La hora de las reservas forrajeras: las claves del INTA para ser eficientes
Diseñadas para realizar un uso eficiente de los forrajes y planificar la alimentación animal, especialistas del INTA ponen el foco en su confección para mejorar el potencial productivo del establecimiento.
Los forrajes ofrecen fibra, carbohidratos solubles, proteína y minerales, en diferentes proporciones según el tipo de recurso analizado. Esta composición determina su calidad, la cual define el nivel de consumo de energía que se puede esperar del animal.
En los forrajes conservados, o reservas forrajeras, los cambios en la calidad provocan modificaciones sustanciales en el consumo y el aprovechamiento de la dieta, y consecuentemente afectan el aumento de peso o la producción de leche.
Así, la calidad de la reserva forrajera y su potencial para producción dependen del material inicial y su conservación posterior.
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En ese sentido, María Coria, especialista en alimentación animal del INTA Naredo, señaló que tener conocimiento de los recursos que se están utilizando como reserva para las diferentes categorías animales es fundamental a la hora de planificar la alimentación animal.
“Las reservas forrajeras pueden presentar una gran variabilidad nutricional debido a diferentes factores”, expresó la licenciada en producción animal.
Según la especialista, es importante la planificación para saber qué tipo de reserva se ajusta más para mejorar el potencial productivo del establecimiento.
“Hay otros factores que van a determinar la calidad de estas reservas, como son el estado del cultivo al momento de la confección o la cosecha”, continuó. Por lo que existen diversas variables que intervienen a favor o en desmedro de la producción ganadera.
FORRAJES: ASPECTOS A TENER EN CUENTA
Para Coria, además, “es importante saber cómo se elaboran las reservas, ya sea en el caso de los picados, el tamaño de partícula, el contenido de humedad en los rollos, el oreado, el prensado, el almacenamiento de las reservas forrajeras una vez confeccionadas, las formas de suministro y, en el caso del grano, si se da entero o partido”.
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El criterio básico a la hora de utilizar estos recursos es conocer la calidad nutricional; es decir, saber qué está aportando una determinada reserva forrajera: “Sobre todo el contenido de proteína y fibra, la digestibilidad, la energía, es importante para poder armar una dieta que sea adecuada y balanceada nutricionalmente”, recomendó la especialista.
Por ejemplo, en el caso de los picados, de los cultivos de verano (como el sorgo o maíz), el aporte proteico no es alto pero el aporte energético puede variar dependiendo del contenido nutricional del grano: “Entonces determinar su calidad enviando una muestra al laboratorio para analizar es importante para poder tener una buena respuesta en nuestro sistema productivo”, afirmó la técnica del INTA.
A su vez, es importante poner el foco en la sanidad. Según Coria, “es muy común la presencia de hongos que pueden llegar a ser potencialmente tóxicos para los animales”, quien dijo que “esta dificultad ocurre en forma bastante común, por una cuestión de confección o de cómo se conserva esa reserva”. La falta de sanidad puede provocar la disminución del consumo o la mortalidad del animal, lo que ocasiona grandes pérdidas económicas.
“Es importante saber cómo se elaboran las reservas, ya sea en el caso de los picados, el tamaño de partícula, el contenido de humedad en los rollos, el oreado, el prensado, el almacenamiento de las reservas forrajeras una vez confeccionadas, las formas de suministro y, en el caso del grano, si se da entero o partido”, afirmó María Coria, especialista del INTA Naredo, Buenos Aires.
ATENTOS AL ANIMAL
Si bien las reservas forrajeras se pueden utilizar para alimentar todas las categorías, su uso varía dependiendo de los requerimientos nutricionales de cada categoría animal. “Por ejemplo, no es lo mismo un animal en crecimiento, un ternero, que presenta requerimientos nutricionales en cuanto a cantidad y calidad diferentes a un animal que se encuentra en la etapa final de engorde, que necesita más energía para deponer grasa”, aseveró Coria.
Lo mismo ocurre en el caso de la vaca, los requerimientos van fluctuando según el estado fisiológico del animal, cuyos mayores requerimientos ocurren en el último tercio de la gestación y en el pico de la lactancia. A raíz de esto es que “tenemos que tener en cuenta los requerimientos del animal y en todos estos casos, cuando nuestro objetivo es potenciar la producción, tenemos que dar una dieta balanceada”, marcó.
Por último, la profesional del INTA agregó que en general “tenemos que pensar en planificar las reservas forrajeras más adecuadas según su aporte nutricional junto con los recursos forrajeros disponibles en ese momento para poder suplementar y nos permitan de esta manera incrementar la producción, ya sea a través de un aumento en la ganancia de peso o a través de un aumento en la carga animal”, sentenció.
Con el objetivo de hacer un uso más eficiente de los forrajes –para incrementar la producción ganadera–, especialistas de la Estación Experimental Agropecuaria Cesáreo Naredo del INTA junto con la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid) organizan la tercera edición de la jornada a campo “Naredo INviTA”.
El 11 y 12 de abril, productores, estudiantes y público general de esta región bonaerense podrá conocer de primera mano la propuesta tecnológica del INTA en temas como ganadería, suelo, pastoreo y cultivos agrícolas.
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