Chicharrita del maíz: cómo configurar la cosechadora para reducir las pérdidas
Expertos del INTA aconsejaron una serie de pautas, que van desde la regulación del cabezal hasta el control de la velocidad de avance, de manera de no profundizar las pérdidas que ya provoca de por sí la chicharrita del maíz.
La chicharrita del maíz está pegando de lleno en la cosecha del cereal y existe una gran preocupación sobre su impacto final en los rindes.
Queda por demás claro que la plaga no se podrá erradicar y los productores deberán afrontar lo que resta de campaña con esta problemática.
En este contexto, desde el INTA brindaron una serie de consejos para configurar la cosechadora y reducir las pérdidas al momento de la trilla.
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“Ante la presencia de un lote afectado, se recomienda caracterizar el tipo de daño y cuantificarlo para evaluar la necesidad de configurar la cosechadora de manera que realice un trabajo diferencial”, explicó Fernando Scaramuzza, coordinador del Proyecto Agricultura de Precisión y Mecanización Agrícola del INTA.
En caso afirmativo, un primer punto a tener en cuenta es trabajar sobre la regulación del cabezal recolector, para llevar al mínimo las pérdidas que se ocasionan por desgrane y desuniformidad de espigas. Otro punto no menor es frenar pérdidas por vuelco de plantas y diferentes tamaños entre ellas.
LA COSECHA CON CHICHARRITA DEL MAÍZ
Al momento de regular el cabezal maicero, se debe trabajar sobre las chapas cubre rolos o espigadoras, tratando de identificar la variabilidad de tamaños de espigas presentes en el lote y diámetro de la caña. De este modo, otro punto a revisar es la zona de espigue del maíz.
“Es el lugar donde la espiga se debe desprender de la planta sobre la chapa de los cubre rolos para evitar que ingrese mucho material al sistema de trilla, forzando al mismo con el resultado de mayor pérdida por cola”, explicó.
Un tema clave es lograr un equilibrio entre las velocidades de avance de la cosechadora y los rolos. Con este fin, los cabezales maiceros disponen de una caja variadora que permite regular este aspecto y el objetivo será lograr que los rolos vayan a la menor velocidad posible y lo más paralelo al suelo.
En Tanto, Diego Villarroel –especialista en agricultura de precisión del INTA Manfredi– indicó que en un sistema de cosecha convencional, el cilindro de trilla maicero debe contar con barras de trilla con estrías gruesas (maiceras) y con los espacios inter-barras forrados con las chapas compresoras de espigas.
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“Este forrado permite el mayor tratamiento de las espigas de tamaño variable, disminuyendo las pérdidas de trozos de marlos con granos por cola”, indicó. Para regular la apertura o cierre del concavo, si bien dependerá de la humedad del cultivo, es aconsejable medir el diámetro mayor de una espiga promedio del lote a cosechar.
“La regulación se deberá ajustar a las revoluciones del cilindro, buscando lograr una trilla de calidad con el menor porcentaje de material extraño y reduciendo el porcentaje de las pérdidas al mínimo”, explicó Scaramuzza.
Por el lado de sistemas de trilla axial, bastará colocar las barras y cóncavo maiceros, para luego regular revoluciones y luz, que variarán si se trata de mecanismos centrífugos o de fricción.
EL DILEMA DE LA VELOCIDAD DE AVANCE
Mauricio Santa Juliana –especialista en cosecha del INTA Manfredi– remarcó que en las zonas o sectores del lote afectados, la velocidad debe oscilar entre 3 y 4,5 kilómetros por hora.
Además, en aquellos casos de unidades que no cuentan con un sistema de variación de velocidad del cabezal y sin regulación automática de placas espigadoras, el operario quien deberá regular la luz entre las placas. Este dato no es menor, porque la configuración de fabrica se dispone para trabajar a un ritmo de 7 u 8 kilómetros por hora.
“El material afectado por Spiroplasma produce desuniformidad en el tamaño de los granos y un bajo peso de los mismos, hay que considerar las revoluciones por minuto del ventilador para no excederse e incrementar las pérdidas por cola”, indicó Santa Juliana.
Por último, Scaramuzza y Villarroel pusieron énfasis en la necesidad de identificar el rendimiento del cultivo, a través del mapa de rendimiento. Con la georreferencia, es posible cuantificar el daño por ambiente y así planificar un mejor control de maíz guacho, uno de los factores clave en la supervivencia del vector.
En este punto, el consejo de los expertos fue que se debe trabajar en periodos de barbecho y antes de iniciar la siembra del próximo cultivo, como herramienta clave de control para próxima campaña.
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