Dos amigos “del tomate”: Pensando en recuperar el sabor, Luciano y Alexis se pusieron a producir las variedades más extrañas
Yendo por Ruta 2, en la localidad de Abasto, son abundantes los establecimientos hortícolas que proveen de verduras a los habitantes a La Plata y a la ciudad de Buenos Aires. Bichos de Campo ingresó a uno de ellos que parecía de lo más normal: un camino de tierra conducía un grupo de invernaderos hechos
Yendo por Ruta 2, en la localidad de Abasto, son abundantes los establecimientos hortícolas que proveen de verduras a los habitantes a La Plata y a la ciudad de Buenos Aires. Bichos de Campo ingresó a uno de ellos que parecía de lo más normal: un camino de tierra conducía un grupo de invernaderos hechos de madera y plástico. ¿Qué puede suceder aquí de extraño? Don Pacho se llama.
Pero, sí, pueden suceder cosas muy extrañas en Don Pacho. Para empezar, quienes conducen este establecimiento hortícola parecen estar “del tomate”, como se suele decir, y disfrutar de esa extraña condición. Se trata de Luciano Kunis y su amigo tucumano Alexis Quirós. Se nota a la legua que se quieren y respetan, aunque estén permanentemente haciéndose chistes entre ellos.
Si ya resulta extraño ver a un abogado y a un ingeniero en sistemas ponerse al frente de un emprendimiento productivo, mucho más novedoso es que estos dos emprendedores se han decidido a producir las variedades más extrañas de cada cosa. Cuando entrevistamos a Luciano, detrás había implantadas 21 especies de calabazas distintas entre sí, todas muy diferentes a las variedades más convencionales que llegan al mercado.
“Estas variedades han sido traídas de todo el mundo. Vamos probando y, si se adaptan a la zona, las reproducimos. Hacemos todo en pequeñas cantidades”, nos explicó Luciano. La multiplicidad de tipos, calibres, tamaños y colores de cada verdura se repiten en varias especies, como por ejemplo la berenjena. Pero en Don Pacho el cultivo que ocupa la mayor parte de la superficie en los invernaderos es el tomate. O mejor dicho, los tomates, porque hay muchos e inimaginables.
-¿Cuántas variedades probaron?- preguntamos a Kunis.
-En tomate hemos probado cerca de mil variedades. Este año estamos produciendo 170, más o menos. De todos modos, se descarta la gran mayoría y nosotros nos quedamos con una de cada veinte variedades que probamos. Esto es como un laboratorio al final.
Luciano dice que en la Argentina se conocen muy pocas variedades de tomate: el redondo, el perita y el cherry. Punto. Pero en el mundo existen no menos de 7000 identificadas. Él es fanático y hasta se ha tatuado un enorme tomate rojo en una pierna. Se trata de su variedad favorita, el tomate vasco. En Don Pacho llegaron a cosechar uno que pesaba 2 kilos 200 gramos.
El emprendedor explica con mucha claridad por qué se metieron en esta búsqueda alocada entre variedades de tomate y otras especies hortícolas. “Nosotros lo que privilegiamos es el sabor. Puede ser que una variedad se adapte bien y sea muy productiva, pero si no tiene sabor a nosotros no nos sirve. También puede suceder que un tomate sea riquísimo, espectacular, pero sea muy poco productivo. Ahí es dónde elegimos nosotros”.
En Don Pacho se han decidido además de hacer todo sin fertilizantes químicos, de modo agroecológico. Esto y la multiplicidad de variedades deja huella sobre el aspecto de los frutos, pero eso es algo que a los dos socios los tiene sin cuidado. “Privilegiamos el sabor ante todo. No nos importa ni el color ni la pinta. A veces son tomates arrugados. Lo que a nosotros nos importa es que en un momento vos cortes el tomate y sientas que es algo diferente, pero a su vez conocido. Es algo muy raro, porque es un sabor que te transporta a la niñez”.
Mirá la entrevista a Luciano Kunis:
-¿De donde viene esta búsqueda de sabores nuevos y de semillas?
-Tanto Alexis como yo hemos vivido por el mundo y hemos ido en busca de los mejores sabores. Siempre nos gustó la comida. Y siempre tuvimos amigos cocineros y siempre vivimos en el restorán, pero del lado de la cocina. Entonces aprendimos a valorizar el producto de primera clase. Y luego vimos que había un nicho en la Argentina donde nosotros podíamos entrar bien.
-¿Y cómo llamarías a ese nicho?
-Volver al sabor. Nosotros desayunamos con eso. Cortamos un tomate a la mitad y realmente es un placer, es una fruta. Se parece mucho más a una cereza o a un ananá o a una sandía dependiendo del tipo de tomate que estemos comiendo en ese momento. Pero te va a hacer acordar mucho más a eso que si vas a comprar un tomate en una verdulería, que no tiene sabor a nada.
El negocio de Don Pacho, que se llama así por un perro muy querido por Luciano, es atender a un mercado gourmet y sus principales clientes son los cocineros que les preguntan qué van a estar cosechando en los próximos días, como para probar. Los teléfonos comienzan a sonar cuando se va aproximando el momento de la cosecha. De las 170 variedades que están en los ensayos, quizás se multipliquen finalmente 20 o 30.
“El tomate se cosecha en el día y se entrega en el día. Cada tomate se cosecha a mano, nosotros lo tratamos como una pequeña joyita”, nos dice Luciano. El momento de la cosecha es decidido cada día, pues ellos han decidido no hacerla cuando el tomate está todavía verde. Prefieren que madure en la planta.
Como tienen mucho descarte, en los próximos meses piensan sacar una línea de salsa de tomate junto con un restorán muy conocido (Corte Comedor). También están ensayando con un desecador solar, como para poder preservar los tomates y su sabor a lo largo de todo el año.
Alexis Quirós es otro “loco del tomate”. Tras veinte años se retiró de una carrera exitosa como ingeniero de sistemas para meterse de lleno en el sistema de producción que le proponía su amigo. Su mirada alternativa le permitió entender de manera diferente muchos aspectos del sistema. Por ejemplo, en vez de atar las plantas de tomate para que permanezcan erguidas, ha copiado un sistema de ganchos que se pueden manipular muy fácilmente y optimizan los tiempos de cosecha.
“Trabajamos sin agroquímicos y creamos bioinsumos”, indica Quirós a Bichos de Campo. De todos modos, no hacen espamento con esa condición. Más bien, parece ser otro elemento como para divertirse e imponerse nuevos desafíos.
Alexis está elaborando muchos de los insumos que necesitan en la quinta. Por ejemplo, como insecticidas utiliza un producto que elabora con una variedad de ají muy picante que producen allí mismo. Ahora, junto a un especialista, está comenzando a elaborar un bioestimulante foliar a partir de los pétalos de flores. También usan tabaco y plantas aromáticas para ahuyentar los diferentes bichos.
Mirá la entrevista con Alexis Quirós:
Algunos de los insumos que utilizan los importan, como la perlita o el guano de gaviota. “La producción nacional de algunos insumos no es homogénea y necesitamos la mejor base para obtener los mejores frutos. Los abejorros que utilizan como polinizadores de los tomates también son caros y exclusivos: pueden llegar a valer tres dólares cada uno de ellos.
“Todo ensayo-error nos cuesta muy caro”, reflexiona Alexis. Los dos amigos están ahora construyendo un nuevo invernadero para ampliar la producción y el ingeniero lo ha proyectado un poco más alto que lo habitual en la zona, para aprovechar mejor la radiación solar. El problema, reconoce, va a ser manipular las plantas cuando estén crecidas. Pero para eso también tiene solución y, no se sabe si en broma o no, dice que enseñará a sus trabajadores a andar en zancos por entre las hileras.
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