“Falta un plan productivo”: en el bioetanol suman inversiones, pero alertan por la brecha con Brasil

La reciente edición de Adblick tuvo la participación de Manuel Ron, referente de Bio 4, una de las mayores fábricas de bioetanol del país. “La inteligencia artificial genera mucho más consumos de energía”, fue uno de sus planteos.
Hace cuatro años, en una noche de tensos debates en el recinto de la Cámara de Diputados, la actual Ley de Biocombustibles daba su último paso parlamentario para pasar a ser el nuevo marco regulatorio de la actividad.
Su sanción derivó en un tope del 12% para el corte de la nafta con bioetanol de maíz y caña de azúcar, y en ese momento una marcada reducción del 10% al 5% en el biodiésel en el gasoil.
En el plano agropecuario lo que quedó después de aquella medianoche fue un sentimiento homogéneo: un rechazo unánime a la Ley que se mantiene vigente al día de hoy.
Esta semana se realizó en el barrio porteño de Chacarita el tradicional “Argentina Visión 2040”, organizado por la compañía Adblick. Allí participó de uno de los paneles el empresario cordobés, Manuel Ron, uno de los socios fundadores de Bio 4 -una de las fábricas de bioetanol más grandes del país y pionera en el rubro-, quien alertó por la disparada en la brecha de porcentajes que la Argentina mantiene con Brasil.
“En el 2014 teníamos cinco plantas de bioetanol, y en Brasil había dos. Había, sí, ingenios azucareros que proveían el corte creciente que tenían allá. Hoy, 11 años después, seguimos siendo cinco plantas de etanol de maíz y en Brasil hay 20, con mucha más tecnología, y hay otras 19 con planes de construirse. Nos pasó terriblemente, con políticas de Estado”, expresó el empresario argentino.
A la vez ponderó la flexibilidad en el rubro: “Pero sobre todo con un mercado desregulado, con un Estado menos presente dentro de las políticas de biocombustible”.
En ese marco, subrayó que esta semana Brasil anunció que llevará su corte interno de bioetanol en la nafta del 27,5% al 30%.
Y comparó: “Con un Estado presente, en los últimos 20 años seguimos estancados y hemos crecido del 10% al 12% en la época de Macri, pero no hubo inversiones, no hubo laburo, no hubo nuevos trabajos. Realmente fue una política equivocada el Estado presente digitando todo lo que pasa en materia de biocombustibles, cuando el país vecino solamente con una política de Estado para un corte dejó que todo creciera”.
EL BIOETANOL, CON INVERSIONES EN CÓRDOBA
En ese marco, Ron anunció ante el auditorio que Bio 4 seguirá “ampliando la planta de bioetanol para ganar más competitividad”.
“Si hay algo que se necesita en esta transformación son alternativas bajas en carbono y competitivas en precios porque nadie está dispuesto a pagar sobreprecios. Venimos escuchando mucho de digitalización de tecnología y biotecnología. Pero quiero hacer mucho énfasis en algo que estamos viendo: y no es fácil el orden de magnitudes, porque poder descarbonizar la economía y hacer una transición energética es realmente abrumador”, apuntó.
En ese sentido, remarcó que “la inteligencia artificial genera mucho más consumo de energía, y no es fácil hacer una planta nuclear, que es lo que aparentemente viene, son procesos larguísimos y son desafíos enormes”.
LA PALABRA DE MANUEL RON
“Nos invitaron desde Adblick para hablar sobre valor agregado. Nosotros somos productores agropecuarios del sur de Córdoba, armamos Bio4, y la idea siempre fue transformar los granos en productos de más valor, transformar el maíz y después participar de la transición energética”, expuso.
En un diálogo con Infocampo, comentó que “al principio era darle valor agregado al maíz, pero después nos dimos cuenta que la transición energética iba fuertísimo y que desde la bioenergía hay un lugar para participar”.
-¿Cuál es la foto actual de cómo está Argentina en materia de producción de biocombustibles?
-Está bastante relegada. Por la potencialidad que tenemos y la posibilidad de estar a los niveles de los países más competitivos del mundo, estamos muy relegados. Tenemos que seguir fomentando políticas para esta transición energética. Hay obviamente intereses cruzados con otros sectores, pero la transición energética está en marcha y se puede por distintas políticas, distintos Gobiernos, por el péndulo de ser más “pro Agenda 2030” o “más ambiental”, “menos ambiental”. Pero en el largo plazo vamos a la transición energética y va a haber combustibles de todo tipo o energías de todo tipo, y con menos huella de carbono, es necesario.
-Semanas atrás el jefe de bloque de la Coalición Cívica en Diputados nos señalaba que “el lobby del campo tiene la suerte y la desventaja de ser democrático”. En paralelo, la actual Ley del sector tiene un marcado rechazo en el agro. Esa pulseada perdida ante otros sectores en ese momento, ¿sienten que se puede revertir?
-Si me lo preguntás desde el lado del lobby del campo, y se ve en las retenciones que tenemos, es producto de que no tenemos una gran capacidad de lobby, estamos muy fragmentados, atomizados y no tenemos la representatividad que deberíamos tener como sector. Somos el primer generador de divisas de la Argentina y no tenemos agrodiputados, por así decirlo, una cantidad suficiente como para realmente poder impedir que pasen ciertos tipos de leyes o iniciativas como en Brasil.
-¿Qué observan de ahí?
-Allí se plantea una iniciativa de retenciones y no pasa por el Congreso, de ninguna manera. Aquí el sector agropecuario tiene que mirarse para adentro y seguir trabajando en eso, en generar la capacidad de lobby correcto, lobby totalmente transparente, para defender sus intereses.
-¿El avance de un combustible diésel renovable como el HVO en Estados Unidos sigue siendo una amenaza para los biocombustibles argentinos en su conjunto?
-Esas cosas afectan los mercados internacionales de granos, porque una promoción, de aceite de soja te inunda el mercado de proteína de soja, que es el producto principal de la soja. Y eso hace que baje la proteína. Esas cuestiones son bastante delicadas, pero muchas veces las decisiones de los Gobiernos o decisiones así arbitrarias generan cambios en la matriz y son temas para estar mirando y tener en cuenta. Los Gobiernos a veces son impredecibles, nadie sabe cómo va a evolucionar eso.
-¿Cuál será tu misión al frente de MAIZALL, la alianza internacional del maíz que integran Argentina, Brasil y Estados Unidos?
-Mantener los mercados abiertos, porque eso puede afectar fuertemente a las exportaciones de maíz argentino, brasilero y estadounidense. Somos el 70% del trade mundial de maíz. Es importante que todos los mercados estén receptivos a que los granos tengan biotecnología.
-Desde el sector, ¿cómo analizás los cambios impulsados por el Gobierno de Javier Milei?
-Creo que lo que falta es un plan productivo, un plan importante como lo fue el RIGI (Régimen de Inversiones a las Grandes Inversiones), enfocado principalmente en minería. Necesitamos un plan de promoción de inversiones que ayuden a pasar de una cosecha de 130 millones de toneladas a una de 200. Y después, un plan productivo para transformar esas 200 millones de toneladas en productos de más valor. Eso implica un trabajo de la Cancillería para abrir mercados y poder exportar otro tipo de productos de más valor, que no son tan buscados como los granos por otros países importadores. Hay que empujar un plan productivo de largo plazo porque sino no tenemos un rumbo.
-¿Cómo se logra eso?
-Si no hay una política clara de promover inversiones para generar trabajo calificado y transformaciones de los granos en productos de más valor, creo que hay muy pocos sectores que pueden generar empleabilidad en la Argentina. Así que creo que tanto la industria del conocimiento como la agroalimentaria, biocombustibles, agroindustria en general, son las que tienen posibilidades de generar más mano de obra inmediata.
-¿Energía, minería?
-Creo que ambos pueden ser buenísimos para divisas, pero no sé si el empleo en esos sectores va a ser tan relevante. Tal vez para algunas provincias donde se dan, pero es menos masivo y más regional que todo lo que es la agroindustria.
-Intento traducirte: no sería solamente “quitarle la pata de encima”, como muchas veces se dice, sino enfocar y decir, “es por ahí”.
-Por supuesto, es fomentar, es generar algún tipo de incentivo: financiero, impositivo para que eso surja. Y no es generar subsidios ni engendros que distorsionen porque eso tiene patas cortas, sino crear, como hacen Brasil y Estados Unidos. Fomentan con tasas para determinados tipos de transformaciones, tasas más competitivas, préstamos más largos, son todas las inversiones que requieren plazos de repago muy largos. Entonces, si no están esos créditos muy largos, a veces las inversiones no se dan.
-¿Qué observás del RIGI?
-Que tiene diferentes estabilidades fiscales, y el que invierte sabe que no va a cambiarle la bocha en dos o tres años. Hace falta mucha infraestructura en la Argentina para poder producir 200 millones de toneladas y transformarlas. Eso se tiene que dar con inversión del sector privado, pero con reglas bien claras.