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“El carbono dejó de ser sólo una conversación científica, ya es parte de real en la toma de decisiones”

Fuente: Infocampo 08/06/2025 13:37:19 hs

Florencia Moresco Lirusso es ingeniera agrónoma y coordinadora de la Red de Carbono de Aapresid. Relata que se "emociona" al ver que el debate por la sustentabilidad crece y se fortalece: "Hay interés y compromiso por parte de productores y empresas".

“Lo que me entusiasma hoy es que el carbono dejó de ser una conversación lejana o científica y pasó a ser una parte real de las decisiones que se toman en el campo, hay un interés y compromiso por parte de productores y empresas, una mayor conciencia y de un sector que quiere ser parte de la solución, es algo que arrancó y no tiene vuelta atrás. Por eso, ser parte de todo esto me emociona todos los días”.

Así relata Florencia Moresco Lirusso, ingeniera agrónoma y coordinadora de la Red de Carbono de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (Aapresid), cómo celebra el avance en los debates vinculados a la sustentabilidad ambiental dentro del mapa productivo.

Su historia marca que nació el 8 de abril de 1989 en El Trébol, una ciudad de 18.000 habitantes en el centro-oeste santafesino. Y no viene de una familia de campo, sino más bien de abogados. Pero, casi de manera fortuita, o, más bien, por algunos recuerdos de haber ido a pasarla bien en el campo de chica, entró en Agronomía en la Facultad de Zavalla y se enamoró de la carrera y la profesión. Allí mismo hizo el doctorado para entrar al CONICET.

“Empezar no es difícil ni imposible y comienza 100 por ciento con voluntad, con una decisión sostenida, gestión de la información y paciencia”, dice, convencida, Moresco Lirusso.

En esta entrevista, un repaso por su historia de vida, cómo surgió el vínculo con el campo, los desafíos que se proponen, qué le gusta de su trabajo, además de sus hobbies, la música, libros y películas.

FLORENCIA, LA COORDINADORA DEL CARBONO

-Comencemos por tu infancia: ¿Qué te gustaba hacer? ¿Cómo es el ámbito familiar y el contexto de ciudad en el que te criaste?
-Mi infancia fue muy tranquila, muy feliz. Pasé muchas horas en el club, mi infancia fue casi toda ahí. En el secundario fue doble turno asique mucho en la escuela, mi familia mi papa, Gustavo, mamá Mariela, y dos hermanos menores, Emilia y Augusto. La ciudad donde me crié es un lugar donde siempre quiero volver, donde está mi familia y amigas. Tiene 18.000 habitantes, una ciudad relativamente grande, pero a su vez chica donde puedo disfrutar de la tranquilidad y seguridad de un pueblo.

-¿Había alguna pizca de campo en esa infancia/adolescencia que pueda haber influido en tu decisión posterior de estudiar agronomía?
-No, no había ninguna pizca de campo en mi infancia, ni en mi familia, si bien me crié en una ciudad fuertemente marcada por la producción agrícola yo vengo de otro palo. Mis papás trabajaron siempre en el poder judicial, mis tíos contadores o ingenieros, pero químicos, mi hermana abogada, mi hermano administración de empresas. La mayor cercanía con el campo no era más que ir a pasar un verano o fin de semana al campo de una amiga.

-¿Y por qué elegiste agronomía? ¿Qué querías ser o hacer? Eso que hizo que elijas la carrera es lo que luego hiciste.
-Hasta el primer año de secundaria yo quería ser contadora como mi madrina, después entré en esa modalidad, y me di cuenta que no tenía nada que ver conmigo, me llevaba mal con los números y ahí mi mejor amiga, que sí viene de una familia de productores, estaba mirando agronomía y ahí conocí la carrera. Me puse a ver de qué se trataba, me copó, de paso me iba a estudiar con mi amiga y realmente el día que conocía la carrera me convencí 100 por ciento de que era lo que quería hacer toda mi vida. Eso sí, mi amiga no estudió agronomía y me fui sola. No tenía un plan b. Cuando lo decidí estaba muy convencida. Nunca lo dudé y por suerte la disfruté muchísimo.

-¿Y qué te gustaba? ¿Qué querías hacer?
-A mí me gustaba mucho el aire libre, la naturaleza y cuando iba los veranos y fines de semana al campo disfrutaba mucho esa dinámica de ver cómo se producía. Cuando entré a la facultad tuve un acercamiento con la investigación, fui ayudante de cátedra mucho tiempo, me gustó, de hecho hice una tesis doctoral en investigación, muy fuertemente asociada al laboratorio y cuando terminé eso me di cuenta que tenía ganas de volver a las raíces, lo técnico, el campo. Fui pasando por distintas etapas pero disfruté cada una.

-¿Qué te acordás de tu primer trabajo? De esa experiencia. Alguna anécdota, algo para recordar…
-Mi primer laburo fue mientras cursaba creo cuarto o quintoaño. La facultad tenía convenios para estudiantes con instituciones, yo tomé un part time en el Instituto del Alimento de Rosario donde daba cursos para que los manipuladores de alimentos puedan sacar su carnet habilitante. Lo hice un año que era lo que duraba el convenio y lo más loco fue cómo lo conseguí porque fue con más ilusión que experiencia.

EL PRESENTE Y FUTURO DEL CARBONO

No quiero dejar de preguntarte por dónde estamos parados hoy en cuanto al tema carbono. ¿Qué te entusiasma y qué te preocupa? ¿Cuándo empezaste vos a meterte en ese tema?
-Lo que me entusiasma hoy es que el carbono dejó de ser una conversación lejana o científica, para ser una parte real de las decisiones que se toman en el campo. Cada vez veo más productores que quieren saber cómo están sus suelos, cuánto carbono pueden secuestrar, cómo mejorar sus prácticas, cómo disminuir el impacto que sus actividades le generan al ambiente. Hay un interés y compromiso y me parece enorme, porque habla de una mayor consciencia, y de un sector que quiere ser parte de la solución.

-¿Y qué te preocupa?
-Que a veces nos apuramos en buscar respuestas rápidas o en poner etiquetas como de “carbono neutro” sin construir los cimientos. Queremos entrar al mercado de carbono pero no sabemos cuáles son las reservas de carbono que tienen nuestros sistemas. Sabemos que hay que medir, hay que entender los procesos y hacerlo de forma seria y transparente. Y eso lleva tiempo. Pero el balance es positivo. Es algo que arrancó y no tiene vuelta atrás, y ser parte de todo esto, a mí me emociona todos los días.

-¿En qué cosas están pensando para este año? ¿Cuáles son los desafíos?
-La idea hoy es que en todas las regiones los productores puedan saber cuáles son sus reservas de carbono, pero además, que sepan cuál es su potencial de crecimiento en los niveles de carbono que tienen sus sistemas productivos. En segunda instancia, nos proponemos conocer el impacto que estamos generando en el ambiente con nuestras actividades, la huella de carbono de mi maíz, de mi soja, poder conocer cómo varía el carbono en los suelos en relación a las rotaciones que elegimos. Y una vez que tenemos esos cimientos poder pensar en estrategias más específicas no sólo para aumentar el carbono en los suelos sino para reducir el impacto en el medio ambiente. Aumentar en rendimiento y productividad y disminuir emisiones de gases efecto invernadero.

-¿Cuán difícil o fácil es empezar esto para un productor o una empresa?
-Yo creo que empezar con esto no es difícil ni imposible. Comienza 100 por ciento con voluntad, con una decisión sostenida, información y paciencia. Lo desafiante es que no hay una receta única. Cada campo, región y planteo tiene su particularidad. Pero lo primordial en esto es la decisión y compromiso de empezar, porque tenemos herramientas, datos y equipos para acompañar ese proceso.

-En cosas concretas, ¿qué hay que hacer? Análisis de suelo, obvio, ¿y qué más?
-El análisis de suelo es la radiografía que necesitamos. Una vez que tengamos eso se pueden diseñar herramientas específicas para cada productor, sistema y región. Después, saber el esquema productivo de cada uno: rotación, si intensifica, si diversifica, cultivos en la rotación, insumos nutricionales, dosis, si tiene ambientado su sistema, el uso de fitosanitarios, etc.

¿Hoy tiene premio ser bueno capturando o generando carbono?
-Siempre que haya un rédito económico es mucho más tentador. Hoy hay muchísimas iniciativas que con sólo medir huella de carbono ofrecen réditos económicos. ¡Con sólo medirlo, eh! No te exigen ninguna reducción, ni nada. Yo creo que en el corto y mediano plazo, la única manera de poder acceder a un rédito, una vez que tenés medida la huella, se va a premiar sobre el margen de reducción de emisiones que podés tener. En carbono de suelo todavía estamos verdes para mi gusto. Se habla mucho de los mercados de carbono, pero es todo muy lento, no están regulados, y hay que seguir trabajando y esperando.

-¿Y cómo está Argentina?
-Los suelos argentinos parten de una vara muy alta. Y es una crítica que se hace y estoy de acuerdo. Hace muchos años que tenemos un sistema de siembra directa sostenido, sin remoción de suelo y eso nos eleva la vara. Entonces, para el sistema productivo argentino es más difícil ese crecimiento de carbono en nuestros sistemas cuando ya venimos haciendo bien las cosas. Pero más allá de todo eso, hay muchos trabajando para que los productores puedan empezar a percibir un rédito económico no sólo reduciendo emisiones sino también que están secuestrando carbono en suelo.

¿Cómo te ha ido siendo mujer en el medio rural?
-No te voy a mentir, a veces es desafiante. Hay entornos en donde todavía se espera que expliques más o demuestres algo extra para ganarte un lugar, pero también me encontré con mucho respeto y oportunidades reales. Aapresid fue clave, confiar en mí para liderar uno de los proyectos más ambiciosos que tiene la asociación. Esa confianza me ha dado mucha seguridad, permitió enfocarme en lo que sé y amo hacer. Hay un cambio en marcha, cada vez hay más mujeres tomando decisiones y se empieza a romper con esos moldes viejos y me enorgullece ser parte de este movimiento.

-¿Qué te gusta de lo que hacés hoy?
-Lo que más me gusta de lo que hago hoy es que siento que tiene sentido. Estoy trabajando en algo que puede generar un impacto real, que no es sólo para hoy, es un impacto que es pensado para el futuro. Me encanta acompañar el proceso en el que el suelo, la sustentabilidad, el carbono, dejan de ser conceptos y se vuelven decisiones. Me emociona ver cómo se comprometen los productores y se entusiasman los equipos, cómo vamos construyendo juntos este conocimiento. Lo que hago hoy tiene que ver con la agronomía pero también con la comunicación, los vínculos, y construir confianza. Pero además de lo técnico, lo que más me gusta de lo que hago es el trabajo en equipo. Siento que tengo grandes compañeros y amigos que son muy generosos, que tenemos un vínculo hermoso, que me enseñan lo que saben sin guardarse nada, que celebran mis logros como si fueran propios y que muchas veces me empujan a confiar en mí misma, incluso a veces cuando yo misma tengo dudas.

FUERA DEL SURCO

Bueno, te propongo un pin-pong “fuera del surco”. ¿Hay algo que te resetee? Algún hobbie…
-Creo que para poder sostener esto hay que saber frenar, respirar y mirar hacia otro lado. Mi cable a tierra hoy es mi familia y mis amigas. También hago mucha actividad física, ahí desconecto al 100. Y también encuentro mucha inspiración en leer.

Abro dos ventanas ahí, primero ¿qué actividad física hacés?
-Siempre me gustó estar al aire libre. Durante mucho tiempo hice running. Después lo abandoné. Ahora estoy haciendo actividad aeróbica, pero más vinculado a lo grupal.

¿Y qué lees?
-Hoy estoy leyendo un libro que se llama “Los vulnerables”, trata sobre nuestra época, la pandemia. Es una novela de una escritora estadounidense, Sigrid Nunez.

-¿Música? ¿Qué escuchás?
-Escucho muchísima y de todos los estilos. Pero amo a Lali (Espósito), para adeptos y detractores. Su música tiene algo que me inspira muchísimo, mezcla fuerza y vulnerabilidad que me representa un montón. Su energía y sus letras me inspiran tanto que elijo toda la discografía. Pero también si necesito bajar un cambio elijo el rock argentino.

-¿Series o películas por dónde vas? ¿Qué te gusta mirar?
-Depende mucho el momento. Me gustan mucho los documentales. No soy de maratonear mucho, pero cuando una serie me engancha me cuesta soltarla y una serie a la que siempre vuelvo es “Friends”.

-¿Un lugar en el mundo que te gustaría conocer?
-Muchos, pero si tengo que elegir uno hoy Nueva Zelanda. Me atrae por su naturaleza que es imponente y me parece que tiene ese equilibrio entre aventura y calma.

-¿Y uno que conozcas y quieras volver?
-A El Trébol, a casa, siempre.

-¿Tenés alguna frase que quieras compartir?
-Hay una frase que siempre leo y me gusta mucho, es de Eduardo Galeano, que dice “mucha gente pequeña en lugares o sitios pequeños, haciendo cosas pequeñas pueden cambiar el mundo”. me encanta porque hace referencia al impacto que se puede generar desde  lo cotidiano. A veces uno piensa que para generar cambios hay que hacer algo revolucionario y enorme y la mayoría de las veces lo verdaderamente transformador nace del trabajo silencioso y en creer que lo que hace son se ve, necesariamente, en lo inmediato. Es lo que trato de hacer todos los días.

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