en el sector de Matriculación de la ex ONCCA serán reubicados dentro de una nueva Dirección de Fiscalización, que dependería del subsecretario de Mercados Agustín Tejera. Esa dirección heredaría las funciones residuales del área disuelta, especialmente los distintos regímenes de información que deben presentar los operadores, como por ejemplo las cantidades de trigo molidas o el número de animales sacrificados.
La ex ONCCA nació en 1996, durante la gestión de Carlos Menem, cuando el secretario de Agricultura era Felipe Solá, quien libraba entonces una resonante batalla contra los grandes matarifes del conurbano que evadían todo tipo de impuestos y de controles, y que eran protegidos por el gobierno provincial de Eduardo Duhalde. Uno de esos operadores marginales era el popular Alberto Samid, quien incluso estuvo condenado por causas iniciadas en aquellos tiempos.
Pero desde hace rato que ese organismo no cumple con sus funciones originales y es utilizada por los gobiernos para cualquier otra cosa: En 2008 Echegaray la usó para distribuir 2.500 millones de dólares en compensaciones sospechosas a la industria alimentaria. Poro después, Moreno la utilizaba para trabar los embarque del agro mediante los ROE (permisos de exportación) y esta mecánica volvió a repetirse en la gestión más reciente de Zarich, con los embarques de carne vacuna.
Ahora, en tiempos de Milei y sin el prestigio que cosechaba tiempo atrás, la ex ONCCA parece condenada a ser otra víctima de la motosierra.
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