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Educando a Federico Sturzenegger: Por qué es necesario registrar las semillas y resulta una burrada haber comparado ese insumo clave con un alfajor

Fuente: Bichos de Campo 14/02/2025 13:56:09 hs

El ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, está lanzado a derribar viejas normas de un Estado que considera opresor y elefantiásico. Bienvenido sea. Pero para hacer funcionar su propia motosierra, a veces incurre en fabulaciones o exageraciones peligrosas sobre los beneficios de la eliminación de procesos o trámites, cuando a veces ni los impactos son tan

El ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger, está lanzado a derribar viejas normas de un Estado que considera opresor y elefantiásico. Bienvenido sea. Pero para hacer funcionar su propia motosierra, a veces incurre en fabulaciones o exageraciones peligrosas sobre los beneficios de la eliminación de procesos o trámites, cuando a veces ni los impactos son tan grandes ni los beneficios tan visibles. O pero, cuando él mismo desconoce las consecuencias de sus decisiones.

El jueves por la mañana, luego de conocida una resolución del INASE (Instituto Nacional de Semillas) que eliminaba algunos requisitos para la registración de nuevas semillas o cultivares en la Argentina, Sturzenegger ensalzó esta decisión y volvió a incurrir en el error de explicarnos su tan mentada simplificación con argumentos demasiado simples, y hasta infantiles. Por eso merece una corrección pública.

“La Resolución 49/25 del INASE elimina la obligatoriedad de realizar ensayos comparativos de rendimiento (que insumían entre 2 y 3 años), agilizando la inscripción de nuevas semillas. ¡Bravo!”, festeja el ministro y hasta ahí todo bien. Pero de inmediato incurre en un grosero error, que muestra su desconocimiento absoluto sobre la material al preguntarse: ¿Por qué requería el INASE un estudio de rendimiento? Pensándolo un minuto resulta obvio que es innecesario. Es como que el ANMAT pidiera estudios de mercado sobre si un alfajor es rico o no. Eso lo dirá el mercado”.

Sturzenegger fue todavía más lejos de esa infortunada comparación entre la calidad de las semillas y el sabor de los alfajores. Provocando a un auditorio que sabe odiador serial de las burocracias excesivas, se animó luego a dar “un paso más”, y se preguntó “por qué seria necesario inscribir en INASE una semilla”, ya que “una semilla no es un virus peligroso, no es un arma de destrucción masiva, ¡es tan solo un insumo de producción! Además, si alguien quisiera hacer terrorismo con una semilla no va a molestarse en registrarla”.

Semejante sarta de incoherencias desataron esta columna corregidora.

Para empezar aclarar que una semilla no es un alfajor sino algo muchísimo más relevante. De una semilla y de sus cualidades (que son las que se analizan en los ECR o ensayos comparativos de rendimiento) que ahora se eliminan como requisito para la aprobación de nuevas variedades, dependerá que ese cultivo prospere. 

Solo si prospera correctamente las cadenas alimenticias podrán obtener las materias primas necesarias (los granos) que permitan elaborar un alfajor. Sucederá con el trigo para las tapas, con el cacao para la cobertura del chocolate, y hasta con la alfalfa que alimentará a las vacas que nos darán la leche para hacer el dulce. O con los frutales si hablamos de alfajores de mermeladas.

Así que hacer semillas es algo bastante más complejo que elaborar alfajores. Y por eso requiere de más cuidados. No se trata de probar un alfajor y cambiar a otra marca si no nos gusta. Un productor que adquiere una semilla o un plantín o una estaca no sabe de antemano qué gusto tendrá su cultivo ni cuánto producirá, sino que asume un riesgo. Los múltiples ensayos previos realizados sobre esa variedad (durante su mejoramiento, antes de su registro) tienen por sentido acumular información sobre su comportamiento a campo, mucha información justamente para minimizar el riesgo de un equívoco que podría ser fulminante para el productor.

Porque el productor que siembra una semilla no puede, señor ministro, probarla y cambiar de marca si no le gusta. A veces se le va la vida si le erra en un cultivo, o si esa variedad no es la adecuada para el ambiente donde debía ser sembrada. O si esa semilla tiene una expectativa de rendimiento que no llega  a cubrir ni sus costos de indiferencia.

Aquí viene la segunda corrección a Sturzenegger, quien incluso se plantea si sería necesario registrar una semilla, porque no es nada malo ni podría ser usada para cometer un acto terrorista.

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En su Ley de Semillas de los años 70 (y que hace rato el sector clama a gritos debe ser actualizada), el INASE administra dos registros: el Registro Nacional de Cultivares (RNC), que habilita el comercio de una semilla, y el Registro Nacional de la Propiedad de Cultivares (RNPC), que acredita su propiedad intelectual. De forma resumida sirven para bastante más cosas que comer un alfajor: identificar y registrar nuevas variedades vegetales; proteger los derechos de los creadores de esas variedades; reconocer la actividad de los fitomejoradores.

La tarea de un fitomejorador, señor Sturzenegger, es bastante más compleja que la de Maru Botasa o cualquiera otra repostera que ensayan con un alfajor, lo prueban, y si no les gusta cambian la receta. Un breeder ensaya con miles de variedades vegetales al mismo tiempo, va seleccionando las que tienen mejores cualidades, las mezcla con otras líneas, incluso las condimenta con genes de otras especies, y finalmente al cabo de una decena de años obtendrá uno o a los sumo dos variedades, que inscribirá en el INASE. Demasiado tiempo y trabajo para cambiar en el medio de recetario.

En el Registro Nacional de Cultivares se inscriben todas las variedades vegetales que se identifican por primera vez y esto permite su venta legal, fuera del mercado informal de semillas. Las pruebas de comparación de rendimientos que ahora el gobierno eliminó (ese requisito había sido establecido en 1997 en acuerdo de toda la cadena semillera) servía para acumular datos que permitieran probar finalmente que una variedad de soja resultaba diferente de otra, quizás prima hermana en la cadena de descendencias que se establece en las tareas de mejoramiento.

Una nueva variedad, para ser inscripta en los registros del INASE, debe ser “distinta, uniforme y estable”. Esto no se puede demostrar de un día para el otro -como probando el gusto de un alfajor- sino comparando ese cultivar contra con un set de materiales que ya han salido al mercado en su momento. Es un proceso mucho más engorroso, que en los últimos años se ha tratado de acelerar bastante con el uso de marcadores moleculares, pero que finalmente debe realizarse.

Sirven todos estos requisitos finalmente para defender no solo los intereses de los productores -que se aseguran cultivares que finalmente serán productivos, pues han pasado por cierta cantidad de ensayos- sino también de la propia industria, que podrá gestionar un reconocimiento si su variedad es la más utilizada en el mercado. La más sembrada.

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Que el Chachafaz sea más rico que el Jorgito es finalmente una cuestión de gustos. En materia productiva, que una semilla se elija sobre la otra es una decisión madurada por años, y avalada por su comportamiento a campo.

“Ahí se necesita ver cuál es la calidad agronómica, sanitaria, etcétera, por lo que había legajos que uno tenía que llenar, tenía que cumplir, con información adicional obtenida en dos o tres años de ensayos fiscalizados. El INASE tenía la potestad de controlarlos”, comenntó un reconocido mejorador que ahora teme que -con la desregulación aplaudida por Sturzenegger- muchas empresas dejen de hacer concienzudamente ese trabajo tan necesario para obtener datos de utilidad para toda la cadena.

“Eso demuestra que el material tiene todas las características que el obtentor quiere poner”, valoró el profesional todo esa tarea, que ahora el gobierno decidió no exigir más para aprobar nuevas variedades.

En la Asociación Semilleros Argentinos (ASA) valoran sin embargo ese cambio en el nivel de información exigida para incorporar una nueva variedad al registro. Argumentan que las empresas seguirán haciendo sus ensayos de igual modo, porque el INASE les seguirá exigiendo que presenten toda la información disponible sobre el nievo cultivar, incluyendo el potencial de rendimiento, a través de una declaración jurada. La diferencia es que ese proceso ya no les exijirá los tres años que demandaba hasta ahora.

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Algunas fuentes indicaron que la decisión de flexibilizar los requisitos del INASE se apresuró para permitir a un grupo de grandes multinacionales acelerar la llegada al mercado de nuevas semillas de maíz con tolerancia a la chicharrita, la peligrosa plaga que atacó ese cultivo el año pasado. En el Consejo Nacional Asesor de Semillas, los privados habían recomendado ir por otra vía, estableciendo “excepciones” perfectamente entendibles para hacer frente a este tipo de emergencias.

Ahora hay un sector de la industria semillera que está más a gusto, pues no deberá cargar con la exigencia de realizar ensayos comparativos tan engorrosos. Pero entre los profesionales que realizan ese trabajo -muchos de ellos dentro de esas mismas empresas-, ha quedado sin duda un sabor amargo, porque sienten que el Estado está desertando de la responsabilidad de velar por la calidad de los cultivares que se ofrecerán a los productores.

“Evidentemente hubo alguna presión y como consecuencia llegamos a esta resolución, que después el gobierno anuncia como un ejemplo de desburocratización. Pero este es un tema técnico. Y era una protección, de alguna manera, hacia el productor. O sea, que el productor sabía que alguien, de alguna manera, controlaba, y que no era solamente la responsabilidad de las empresas. Ese legajo mostraba el rendimiento, el comportamiento ante enfermedades, si era transgénico o no, las características técnicas y las razones comerciales del lanzamiento”, se lamentó el mejorador consultado por Bichos de Campo.

Fuentes de la industria minimiza el impacto de la reforma y dijeron que el productor podrá exigir en cualquier momento la información disponible sobre cada variedad, que cada empresa continuará presentando ante el INASE.

En todo caso, unos y otros coindicen en que es una burrada lo que escribió Sturzenegger en sus redes sociales: una semilla no es un alfajor ni puede ser comparada.

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