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Hay malos indicadores para el negocio lechero, que le ponen un cepo al precio al productor: En abril tendría un techo de 15%

Fuente: Bichos de Campo 21/03/2024 12:19:00 hs

En los últimos días los datos llenan los días del sector lechero, con números en rojo, con perspectivas que cuesta revertir y con realidades que confirman que este no parece ser un buen año para tambos e industrias. Entre lluvias y falta de precipitaciones las diferentes regiones productivas oscilan entre situaciones complejas, que con el

En los últimos días los datos llenan los días del sector lechero, con números en rojo, con perspectivas que cuesta revertir y con realidades que confirman que este no parece ser un buen año para tambos e industrias.

Entre lluvias y falta de precipitaciones las diferentes regiones productivas oscilan entre situaciones complejas, que con el agregado de las sensaciones térmicas elevadas ayudaron a recortar la productividad de las diferentes cuencas.

El tambo promedio viene recortando sus números en cantidad de litros, en el total de animales en producción, en las cifras de reproducción, subiendo en costos por el efecto de la economía en general, del impacto de más de un año de dólares soja, de las retenciones que también los cubren.

Ante esto, las industrias también navegan en aguas complejas, por los vaivenes productivos, los costos laborales que se ajustaron todos los meses, las amenazas de la política en el último año, las decisiones oportunistas, que no pueden ser compensadas por ciertas tranquilidades de los últimos meses en cuanto a retenciones en cero, o manifestaciones sobre la necesidad de aumentar las exportaciones.

El año arrancó con un enero de 834 millones de litros producidos, pero con una caída superior al 12% en la comparación intermensual y en la interanual. Ahí las exportaciones subieron 11% en volumen, pero sólo 1% en monto, siendo el 30% de la producción destinado al mercado externo, con un promedio por tambo a poco de los 2.700 litros diarios.

El precio promedio al productor fue de 243,92 pesos, siendo 26% más alto que en diciembre de 2023.

En febrero la producción de leche retrocedió 17% por la ola de calor, en la caída porcentual más profunda desde hace 40 años

En febrero la situación se reportó incluso más compleja. Fueron 686 millones los litros del mes, con una contracción del 12,1% respecto a enero; y de 15,1% en el contraste internaual. El precio promedio del Sistema Integrado de Gestión de la Lechería fue de 291,69 pesos por litro, o 4.172,76 pesos por kilo de sólidos útiles. El 19,6% de ajuste del valor representó 0,34 centavos de dólar por litro.

En pesos los precios en el tambo respecto al mismo período de 2023 subieron 2,2%, pero la facturación cayó 9,7 puntos. En dólares hay un desplome más fuerte, de 13,8%, en el valor y 25,5% en la facturación.

A todo esto, se suma el freno de los precios del mercado internacional. Este martes en la más reciente subasta electrónica de la cooperativa neozelandesa Fonterra tuvo una contracción en promedio de 2,8%, mientras que la leche entera en polvo terminó en los 3.143 dólares por tonelada, cayendo 4,2%, favoreciendo una tendencia de los futuros por debajo de este rango numérico, pasando incluso el ingreso al segundo semestre del año.

Si bien Argentina ha podido cerrar en estos meses algunas ventas de hasta 3.500 dólares por tonelada, los negocios vienen muy recortados, por ejemplo con Argelia generando compras muy esporádicas, China absolutamente pausada y sosteniéndose los vínculos comerciales con clientes puntuales de cada una de las empresas exportadoras.

 

A esto se añade el freno que viene marcándose en los últimos años por el deterioro económico general en el mercado interno.

Según los datos de la Dirección Nacional de Lechería, entre diciembre y enero la caída del consumo fue del 16,5%, en la comparación interanual. Aunque puede tener un condimento de estacionalidad, es cierto que todos recortan la demanda y la abaratan lo más posible.

Son años de compras en supermercados y comercios de cercanía cada vez más pequeñas y más económicas, sumado a esto las presiones de la última gestión para pisar precios de productos, e incluso el valor pagado a los productores, para intentar contener la inflación.

Según datos de la consultora Scentia, que mide el canal supermercados y autoservicios, en las categorías de desayuno y merienda, la caída interanual en los meses de febrero fue de 9,6% y se entiende que en marzo, a pesar de recuperarse el comportamiento habitual del año en las actividades, podría ser más profunda.

El panorama no es alentador, ni en los tambos, ni en las industrias, pero también se torna confuso para el comercio que siempre terminó ganando en toda esta ecuación.

Los bajos precios de los granos no ayudan a la ecuación en los tambos, la tendencia de los commodities no empujan y así la perspectiva para la leche que se está ordeñando no es tan alentadora como el recorte de la producción por el calor y las lluvias podría permitir.

En un recorrido por algunas empresas se traduce que las liquidaciones que lleguen en abril tendrán ajustes con un tope del 15%. Ese será un techo, porque la mayoría no podrá ir más allá del 10% en el aumento de la materia prima.

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Los motivos están expuestos, aunque todos entiendan que la leche cruda tiene que valer más. El cuadro siempre es más desafiante para las pymes, que tienen que salir a competir sin chances de exportación. En esa franja se trabaja para estar en las dos cifras de ajuste porcentual, pero con el impacto de la baja en la demanda a cuestas.

De los 150 pesos por litro pagados por la materia prima de noviembre, a lo que se liquidó en febrero, la recuperación del precio superó al ritmo inflacionario y lo va a seguir haciendo hacia los pagos de marzo. Sin embargo las pérdidas de un año cruel como 2023 parecieran no alcanzar para calmar la crisis que atraviesa la producción.

Las unidades productivas que tienen acuerdos particulares sobre sus precios podrían tener la misma relación de aumento que el resto de los tambos.

El sector lechero debe entonces tener más certezas futuras, para trabajar con más tranquilidad sobre las variables que las personas pueden manejar, dejando sólo al azar las que dependen de la naturaleza.

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