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?Hace unos años era un orgullo decir ?soy agricultor?, pero hoy nos sentimos en una condición vergonzosa, porque estamos padeciendo muchísima necesidad en los campos?, nos sacudió Alberto Becker en Andresito, antes de volver a su tractor

Fuente: Bichos de Campo 30/03/2025 19:02:34 hs

En la rotonda de acceso a Andresito, en un paraje llamado Caburé í, Alberto Becker detiene su pequeño tractor para atendernos. Está disqueando un pequeño lote de tierra colorada, que ya ha tenido los usos más diversos pese a que aquí la agricultura llegó no hace tanto tiempo a domesticar los suelos. Esta localidad fronteriza

En la rotonda de acceso a Andresito, en un paraje llamado Caburé í, Alberto Becker detiene su pequeño tractor para atendernos. Está disqueando un pequeño lote de tierra colorada, que ya ha tenido los usos más diversos pese a que aquí la agricultura llegó no hace tanto tiempo a domesticar los suelos. Esta localidad fronteriza del norte de Misiones fue una de las últimas en ser fundadas en la Argentina, hacia fines de los 70 u 80.

“Estamos aquí en Andresito desde el año 1974”, nos cuenta Alberto, cuya familia ha sido una de las pioneras. “Yerba mate empezamos en el año 84 a producir, porque antes no había industria en Andresito”. Es decir, recién cuando se encendieron las calderas de los primeros secaderos tuvo sentido comenzar a implantar los arbustos que aportan la materia prima. La yerba tiene en eso algo parecido a otros cultivos industriales de la Argentina, que deben ser procesados ni bien se cosechan, como las vides o la caña de azúcar.

Ahora Andresito se ha consolidado como un polo importante en la oferta yerbatera, donde se hace todo el proceso, desde la producción a campo, a la industria cooperativa, e incluso los exportadoras de yerba  de origen sirio están instaladas en esta zona.

“La yerba mate es un producto en el que hay mucha mano de obra desde esa planta. Son miles de personas que trabajan desde ir al campo a cosecharla, a ponerla arriba de los camiones que la transportan al secadero. Los secaderos también tienen todo su plantel de obreros. Después del secadero se tiene que tomar el tiempo de estacionar esa yerba en las cámaras. Recién después de seis u ocho meses, se puede cargar y enviar a destino a los molinos que procesan la yerba canchada. Hay  algunos secaderos que son artesanales y hacen el estacionamiento natural, sin tener proceso acelerado. Eso queda hasta 12 meses en los depósitos para después irse a molino”, nos resume Alberto el complejo proceso de la yerba.

“Ustedes van a ver el paquete después de 12 meses o tal vez más que cuando ese producto salió de la planta del campo”, nos ilustra.

Cuando lo entrevistamos, días atrás en Andresito, los productores como él estaban poniendo tregua a un conflicto que los ocupa desde hace varios meses, y que tiene que ver con el principio de esta historia productiva: con el inicio de la cosecha de cada verano, los colonos se negaron a hacer esa tarea, para desabastecer primero a los secaderos y después a la industria, a ver si estos sectores más concentrados de la cadena accedían a levantar algo los precios de ruina que se ofrecían. Algo lograron, porque los valores subieron de 200 a 300 pesos por kilo de hoja verde. Pero aún están por debajo de los costos de producción, que llegan a los 350 pesos.

Mirá la entrevista a Alberto Becker:

-Usted me decía que en Buenos Aires no saben bien de todo este proceso y que cuando se escuchan quejas por el precio de la yerba, tendemos a confundir el precio al productor con el precio al consumidor. Son totalmente distintos.

-Exactamente, porque cuando se le tira por ahí en las redes sociales, en los medios, un precio que se está pagando al productor, el que no conoce toda la mano de obra que genera esto, todos los costos que tiene la yerba mate lo cree que los productores tienen una ganancia tremenda. Pero hoy los productores están padeciendo con sus campos que no los están pudiendo mantener. No lo pueden limpiar, no lo pueden fertilizar. Sus herramientas se están deteriorando, no pueden poner cubiertas a sus máquinas, no pueden arreglar los motores.

-¿Y esa realidad tiene que ver con el bajo precio que reciben los productores?

-Exactamente. No reciben el retorno que tendrían que recibir. Porque hoy yo, como productor, me siento con vergüenza de decir en un medio que soy agricultor, porque hoy ser agricultor es una vergüenza, no es un orgullo. Hace unos años por ahí era un orgullo para un campesino decir soy agricultor, pero hoy nos sentimos en una condición que es vergonzosa, porque estamos padeciendo muchísimas necesidades en los campos.

-Trabajan un montón, pero no es redituable y así parecen condenados a una suerte de pobreza.

-Exactamente. Nos da vergüenza de trabajar, porque nos reventamos el orto. Padecemos condiciones climáticas, sufrimos tornados, granizadas, sequías en donde los productores pierden todo al vez, se pierden cuatro o cinco años de su esfuerzo hasta poder empezar a producir de vuelta. Todos los años uno tiene que rascarse como puede sacar fondos de otros lugares y buscar otras alternativas hasta que pueda empezar de vuelta a cosechar la yerba mate.

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Le peguntamos a Alberto qué tenía que ver con esta sensación de abandono la decisión del gobierno libertario de Javier Milei, que decidió no nombrar a un presidente en el Instituto Nacional de la Yerba Mate (INYM), que de ese modo comenzó a incumplir con la ley yerbatera de 2002 que lo obligaba a fijar precios de referencia para el productor primario.

Alberto no tiene dudas en su respuesta, porque es de sentido común. “Cuando teníamos un ente que fijaba un precio mínimo, había un margen como para el productor decir bueno, este año voy a vender tantas toneladas de yerba. Podía proyectar qué iba a hacer, que iba a cambiar su maquinaria”, contesta. Y agrega que sin esa referencia “hoy no sabemos dónde estamos y no sabemos dónde vamos a llegar. Esta es la problemática en el día de hoy”.

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-El gobierno nacional cree en la desregulación. Ahora, en toda la cadena de la yerba hay eslabones más fuertes y otros más débiles…

Exactamente. Los eslabones más fuerte están caminando. Y los más débiles… Empecemos por la parte obrera. La parte obrera hoy tiene que percibir sobre lo que el productor percibe, porque el productor por ahí no puede abonar lo que realmente el obrero debería estar cobrando porque no le queda ningún margen.

-¿Con lo que cobran ahora la yerba, si estuvieran cosechando no le podrían pagar al cosechero?

-Exactamente. Como venía la cosa, si tendríamos que pagar al obrero el precio que realmente le corresponde, tendríamos que pagar la corresponsabilidad gremial, que eso automáticamente nos retienen en el secadero cuando descargamos del camión. Y de ahí pagarle al transportista, que también tiene su costo con su camión, con su transporte. El productor directamente tendría que dejar su yerba en planta porque no le quedaría ni siquiera para comprar un chicle por cada kilo de hoja verde.

-¿Cómo hacemos para que el productor obtenga un precio por la materia prima, que además es muy inferior el que nosotros pagamos en Buenos Aires?

-Para que el productor pueda tener un margen para poder seguir produciendo, la estimativa tendría que estar arriba de los 400 pesos el kilo de hoja verde.

Alberto se queja también de los que ridiculizan la crisis yerbatera actual acusando a los colonos de haber votado a Javier Milei, ya que ahora deben bancarse las consecuencias.

“No estamos tratando de políticos, estamos diciendo la realidad del productor, porque si hoy el pueblo argentino está padeciendo muchas cosas, no es por culpa de lo que optaron los agricultores yerbateros, Los productores vinícola tampoco, los lecheros tampoco, los productores de manzana. Fue el más votado por todos habitantes. Fue el pueblo argentino que decidió un cambio. Hay veces que el cambio tiene éxito, Hay veces que el cambio no lo tiene, pero tenemos que ser conscientes que tenemos que seguir luchando para llevar a esta República Argentina hacia adelante, para darle un mejor porvenir a nuestra familia, a nuestros hijos y a nuestros nietos y a los que vendrán”, define Becker, antes de subirse a su viejo tractor para seguir con la tarea cotidiana.

-Usted me dijo hace un ratito que ahora se siente vergüenza de ser productor, de ser agricultor. ¿En algún momento sintió orgullo?- le preguntamos antes de la despedida.

¿Sí sentí orgullo? Cuando en las grandes metrópolis de la ciudad, van en la góndola a comprar una mercadería, miran en el paquete y miran hacia atrás. Ojalá cierren los ojos y piensen cuántas gota de sudor, cuántas lágrimas, cuánto sacrificio está por detrás de este producto. Por ahí no lo saben, no lo conocen. Sería muy bueno que reflexionaran un poco en todos los productos que consumen, porque ahí hay esfuerzo de familias, hay esfuerzo de años de trabajo y muchas vidas perdidas. A veces para producir un alimento, no somos valorados como agricultores, como productores. Nosotros no queremos que no nos pongan un medalla, pero tampoco nos gusta que muchas redes sociales, muchos medios de comunicación, vayan y echen un montón de piedra encima de los agricultores.

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