¿Aceite de oliva de la Patagonia? Desde su finca Don Ivo en plena meseta chubutense, Pablo Vicenzi asegura que está buscando “cambiar el paradigma productivo de la zona”
Entre Trelew y Gaiman, en la Patagonia argentina, se encuentra Don Ivo, una finca de un poco más tres hectáreas donde Pablo Vincenzi ha decidido plantar olivos y no seguir las tradicionales actividades ganaderas de la zona. El empresario que desde muy chico estuvo ligado al rubro inmobiliario decidió lanzarse a esta “aventura” después de
Entre Trelew y Gaiman, en la Patagonia argentina, se encuentra Don Ivo, una finca de un poco más tres hectáreas donde Pablo Vincenzi ha decidido plantar olivos y no seguir las tradicionales actividades ganaderas de la zona.
El empresario que desde muy chico estuvo ligado al rubro inmobiliario decidió lanzarse a esta “aventura” después de viajar por las zonas altas de España, y ver que el olivo era compatible con los suelos áridos.
El reto comenzó en 2018 con exactamente 800 plantas de olivo provenientes de la provincia de Mendoza. Según cuenta el pequeño productor, la primera cosecha se hizo a modo de prueba y demostró que la calidad del aceite es muy superior a los que se producen en el norte del país.
“Esto nació como un desafío de querer innovar. El negocio inmobiliario es algo más tangible y matemático que lo agrícola. En la agricultura nada es matemático, y lo que te dicen los libros no se cumplen como en una operación inmobiliaria. Pero el desafío es ese, dejar un precedente y hacer un olivar en estas condiciones y en estas tierras”, confiesa el empresario devenido en productor.
Pablo Vincenzi dijo a Bichos de Campo que inicialmente se debatía entre plantar nogales, almendros y olivos hasta decidirse por este último. “Fue olivos y no almendros o nogal, porque investigando un poco pude saber que el olivo empieza a producir antes y tiene menos requerimientos de tierras y cuidados intensivos, comparado con el nogal y los almendros. El olivo se adapta a todo, es mucho más rústico. Además el aceite de oliva es un commodity que se mantiene en el tiempo”.
En el olivar Don Ivo, nombre escogido en honor a su abuelo italiano, Pablo siembra específicamente las variedades arbequina, arbosana y fantoio, porque se adaptan mejor al suelo agreste de la Patagonia y, refiere que en los inicios solo tuvo una pérdida de 50 plantas, principalmente por el ataque de roedores y, aunque en menor medida, el fuerte viento que suele existir en la zona.
“Tuvimos mucho cuidado, pero no nos dimos cuenta que los roedores atacaban tanto. En muchos casos si bien fueron arruinadas las platas, muchas rebrotaron. Por eso digo que perdimos tiempo, porque se pudo entrar a producir antes”, explica Pablo, quien insiste en que más allá de la teoría y los libros, los tiempos de producción dependen del clima y las condiciones reales del lugar donde se desarrolla la planta para que pueda dar mejores frutos después. También hace hincapié en la importancia de las cortinas de viento ya sean vivas o artificiales.
“Depende la inversión que se pueda hacer y las restricciones de agua que tengas. Vos hacés una cortina de viento de árboles como tamariscos, álamos o sauce, y al año siguiente plantás los olivos. Vas a entrar con una impronta más positiva que si plantás directamente los olivos y después plantás las cortinas”, afirmó.
-¿Cómo fue la primera producción del olivar?
-La primera producción que fue a los tres años, fue principalmente para muestras, para hacer análisis de aceites, sabores y ácido oleico y realmente fueron gratificantes. En síntesis, el olivo como la vid, necesitan las diferencias térmicas para estresar a la planta y lograr sobrevivir. Esa misma capacidad de supervivencia de la planta es lo que genera el ácido oleico en el caso del olivo. En lugres donde no hay tanta diferencia térmica, el aceite no tiene tanto ácido oleico.
¿Qué resultados arrojaron las pruebas? “El ácido oleico de acá, alcanzó un 78%, es un resultado realmente muy bueno. De hecho los aceites de oliva de la Patagonia están dando muy buenos niveles de ácido oleico, mejores que los del norte de Argentina. No tenemos todavía el volumen para el mercado, pero los índices son mejores”, apuntó Vincenzi.
-Decís que estás en condiciones de producir un aceite superior al que se produce en otras zonas ¿Exactamente qué objetivos persigues?
-Justamente nos estamos planteado los desafíos que tenemos por delante. Estamos incrementando la cantidad de bayas, diversificar las variedades para producir aceite y aceitunas de mesa. Esta última se hace más difícil porque los días de calor no alcanzan para que crezcan y alcancen un calibre para aceitunas de mesa. Todavía estamos buscando la planta que mejor responda a este suelo y este clima.
Si bien el olivar hasta el momento se piensa como un emprendimiento familiar, Pablo Vincenzi, cuenta con asesoría de especialistas en el cultivo, porque los rendimiento productivos de este cultivo dependen de una poda oportuna para mitigar el castigo de los fuertes vientos que se originan en la zona
-¿Hacia dónde apuntas hoy con las producciones que puedes obtener de estas tres hectáreas de olivo?
-Por ahora estamos concentrados en la cantidad de producción y el rendimiento de los árboles, es el desafío de hoy. Por supuesto que a larga queremos tener una planta de procesamiento de aceite de oliva. Por ahora lo estamos tercerizando en una planta en Puerto Madryn, muy cerca de acá. Y como hicimos el marco de plantación, la cosecha se puede hacer manual como hasta ahora, o puede ser en automático con la ayuda de máquinas.
–Siempre decís que esta producción de olivos en la Patagonia es un total desafío ¿Qué le dirías a alguien que también se aventura a emprender en este rubro?
-Lo primero que diría es que no se desaminen por las condiciones climáticas, porque existen experiencias en otros lugares con las condiciones climáticas similares y el olivo se adapta y, en más o menos tiempo rinde. El olivo es un árbol muy noble y rústico que se adapta al suelo, puede soportar hasta nevadas. Son árboles tradicionales que se adaptan a todas las condiciones climáticas.
En su andar por este camino del olivo, Pablo Vincenzi dice haber entendido que esta actividad es un proceso que se da “durante generaciones, y no tanto por años”, para intentar cambiar la cultura del campo de ovejas que históricamente se ha tenido en la Patagonia. “La idea es cambiar el paradigma a una plantación que también pasa de generación en generación, porque un olivo vive de 100 a 200 años tranquilamente”, comentó el productor.
-¿Estás satisfecho con lo que has logrado hasta ahora? ¿Se van cumpliendo tus expectativas de cultivar olivo en la Patagonia?
-Totalmente. La calidad del aceite es muy buena. Nos hubiese gustado que empezara a rendir antes, pero un árbol no es una máquina. Pero la verdad que lo más gratificante es la calidad del aceite, porque las condiciones geográficas y climáticas hacen que sea de buena calidad.
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