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Una larga charla con el profesor Enrique Lobos: Experto en manejo de plagas, celebra la utilización de bioinsumos, pero no cree que puedan reemplazar por completo a los insecticidas

Fuente: Bichos de Campo 31/12/2023 10:26:24 hs

Enrique Lobos es un ingeniero agrónomo que se presenta como “desarrollista de tecnologias para la protección de cultivos”. Pero más allá de eso se destaca sobre todo porque es un profesor, un formador de nuevas camadas de ingenieros agrónomos. Actualmente se desempeña como docente en la Cátedra de Protección Vegetal en la Universidad de Santiago

Enrique Lobos es un ingeniero agrónomo que se presenta como “desarrollista de tecnologias para la protección de cultivos”. Pero más allá de eso se destaca sobre todo porque es un profesor, un formador de nuevas camadas de ingenieros agrónomos. Actualmente se desempeña como docente en la Cátedra de Protección Vegetal en la Universidad de Santiago del Estero e investigador del Conicet.

Tiene una virtud inusual en estas épocas: trata de entender a fondo los procesos y situaciones para poder explicarlas con corrección. Por eso, no escucharemos de él posiciones altisonantes ni destempladas, especialmente en el tema que más lo ocupa: el comportamiento de las plagas que atacan los cultivos agrícolas y los modos de controlarlas.

Prevenido a la hora de dar opiniones, siempre recomienda a los productores también un manejo preventivo de los cultivos. Es decir, cree que hay muchas cosas por hacer antes de llegar a la aplicación de insecticidas. Por ejemplo, con el monitoreo o los nuevos tratamientos con bioinsumos.

De todo eso trata esta largan entrevista con Bichos de Campo:

Lobos reconoce la potencialidad de los nuevos bioinsumos y agradece su mayor compatibilidad con el medio ambiente. Pero tampoco compra espejitos de colores y advierte que cada una de las aplicaciones, ya  sea de agroquímicos o productos biológicos, debe ser precedida ineludiblemente de la asesoría e indicaciones de un ingeniero agrónomo.

Sobre esa necesidad, aclaró que los profesionales no tienen fórmulas secretas ni nada parecido, sino que valora las competencias de un profesional para entender el ecosistema. En el caso de los insecticidas, el experto insiste que estos deben ser la última instancia a la que los productores deben recurrir.

Antes el productor tiene la posibilidad de seleccionar otras tecnologías siempre más amigables con el medio ambiente. “Yo tengo una consigna básica: primero hay que producir y después hay que proteger”, enfatizó el experto y a la vez explicó que la máxima es producir con rentabilidad y disminuir la incidencia de la plaga “para no llegar a un punto en el que tengas que intervenir para matar”.

Esta recomendación la hace de modo más enfático todavía en las nuevas regiones agrícolas del norte del país. “La soja ha irrumpido en ámbitos nativos y  plagas que eran nativas del monte y de algunas especies leguminosas, hoy ya son una plaga importante en el NOA. Entonces el productor, ante esa circunstancia, tiene que proteger su producción. En algunos casos se protege con manejos, las rotaciones, pero si todas las tácticas de manejo no han servido para conseguir que esa plaga no afecte la sustentabilidad, entonces tiene que controlar”, indicó.

“Una diferencia muy importante son las prácticas productivas que orientan a producir más y por lo tanto tiene que ver con el ingreso bruto a las prácticas prospectivas que siempre tienen que ver con un gasto. No siempre no se imputan en el rubro de gasto y eso es lo que afecta directamente a la rentabilidad”, añadió el profesor. 

-Entonces decís que es necesario proteger para poder producir de forma rentable. ¿Pero sucede así en el campo o muchos productores acuden por instinto a la última instancia, la aplicación?

-Obviamente hay una consigna muy elemental que dice que hay que pulverizar cuando es necesario. La ciencia nos ha dado algunos criterios para apoyar la decisión. No es lo mismo aplicar un producto barato que un producto caro. No es lo mismo aplicar en un cultivo al principio que después. Cuando nosotros ignoramos todo eso, lo tapamos con insecticidas. Nosotros como profesionales tenemos que darle la racionalidad a esas decisiones. Tenemos una gestión en la protección que parte de lo que sería el monitoreo, a establecer parámetros que nos permitan al final un elemento que se llama la semio- técnica profesional,  así como existe la semio-técnica médica, también existe la agronómica que nos va a llevar a tener elementos que vamos a interpretar convenientemente para que de ahí surjan las recomendaciones de control o no. 

En este sentido, el investigador continuó explicando: “La prevención tiene que ver con no llegar a apagar incendios sino con un proceso de seguimiento de plagas. Hoy por suerte la tecnología de asistencia al profesional nos ofrece técnicas, como por ejemplo el monitoreo con feromona o trampas automáticas”.

“Por ahí esas técnicas no son del todo útiles cuando no tenemos las herramientas que se complementan, salvo en algunos cultivos extensivos como manzano, durazno, peral, vid.  En los cultivos extensivos, si tenemos esas feromonas, necesitamos herramientas para confundir, para atrapar insectos. Necesitamos herramientas que nos permitan diagnosticar la oportunidad de control. Y otras que no son tan nuevas herramientas que son los bioinsumos”, añadió.

-Hasta ahora la respuesta final a una plaga se ha basado en un agroquímicos, pero hay mucha resistencia a los insecticidas ¿Cuál es la posibilidad real que brindan los bioinsumos?

-Los bioinsumos son parte de los recursos tecnológicos para la protección y producción de cultivos. Nada más que son un tanto diferentes a los convencionales, porque de algún modo es difícil atribuirle a un insecticida convencional que actúa como un neurotóxico, como como un fisiológico, una respuesta en la planta que mejore la producción. Ahora tenemos los bioinsumos, que son estas sustancias microbianas o que tienen un origen microbiano o metabolitos de esos microbios que se obtienen con algunos sistemas sencillos, como pueden ser fermentaciones u otros mucho más complejos, que requieren reacciones bioquímicas, etc. Algunos de ellos tienen más de una función, por ejemplo, van a mejorar los sistemas de defensa de las plantas y a la vez van a  solubilizar los minerales que permiten una mejor asimilación a la planta.

-¿Entonces con un bioinsumo  se fortaleces la planta para resistir el ataque de plagas? ¿Pero todos los bioinsumos son inocuos? 

-Hay sustancias naturales que son neurotóxicas, pero lo que sucede que tienen procesos más selectivos de funcionar en la fisiología del organismo vivo. Los neurotóxico convencionales tienen también una posibilidad de trabajar en la fisiología del humano o en la fisiología de los animales de sangre caliente en general. Pero por ejemplo, un extracto de los frutos de la planta del Paraíso, funcionan muy bien repeliendo y matando insectos, también funcionan matando animales de sangre caliente como los cerdos. Ahora un extracto de un pariente del paraíso como es el Neem, que funciona muy bien matando insectos, no tiene actividad sobre el animal.

-¿Entonces?

-Entonces vemos que la naturaleza nos brinda muchos ejemplos positivos para potenciar los cutlvitos y algunos ejemplos que también son peligrosos. Los bioinsumos son una partecita de ese sistema biológico que la tecnología nos permite tener disponibles para manejarlos con criterio a nuestra voluntad. Pero también nos generan desafíos.

-Te ubicás por lo tanto entre los que dicen que los bioinsumos no van a reemplazar totalmente a los agroquímicos sino que habrá una transición y además bastante compleja…

-Tenemos recursos tecnológicos  convencionales que son los agroquímicos de síntesis, al que le sumamos los bioinsumo. Son recursos que se complementan perfectamente y en otros casos tenemos la posibilidad de movernos estrictamente con los agroquímicos que tienen menos restricciones, sobre todo en la conservación y en la aplicación, porque hablamos de productos de síntesis. No obstante, dentro de los convencionales tenemos productos que no son de síntesis, como el caso de aquellos que vienen de fermentaciones o los semisintéticos del mismo principio activo, que son biológicos o semibiológicos.

Sobre este particular, Lobos argumentó. “Son principios activos que vienen de bacterias y se usan convencionalmente para matar nematodos, para matar insectos. Hay profesionales que con criterio adecuan sus recomendaciones técnicas al sistema biológico o agroecosistema.  En el caso de los bioinsumos, nosotros tenemos organismos; macro y microorganismos, que funcionan muy bien en el sur de Buenos Aires, pero que en el norte es imposible usarlos, donde la velocidad de la biología te esté imponiendo otro tipo de cosas o las condiciones ambientales exigen que soporte determinadas condiciones que no se dan en el sur: altas temperaturas, mayor intensidad lumínica, escasez de lluvia, baja de humedad“. 

-A ver si entiendo: Los bioinsumos entonces son una nueva herramienta, pero siempre tiene que haber algún consejero profesional atrás parra adaptar las diferentes tecnologías. 

-Absolutamente. Nosotros manejamos un ecosistema, un sistema mucho más complejo, donde si bien el foco está puesto en el cultivo, ese cultivo se desarrolla en un contexto micro que es el suelo, y en un contexto macro que es es el ambiente al que a su vez lo complejizamos con el contexto social. Los cultivos periurbanos te están caracterizando un contexto social en la proximidad de un pueblo al lugar donde se desarrolle el sistema. Ahí es donde necesitamos el criterio de aquel que va a leer el prospecto de la tecnología para entender y hacer, por supuesto, diagnóstico, interpretación y recomendación de qué es lo conveniente. Nosotros gestionamos un sistema biológico aplicando tecnología y buscamos rentabilidad. Esto nos diferencia de un ecólogo, por ejemplo. Pero siempre tenemos que considerar a ese marco social y ambiental. 

-¿Y los insumos biológicos son mucho más desafiante que los agroquímicos?

-Toda la amplitud de los bioinsumos puede ser abordada por los especialistas en distintas áreas. Cuando vos empiezas a profundizar es increíble hasta donde llegan. Los profesionales, que si bien va a recomendar y  a simplificar en una receta agroquímica, como consecuencia de un proceso, de diagnóstico e interpretación, van a tener que asumir el desafío de saber donde se desarrolla el cultivo, pero también a salir de lo predial. A ir a la zona donde en el espacio y en el tiempo se mueven las plagas y los enemigos naturales. Eso es lo interesante, lo desafiante, lo apasionante que tienen los bioinsumos. Motivarte a ir más allá de la simpleza que uno puede llegar a conseguir al hablar de un producto o de una dosis.

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