Amor por el champagne: Luego de una vida de trabajo en la industria, José Luis Frusso y Liliana Casis emprendieron la elaboración de los más complejos vinos espumantes en pleno Valle de Calamuchita
Se suele asociar el descanso a la inactividad: dedicarse a “no hacer nada”. José Luis Frusso y Liliana Casis decidieron desafiar dicha lógica y destinar su tiempo de ocio a producir champagne en el valle cordobés de Calamuchita. “Estas son vacaciones para nosotros”, afirma la pareja mientras ven crecer sus propias vides mientras -por ahora-
Se suele asociar el descanso a la inactividad: dedicarse a “no hacer nada”. José Luis Frusso y Liliana Casis decidieron desafiar dicha lógica y destinar su tiempo de ocio a producir champagne en el valle cordobés de Calamuchita.
“Estas son vacaciones para nosotros”, afirma la pareja mientras ven crecer sus propias vides mientras -por ahora- elaboran el vino espumante con uvas traída de Mendoza. Mientras tanto, ya reciben turistas en su finca. Lo que nació como un pasatiempo vislumbra con un futuro muy prometedor.
Ambos provienen de San Francisco, ciudad cabecera del departamento de San Justo y un polo industrial importante del centro del país. Allí, de lunes a viernes, Frusso dirige su propia fábrica. Pero los fines de semana se mudan a Los Reartes, una zona turística por excelencia pero también muy productiva, donde pretenden descansar haciendo. Sí, trabajando en la producción de espumantes.
“Es como tomarse una licencia”, explicó Frusso a Bichos de Campo, ya que, mientras va montando su sueño de la champagnera San Lorenzo, su otra vida está al este de la provincia, en la empresa que lleva su apellido y fue fundada por su padre hace 62 años.
Mirá la entrevista:
Hijo de inmigrantes italianos, José Luis vuelve al lugar donde supo vacacionar durante muchos años para ver unirse sus raíces, su profesión y su pasión. Mientras en su industria produce tanques de acero, máquinas embotelladoras, micro-cervecerías y productos veterinarios, en su finca de 2 hectáreas dedica el tiempo libre en la producción de espumantes.
¿Su mayor anhelo? Producir Prosecco, un tipo de champagne de origen italiano que no sólo le recuerda a su familia, sino que considera que es de lo mejor que tiene el mercado mundial.
“Nosotros teníamos casa en Santa Rosa y sabíamos que se estaba perfilando como un lugar excelente para las vides”, señaló el empresario. De ese modo, junto a su compañera, encontraron el modo de distinguirse y convertirse en una parada obligada del incipiente turismo enológico del valle: hacer champagne cordobés. Así nació el primer viñedo de uvas Glera que hay en la provincia.
El punto de partida del proyecto fue en 2021, cuando, asesorados por una ingeniera agrónoma de confianza, eligieron el lugar y, junto a su enólogo mendocino, Luciano Morales, las especies a implantar. Desde noviembre de ese año, crecen en su campo cepas de Torrontés, Semillón, Roussanne, Garnacha y Pinot Gris, que podrían generar alrededor de 5 toneladas de uva. A la espera de su primera vendimia, que será recién en 2026, sumaron Sauvignon Blanc y la variedad estrella en Argentina y el mundo, la Glera.
De hecho, José Luis y Liliana pusieron todo su esfuerzo en conseguir esta última cepa, de la que explicaron sólo hay “siete hectáreas y media implantadas en el país”. Es utilizada para obtener, mediante el método Charmat, el espumante italiano Prosecco, de fama mundial y utilizado incluso en la preparación del popular trago Aperol Spritz. “Es muy difícil conseguirla, tuvimos que tejer buenas relaciones con un conocido bodeguero de Mendoza para que nos vendiera plantas y así tener nuestro propio viñedo de Glera”, señaló Frusso.
Pero lo que realmente importa es lo que llega a la copa. Bichos de Campo recorrió la pequeña cava donde ya procesan, fermentan y elaboran espumantes en base a uvas traídas de Mendoza, un proceso que muy pronto será completamente autóctono del valle cordobés.
Liliana asegura que su producto “es especial porque es de uvas Chenille, una cepa suave y aromática”. Además, la ausencia de conservantes y la acidez controlada derivan en un resultado armonioso, “un champagne extremadamente bebible”, explicó la productora.
Con su primera hectárea implantada, y los brotes verdes encaminados, el proyecto atraviesa un momento crucial, que es el del ensayo a prueba y error de la adaptabilidad de los cultivos al Valle de Calamuchita. “Las vides tienen dos años y hay que esperar dos años más para hacer una vendimia y tener nuestras propias uvas, nuestra propia base de espumante”, detalló José Luis.
Sin embargo, la planta productiva que montaron en la finca no está ociosa, porque la base que llega de Cuyo se fermenta dentro de los tanques para que las levaduras conviertan el azúcar en alcohol, y así generar el gas carbónico característico de los espumantes.
Hacer champagne en una región conocida mundialmente por su afición al fernet es paradójico, pero la tierra cordobesa resultó ser fértil para que se desarrolle una nueva rama prometedora para atraer más turismo. De hecho, la finca de José Luis y Liliana ya es un atractivo para los visitantes que llegan de martes a domingo, recorren la plantación, aprenden sobre la producción y degustan el espumante. “Nosotros les explicamos todo ese proceso y hacemos algo curioso, que es permitirles probar nuestro champagne directamente desde el tanque”, explicó Frusso.
En champagnera San Lorenzo la fórmula es enseñar, recibir gente y compartir la pasión, que se nota a la distancia porque no es la necesidad de generar ingresos lo que movilizó a esta pareja. Mientras producen, tejen amistades y disfrutan de su hobbie, al que consideran “un aporte para el Valle de Calamuchita” y un lindo proyecto luego de toda una vida dedicada a la industria.
La experiencia se completa con lo gastronómico, porque en su huerta agroecológica se cosechan las frutas y vegetales que maridan con su espumante.
-¿Producen de forma orgánica?
-Plantamos tomates y diferentes hortalizas porque queremos que la gente pueda degustar junto con el champagne diferentes maridajes de encurtidos, sin herbicidas y naturales.
-Cuentan también con plantas de pistacho, fruto característico del clima cuyano. ¿Piensan que podría prender acá?
-Es parte de nuestra vocación. Cosechar pistachos es otra de las experiencias que queremos llevar a cabo con Liliana, y planeamos que dará frutos dentro de cuatro o cinco años. La idea es ver si se desarrolla en Calamuchita y por qué no generar una nueva actividad económica. Es un aporte que queremos hacer.
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