Una cooperativa en Mendoza que es un “Toro”: los secretos de una de las fábricas de vino más grandes del mundo
Al pie de Los Andes, Fecovita tiene una planta capaz de elaborar 43.000 botellas y 48.000 cajas de Tetra Brik de vino. Cómo trabaja una cooperativa integrada por más de 50 bodegas y que tiene una dimensión con pocos casos similares en el mundo.
Es un jueves laboral a las 10 de la mañana en San Martín, Mendoza, a 40 kilómetros de la capital. El sol de Cuyo se hace sentir, y aún más, en el amplio playón de ingreso a la planta industrial de Fecovita. El cemento prima y no hay árboles para guarecerse.
A lo lejos se escucha la frenada de un camión cisterna que deja el pavimento de la ruta provincial 63 y enfila hacia el puesto de control vehicular. Es un camión como los que se ven en las rutas y caminos, de los que distribuyen nafta o gasoil para las estaciones de servicio. Pero esta unidad no traslada ningún combustible: contiene vino.
El transportista cumple con el papeleo de rigor y finalmente ingresa al inmenso predio de 240.000 metros cuadrados. Una hora después, tras descargar ese vino generado este año por alguna de las 54 bodegas de las cooperativas que le dan vida a la Federación de Cooperativas Vitivinícolas Argentinas, el camión se marchará del predio y muy probablemente regresará en el mismo día. Mientras tanto, decenas de otros camiones repetirán el proceso al menos una vez por hora.
“Cuando ponemos la planta a funcionar a toda máquina podemos producir unas 43.000 botellas de vino por día, y otros 48.000 litros en cajita de Tetra Brik. Somos el grupo cooperativo vitivinícola más grande del mundo”, comentan con orgullo desde la empresa, en pleno oasis mendocino.
No se trata de producciones ligadas al Valle de Uco y del concepto de “premiumización” del vino argentino, sino de aquello que le da soporte y movimiento constante al enorme volumen de trabajo que generan los denominados “vinos de mesa”.
UNA MEGA FÁBRICA DE VINOS
Gustavo Aliquó, investigador y responsable del Laboratorio de Viticultura de la Estación Experimental Agropecuaria Mendoza del INTA, graficó ese mapa de los cultivos vitícolas: “Bonarda lidera el ranking de superficie de las uvas ‘francesas’ y hay algo menos de syrah. Pero fundamentalmente hay mucho de uvas ‘criollas’ como la Pedro Giménez, la uva cereza, la criolla grande o el torrontés riojano. Claro que hay algo de cabernet y malbec, pero en el Este, lo que abunda, es la bonarda”.
En el corazón de esa zona, la planta fraccionadora de vino Toro funciona como el verdadero corazón logístico de Fecovita.
Se terminó de construir en 2018 y tiene la escala que amerita un negocio de dimensiones globales, ya que si bien Toro es lo que se envasa en packaging de cartón en San Martín, el lugar sirve también de acopio para el resto del universo de marcas que concentra esta federación de cooperativas que hoy es una de las verticales más fuertes de Coninagro.
Estiman, siempre desde la voz de la empresa, que existe un universo por encima de las 10.000 personas alcanzadas por el trabajo que genera Fecovita, lo cual abarca no menos del 30% del mercado del vino en la Argentina.
¿Cómo llegan a semejante porción? A través de 19 marcas:
- Toro
- Estancia Mendoza
- Los Helechos
- Canciller
- Texto Súbito
- Finca Magnolia
- Dilema
- La Colina de Oro
- Resero
- Simona Estate
- Kadabra
- Arizu
- Dralion
- Pirueta
- Zumuva
- Amenní
- Cruz del Sur
- Promesa
- Nativo
En total, se contempla que unos 5.000 productores vitícolas participan en 29 cooperativas, las cuales son dueñas de esas 54 bodegas que abastecen a la planta de San Martín, una segunda mendocina en Maipú y otra en territorio sanjuanino.
Vista desde el aire la locación también impresiona: hay tanques donde los camiones descargan el vino mediante mangueras, y luego es alojado en dispositivos de cemento con capacidad para 800.000 litros cada uno.
En total hay 67 tanques y el área abarca la superficie de la cuadra de cualquier pueblo o ciudad. Como si alguien pudiera recorrer una manzana a pie, pero caminando literalmente entre vino.
“El grupo vitivinícola más grande del mundo es Barefoot, de California. Se estima que tienen un 3% del comercio global de vinos, pero nosotros tenemos casi el 1%. También somos los segundos generadores mundiales de mosto de uvas y sí somos líderes en la venta de vino a granel”, explicó Agustín Ortíz Maldonado, jefe de Relaciones Institucionales de la empresa.
Y Toro, la marca más protegida de la casa, aseguran en Fecovita que es “la segunda marca más vendida del mundo”.
Un mercado en crecimiento: el vino a granel tiene un norte exportador en Canadá
LA OTRA “RUTA” DEL VINO: DEL CAMIÓN, AL TANQUE Y A LA CAJITA
En la planta hay dos líneas de producción que rara vez descansan durante las jornadas de trabajo diurnas en días hábiles, más los sábados. Cada una de ellas puede envasar 15.000 cajitas de Tetra Brik por hora. El ritmo es frenético y las cajas se apilan y luego empaquetan en cajas portables sin una mínima intervención de los operarios. Sí hay un encargado de revisar el proceso y proceder ante imponderables.
La empresa sueca Tetra Pak vende las máquinas envasadoras, pero también brinda el insumo vital, el cartón plastificado para confeccionar cada envase. Hay decenas de bobinas a la espera de ser utilizadas, algo que tiene también un ritmo casi que permanente debido a que el proceso requiere de, al menos, dos bobinas por hora.
En la puntera final del recorrido mecánico, un autoelevador recibe el pallet generado y todos los nuevos vinos Toro pasan al sector de las naves de depósito, también acorde al tamaño del negocio.
Aquí tampoco interviene la fuerza humana pero sí el criterio: la prudencia al clasificar es vital porque se trata de dos verdaderos edificios, donde no viven personas y no hay oficinas sino cajas de vino tinto, blanco o rosado, pero también alguna variable dulce. Son 6 niveles de altura y el proceso de guarda está completamente digitalizado.
Incluso los pallets de Toro pueden compartir alguna de las 36 “calles” de la nave con cualquiera de las otras marcas del universo Fecovita, y no necesariamente en “tetra”. Hay también botellas, y todas esperan la orden de partir hacia las góndolas del país, pero también del mundo. Hoy en día la empresa exporta a unos 40 destinos, generalmente vía Chile, e incluso hay una oficina propia en San Pablo, Brasil, y otra en Beijing, China.
¿Cuánto demora en hacerse presente un pedido a Fecovita en la Argentina? Aseguran que una semana. La demanda en el Norte del país es sostenida y allí Toro pisa fuerte, pero no tanto en Buenos Aires. El público porteño demuestra por ahora ser un público difícil para seducir. En cuanto a los envíos al Exterior, se calcula una demora logística de 35 días.
EL VINO, UNA CUESTIÓN DE TRADICIÓN
No por tratarse de industrializaciones o mecanismos se dejan las liturgias de lado. Antes de ingresar a la zona de máquinas se encuentra una imagen a tamaño humano de la Virgen de la Carrodilla, la “santa patrona de los viñedos”.
Su presencia allí, en el medio de una fábrica, aporta unos segundos de distracción en plena parafernalia productiva. Seas creyente o no. O no mucho.
Pero también hay algo cultural que va más allá de la llegada a mercados del mundo, la posición en Argentina y las miles y miles de cajitas de vino que no paran de fabricarse. La planta de San Martín es a la vez un método que encontró la empresa, y en definitiva los productores vitícolas de Cuyo, para viabilizar la venta de vino, una actividad que a veces se pone difícil.
“No es fácil vender vino. Cuando el clima destroza los cultivos y se reduce la producción, es un problema porque hay menos vino. Y cuando la campaña es muy buena y se generan grandes volúmenes, es otro problema, porque no se puede acopiar uva. Por eso, los productores requieren de bodegas para vinificar y a su vez las bodegas necesitan marcas que elijan los consumidores, y de esa forma vender y sacar la producción”, sintetizó Ortiz Maldonado.
EL CAMINO HACIA LA ACTUALIDAD
Hay un arraigo de los productores a la actividad primaria ineludible, independientemente de la escala. Esos 5.000 productores van a sus cooperativas y entregan la producción de uvas que cobrarán cuotificadamente. Pero, mientras tanto, las tareas administrativas que exige una finca no siempre son algo sencillo.
Por eso, si bien la creación de Fecovita en 1980 y la adquisición de Giol-Gargantini en 1990 fueron dos hitos fundamentales para el esquema actual, en estos tiempos señalan otro más: el de la creación de una propia compañía cooperativa que no está pensada para producir literalmente, sino para asesorar a los que producen.
“Cooperativa de Servicios Vitícolas y Enológicos (SVE) también forma parte de Fecovita y por esa vía se brinda asesoría financiera, técnica, administrativa o en lo relacionado a los análisis de insumos y mercado”, comentó Ortiz.
SVE dispone de 4 máquinas cosechadoras New Holland y mediante un canon los productores de menor escala pueden contar con ese servicio. No toda finca puede ser trabajada a máquina, solo se puede para los que tengan sistema de “espaldero” y que la plantación esté en condiciones.
“Es una cooperativa independiente del manejo de Fecovita, y autosustentable. Tiene 25 ingenieros agrónomos que asesoran y el valor es mucho más barato, porque además es un tema conseguir asesores para fincas pequeñas. Muchas veces al agrónomo no le conviene, y no va”, explicó.
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