Venezuela no funcionó: ¿A qué país caribeño deberían mirar ahora los empresarios agrícolas argentinos interesados en exportar tecnología y servicios?
Alguna vez, 15 o 20 años atrás, cientos de empresarios del sector agroalimentario argentino viajaban en tropel hacia Venezuela para ofrecer sus productos, su experiencia y sus servicios. Por aquellos años, el gobierno de Hugo Chávez gozaba de una singular amistad con el de Néstor y Cristina Kirchner, y los altos precios del petróleo sobraban
Alguna vez, 15 o 20 años atrás, cientos de empresarios del sector agroalimentario argentino viajaban en tropel hacia Venezuela para ofrecer sus productos, su experiencia y sus servicios. Por aquellos años, el gobierno de Hugo Chávez gozaba de una singular amistad con el de Néstor y Cristina Kirchner, y los altos precios del petróleo sobraban para la compra de maquinaria y alimentos de todo tipo, que incluso se pagaban con llamativos sobreprecios. Entusiasmados con reducir su nivel de importaciones de alimentos, además, los venezolanos organizaban grandes giras con técnicos del INTA. Y hasta Gustavo Grobocopatel soñó con extender el fenómeno de la soja hacia los llanos venezolanos.
Todo aquello, en la mayoría de los casos, terminó en un gran bluf. Ye es historia conocida.
En la sede central del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA) en Costa Rica, Bichos de Campo participó este martes de una singular conferencia de prensa con el presidente de la que sería la próxima gran promesa agrícola sudamericana, la que esperemos termine mejor que la experiencia venezolana. Allí el mandatario de la República Cooperativa de Guyana, Mohamed Irfaan Ali, dijo que su país y el resto de las naciones del Caribe están avanzando de manera firme para alcanzar el objetivo que se han propuesto, de reducir sus millonarias importaciones de alimentos en un 25% para 2025.
“La tarea requiere esfuerzo, compromiso, coordinación de políticas y acceso a capital para derribar barreras que obstaculizan el acceso a nuevas tecnologías y nos permitan alcanzar resiliencia y sostenibilidad en nuestra producción de alimentos. Estamos haciendo progresos constantes en esa dirección”, dijo Alí, quien fue recibido en el IICA por el titular de ese organismo, el argentino Manuel Otero, quien además le otorgó un reconocimiento especial por el rol que está cumpliendo dentro de la Comunidad del Caribe (CARICOM) para que la región dependa cada vez menos de alimentos importados.
Hasta aquí todo bien: el presidente de una nación que hasta no hace mucho (1966) era todavía una colonia británica, y que solo puede mostrar índices sociales y productivos moderados, afirma que están tratando de incrementar la producción local de alimentos para reducir paulatinamente su gran dependencia a los alimentos importados, sobre todo de los Estados Unidos.
Pero hay un detalle que podría convertir a Guyana en la nueva Venezuela, ojalá con mejor suerte que aquella.
“La situación económica de Guyana ha cambiado de la noche a la mañana merced a la llegada de un consorcio inversor comandado por la petrolera Exxon. El desembarco del grupo de empresas se produjo hace más de un lustro, con ánimo de completar una serie de prospecciones y exploraciones en torno a las reservas de crudo del pequeño país. Los trabajos se concluyeron de manera satisfactoria y en 2019 empezaron a extraerse los primeros barriles de petróleo. Desde entonces, la producción de oro negro no ha parado de crecer”, dice un artículo de Libremercado.com que identifica a este pequeño país como una nueva potencia petrolera.
Hasta que llegó el petróleo, la economía de Guyana dependía de unos pocos recursos naturales como el azúcar, el oro, la bauxita y el arroz. El ministro de Agricultura Zulfikar Mustapha, que esta tarde acompañó al presidente Alí en la sede del IICA, contaba que buena parte de los ingresos se está utilizando para incrementar fuertemente las producciones locales de azúcar y arroz. Y también que Guyana está haciendo un esfuerzo grande para desarrollar la ganadería, a la que considera clave para la seguridad alimentaria y para generar divisas.
“Estamos construyendo mataderos modernos en todo el país, para desarrollar nuestra industria de carne vacuna y porcina. Nuestro objetivo es procesar cerdos en nuestro país, antes de importarlos. Brasil exporta carne a Oriente Medio y nosotros también queremos entrar a esos mercados. En la producción de carne aviar somos autosuficientes, pero queremos exportar. Estamos invirtiendo mucho, investigando y construyendo laboratorios. Tenemos pasturas, abundancia de tierras y podemos decir que la ganadería en Guyana está despegando. En algunos años seremos una potencia en esta parte del mundo”, anticipaba el funcionario.
Como sea, muchos expertos ven en Guyana la posibilidad real de incrementar rápidamente sus niveles de producción y comenzar a ser algo así como “la despensa del Caribe”, suplantando importaciones de otros orígenes. Con 215 mil kilómetros cuadrados, la República es el tercer país más pequeño de América del Sur, después de Surinam y Uruguay. Tiene una población de unos 800 mil habitantes, de los cuales el 90% vive en la llanura costera del país y 72 % se considera rural. En 2019, la Agricultura representaba alrededor del 12% del PBI y daba empleo al 16% de la población. El sector está dominado por pequeños agricultores que cultivan parcelas de menos de cinco hectáreas, que están urgidos de contar con nuevas tecnologías.
En el discurso de su presidente, y mientras sostiene tensiones fronterizas con la Venezuela empobrecida de Nicolás Maduro, Guyana cuenta como gran aliado a su otro gran vecino, Brasil. En la conferencia de prensa, Alí mencionó un proyecto concreto de cooperación con el estado de Roraima, del norte de Brasil, para establecer un centro regional (hub) de distribución de alimentos, que cumplirá un rol trascendente en el abastecimiento a la región y promoverá inversiones por cientos de millones de dólares del sector privado.
Según el mandatario, algunos de esos proyectos ya están en desarrollo, en sectores como acuicultura, producción láctea y de vegetales. “Vemos a Brasil como un importante socio para ayudar”, afirmó el presidente, que mencionó varias veces a su par Lula Da Silva.
El jefe de gobierno señaló además que para ellos la agricultura no es solamente producción de alimentos: “Para nosotros es también una actividad económica, que debe ser capaz de ser competitiva, rentable, tener sentido para el sector privado y ser atractiva para las mujeres y para los jóvenes. Tenemos que posicionar la agricultura en esa línea indicó”.
“Hasta hace pocos años los niños indígenas pasaban la mitad del día cazando o pescando para conseguir comida. Ahora eso está cambiando”, se ilusionó Alí.
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