“Amenaza de tormenta”: preocupa en la industria frigorífica el derrumbe exportador
En el primer bimestre, los envíos al exterior se redujeron 26%. El ingreso de dólares no fue tan malo porque mejoró el precio. Un problema: la carne argentina está cara en valores globales.
La industria frigorífica comenzó a manifestar en las últimas horas su preocupación por diversos frentes de tormenta que afectan a la actividad, y que tienen su principal foco en la fuerte caída que vienen mostrando las exportaciones de carne vacuna.
Precisamente, “Buen clima para la ganadería y amenaza de tormenta para la industria frigorífica” fue el título que eligió el presidente de la Federación de Industrias Frigoríficas Regionales Argentinas (FIFRA), Daniel Urcía, para su editorial mensual.
Lo hizo en paralelo a que el Consorcio de Exportadores de Carnes Argentinas (ABC) mostrara el derrumbe ocurrido en lo que va del año en los envíos al exterior de cortes y menudencias.
De acuerdo con esta entidad, en febrero se embarcaron 50.100 toneladas por U$S 243,6 millones, lo que implica una caída del 27,5% en volumen y del 4,5% en dólares respecto al año pasado.
Y si se toma el primer bimestre, son 96.800 toneladas y U$S 474,5 millones, un 26,1% y 3,8%, respectivamente, por debajo de 12 meses atrás.
La realidad, como se ve, es que los precios están ayudando a que la situación no sea aún peor, ya que se ubican en torno a U$S 4.865 la tonelada en la actualidad, un 31,8% por encima de febrero de 2024.
UNA “TORMENTA” EN LA INDUSTRIA FRIGORÍFICA
Ante este panorama, “insistimos en que este es y seguirá siendo un año difícil para la industria. Así lo van demostrando los números”, señala la editorial de Urcía.
Entre otros factores que complican a la actividad local, están los precios en dólares de la hacienda, que son en este momento los más altos del cono sur y al mismo tiempo en pesos superan a los promedios históricos.
“Por otra parte, la industria pasa por penurias porque tiene costos caros (resabios de impuestos especiales como derechos de exportación de 6,75 para la carne que no sea de vacas y todos los impuestos locales como IIBB, más tasas municipales). Todo ello le resta competitividad al sector”, agrega Urcía.
De todos modos, al analizar concretamente la baja en el volumen de exportaciones, considera que esto “delata que no es rentable el negocio”.
Por el lado de China, principal comprador en volumen, sus precios siguen bajos comparados con el año 2022 y muy bajos en relación a los máximos de 2019. También es cierto que la oferta de vacas que hubo en el verano pasado, sequia mediante, también fue menor.
En tanto, los novillos son la figurita difícil de conseguir y eso conspira también contra la competitividad. “Hace tiempo que pregonamos que es necesario crecer en dicha categoría, pero las condiciones económicas y políticas imperantes fueron la principal contra para su desarrollo. Recién ahora, con baja inflación, aparición de créditos, empieza a ser una alternativa rentable. Pero como su producción es un hecho también biológico, las condiciones que tiene el negocio se verán traducidas en los novillos del próximo año”, repasa Urcía.
Una ganadería con números “flacos”: los novillos piden pista para expresar todo su potencial
Y menciona: “Conclusión: la oferta es escasa, especialmente de los aptos para cuotas, sus precios por kilo en gancho máximos en dólares, mientras tanto baja la competitividad de los exportadores por lo antes señalado”.
El problema es que, desde su punto de vista, a la situación del sector exportador hay que adicionarle que las condiciones del mercado doméstico no son mucho mejores.
“Los costos internos, ordenados o sincerados a través del plan económico, tienen otra gravitación. La inflación no disimula o encubre las ineficiencias y por otro lado el poder adquisitivo de la gente es un techo para el incremento de precios”, repasa Urcía.
Y cierra: “Ante esta brecha entre el valor de compra del ganado y el de venta de la carne, solo queda reducir costos por eficiencia y a eso están abocados los empresarios haciendo reingeniería de procesos, y revisando todos los costos entre los cuales los laborales, energéticos y los de logística se llevan la mayor participación (además de los impuestos y tasas que ya señalamos)”.
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