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Chuni Acuña, el súper veterinario que ya hizo más de un millón de tactos: “La vaca primero es madre y luego amante”, determina

Fuente: Bichos de Campo 28/04/2021 12:56:40 hs

En su DNI dice que se llama Carlos Martín Acuña pero, salvo su suegra, nadie lo recuerda, ya que para todo el mundo es Chuni. “Es gracioso pero en la época en que aún se mandaban cartas, muchas veces me llagaban con el encabezado de ´Para el Dr. Chuni Acuña´, cuenta este veterinario de 73

En su DNI dice que se llama Carlos Martín Acuña pero, salvo su suegra, nadie lo recuerda, ya que para todo el mundo es Chuni. “Es gracioso pero en la época en que aún se mandaban cartas, muchas veces me llagaban con el encabezado de ´Para el Dr. Chuni Acuña´, cuenta este veterinario de 73 años cuya marca registrada es haber hecho más de un millón de tactos (1.120.923 para ser más exactos al momento de esta nota).

Chuni es Chuni desde los 11 años, cuando en la primaria le pusieron ese apodo por la analogía sonora de su apellido Acuña, con el animalito llamado chuña y también, en parte, por su nariz un poco ganchuda. Hace 48 años que vive en Azul, casi los mismos que está casado con María y que ejerce como veterinario: en julio de 1973 (mes en el que se matriculó en el Colegio de Veterinarios de la Provincia de Buenos Aires), el 13 específicamente, a los 25 años realizó su primera cesárea solo y con buenos resultados.

A partir de ahí no paró en el ejercicio de la profesión, de la cual se considera un apasionado a tal punto que hace 7 años publicó un libro de memorias titulado: ¿Apasionado, yo?

-Usted siempre dice que es mejor trabajar con menos toros pero de mejor calidad genética.

-Así es: es mejor y más rentable tener menor cantidad de toros pero que garanticen mejores resultados, es decir, que tengan una mayor capacidad de servicio. Está confirmado que funciona: su calidad genética transmite cualidades a su descendencia.

-¿Y por qué no se hace?

-Lo que pasa es que, aunque suene extraño, aún no hay en Argentina un ensayo a campo bien hecho para determinar la diferencia en los hijos de los toros superiores genéticamente vs los hijos de toros sin información y origen desconocido. Es raro porque, por ejemplo, el mismo productor, a la hora de hacer agricultura, se asesora y no usa una semilla si no está fiscalizada o no tiene garantía de que va a funcionar bien pero con los toros no pasa eso. A veces alguien ve un lindo ternero y le parece que “va a andar” y lo deja para toro… pero al final los resultados no son óptimos.

-O sea que se necesita algo más que “parecer bueno”…

-Es que un toro puede tener buen fenotipo pero eso no significa, necesariamente, que lo transmita a sus hijos; hay posibilidades pero no certeza del 100%. Aparte también hay que ver con qué madre se junta, que es quien aporta el 50%.

-¿Y esta información sobre los toros no está?

-Aun no hay datos concretos porque se mide poco y en Argentina las estadísticas no son muy confiables… y me refiero a todos los sectores, no sólo al agropecuario. Creo que las asociaciones de criadores tendrían que ser las más interesadas en hacer un buen ensayo para garantizar, por ejemplo, más kilos al destete.  Es algo simple pero lo simple muchas veces no se ve… y se prefieren hacer cosas complicadas que no dan tanto resultado. Y hay que recordar que en ganadería las cosas son lentas… un error se paga tarda más en repararse que cuando se trata de agricultura.

 –¿Cómo es en otros países la prueba de Capacidad de Servicio?

-Se comenzó en Australia en 1975 y la trajimos a la Argentina en 1985, casi al mismo tiempo que Uruguay. O sea que si bien existe desde hace muchos años acá aún se discute porque se cree que es arriesgado y complicado. Los monjes trapenses de Azul hacen la prueba de capacidad de servicio desde hace 35 años en los toros de su cabaña que salen a venta, y así saben que con estos toros se concentra más la preñez al principio del servicio pues sirven más de una vez a las vacas en celo y así aumenta la posibilidad de preñarse. Pero lo que pasa es que muchos ganaderos se manejan con una idea antigua y conservadora que usaban sus abuelos, de utilizar un 4 o 5% de toros.

-¿Cómo reaccionan sus clientes cuando les propone trabajar con un 2%?

-Primero me dicen que estoy loco. Y luego agregan: “Yo quiero estar tranquilo e irme en paz de vacaciones”; “Esto es muy arriesgado”; “Qué pasa si se lesiona un toro”. Por todo esto yo doy una charla a los recorredores antes de realizar el servicio, donde sintetizamos todo lo que hay que hacer en 10 puntos que conforman las indicaciones para el personal.

 

-¿Qué es lo importante a observar?

-Empezamos en un momento anterior al servicio: hay que saber bien qué toros hay en cada potrero, o sea, es fundamental tenerlos bien identificados. Entonces uno recorre el potrero y ve, por ejemplo, que hay un toro que no debería estar en ese potrero… algo que suele ocurrir porque un toro se puede pasar de un rodeo a otro. Entonces tenemos un rodeo donde hay menos toros y hay que organizar las cosas. Ahora bien, al momento de salir a observar debo fijarme que el toro no esté rengueando y que camine bien; también hay que observar pene y testículos y constatar que no haya nada que llame la atención como lesiones ni hematomas. Eso, entre otras cosas.

-¿Y con las hembras?

-La clave de todo el manejo reproductivo es la alimentación y lo que llamamos bienestar animal: la vaca debe estar bien alimentada y sin entrés para entrar en celo porque esto implica un gasto de energía importante. Además, siempre hay que recordar que la vaca “primero es madre y luego amante”: en primer lugar amamanta a su ternero y si después de eso le sobra energía, recién ahí entra en celo, o sea que la reproducción es una función “de lujo”.

-Cuándo menciona el bienestar animal, ¿a qué se refiere específicamente?

-A manejar la hacienda con paciencia, sin perros y sin gritos. La vaca es un animal de fuga, así que cuando ella te ve, simplemente avanza y no hace falta gritarle ni que haya perros ladrando. Es más, es mejor que no haya perros para nada porque aunque no ladran ellas los huelen y se estresan. Otra cosa que conviene es arrearlas con una voz grave y no chillona, y evitar los caballos en la manga, por eso ahora son más chicas, para que dos personas de a pie las manejen con banderas.  Pero en fin, son cosas de educación que llevan tiempo.

-¿Cuáles son hoy las principales quejas de los ganaderos?

-Las clásicas son las relacionadas al clima pero hoy se le suma la cuestión inflacionaria, los impuestos y ese ahogo de tener “la pata del Gobierno” siempre encima: solo en Argentina hay retenciones. Es increíble pero aunque el país se beneficia con el trabajo del sector agropecuario, la sociedad no lo ve así. Y eso genera malestar entre los productores.

-Este es un viejo tema de discusión: ¿por qué cree que la gente de ciudad no sabe nada del campo?

-Creo que es un tema de comunicación. ¿Qué es lo que siempre ve la sociedad? Al productor quejándose, ya sea por el clima o por los impuestos. Y aunque sea una realidad, la gente de ciudad a veces no lo entiende. Lo que el urbano no sabe es que tener campo no garantiza un bienestar per se ni todo lo que hay que hacer y arriesgar para poder vivir del campo. Pero claro, la gente no lo sabe y solo le llega la queja. Me parece que las entidades deberían poner énfasis en una comunicación que llegue a la gente común y de ciudad.

-Hablando de cosas urbanas, ¿qué opina del veganismo?

-No lo concibo porque siempre me alimenté con carne y cuando trabajo en la manga no estoy pensando que voy a matar a ese animal. Nunca hablé en profundidad con un vegano pero creo que nunca compartiré esas ideas. El fanatismo siempre hace mal pero claro, el camino del medio es lo más difícil, en todo.

-Usted dice que ha hecho más de un millón de tactos: ¿esa frase se convirtió en su marca registrada?

-Es que soy muy estadístico, me gusta registrar los hechos. Empecé a escribir mi diario a los 19 años y nunca paré. Llegó un momento en que tenía como 40 libretas escritas y en el año 2000 empecé a tipear esas hojas porque quería dejárselas a mi familia y no leerlas yo solo. Así fue me puse a escribir un libro y en 2014 hice una edición privada de 700 ejemplares para regalar a familiares, amigos y clientes.

-¿Y qué comentarios le llegaron?

-El monje trapense Bernardo Olivera, que fue durante mucho tiempo nuestro consejero espiritual, fue el primero que leyó el libro. Me dijo que a través de sus páginas había visto un gran amor a mi esposa, a mi familia y que yo era, sin dudas, un apasionado de mi profesión. Y es la pura verdad.

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