El ganadero Alberto Wainer dice que el sector no crece porque hay productores que ?no quieren salir de su zona de confort y tienen hábitos que rechazan los cambios?
La ganadería es una de las actividades productivas más tradicionales del país, y la carne vacuna es uno de los símbolos nacionales por los que se nos reconoce a nivel mundial. A nivel interno, el consumo siempre está ávido de comer carne. Todo eso no parece suficiente, sin embargo, para que el sector pecuario crezca
La ganadería es una de las actividades productivas más tradicionales del país, y la carne vacuna es uno de los símbolos nacionales por los que se nos reconoce a nivel mundial. A nivel interno, el consumo siempre está ávido de comer carne. Todo eso no parece suficiente, sin embargo, para que el sector pecuario crezca como lo hizo en otros países de la región.
Pero aquí hay que mencionar que no se la hicieron nada fácil a los ganaderos: hubo prohibiciones comerciales de todo tipo desde 2005 hasta 2019, y fueron necesarias muchas adaptaciones por la expansión de la frontera agrícola, lo que obligó a intensificar los procesos de cría, recría y engorde y, en definitiva, a arreglárselas en menos superficie.
“No hay duda de la calidad de nuestra genética. Vienen a comprarla inclusive los escoceses, que son los creadores de las razas británicas. Ahora bien, cuando vamos los números fríos, duros, y concretos de la ganadería argentina, observamos que ella no crece. Estamos hace treinta años produciendo cerca de 15 millones de terneros y terneras. Nosotros le echamos la culpa a que la macroeconomía que repercute en la micro, y no hay duda que tiene enorme influencia. Pero también hay cierta responsabilidad del sector de la producción que está estancado por determinados hábitos”, dijo el ganadero Alberto Wainer en conversación con Bichos de Campo.
Wainer habla con conocimiento de causa porque es productor en la zona de San Miguel del Monte, en la provincia de Buenos Aires, donde hace cría y participa de los grupos CREA.
“Hay hay que salir de esa zona de confort para dar el salto que la ganadería argentina necesita”, sostiene el ganadero, que cree que es la forma de poder acceder con más carne al consumo interno, pero sobre todo a la exportación, donde para él está la salida,
“El futuro de la ganadería argentina está en la exportación, que está enormemente demandada no solo por China, sino por países que se incorporan permanentemente al consumo porque aumentan su poder adquisitivo. Me refiero a todo el sudeste que nace como Corea del Sur, Japón, Arabia Saudita, Egipto e Israel, que ya es un cliente habitual de Argentina. Si no crecemos, no vamos a estar a la altura de las circunstancias”, afirmó Wainer.
Es cierto que los desbarajustes macroeconómicos históricos condicionan cualquier actividad, y también que las políticas de los gobiernos kirchneristas fueron contrarias al crecimiento ganadero. Sin embargo, Wainer cree que el estancamiento también se explica por actitudes de los ganaderos.
“Independientemente de la macro y la micro, si vos sacás un 70% de terneros sobre las vacas en servicio, te vas a defender mejor que un productor que saca 58% a 60%. Hay tecnologías de muy bajo costo como el manejo del campo natural adecuado, no comerse permanentemente los rebrotes, el uso del alambrado eléctrico, y una sanidad adecuada, que permitirían elevar los índices de producción”, indicó.
Pero a pesar de que sobre esto se insistió mucho en los últimos años, hay productores que han realizado una incorporación parcial de estas herramientas.
“No se aplican porque hay hábitos incorporados a la cultura de ciertos productores que, con todo respeto, son tenedores de vacas y cosechan terneros cuando llega la zafra en marzo. Independientemente de la cantidad les alcanza para vivir y así se defienden de la inflación. Pero indudablemente hay falta de manejo, baja tecnología, el peso medio de la carcasa es bajo, falta manejo sanitario y un programa de extensión fuerte aplicado por los organismos oficiales y las universidades, que permita llegar a los productores para que den el salto que la ganadería argentina necesita”, profundizó el ganadero.
Hay otro problema que es el de la propiedad de la tierra y la incertidumbre que tiene quien alquila respecto de la duración de los contrarios, que se suma a las incertidumbres económicas y políticas.
Ahora bien, hecho ese análisis, la cuestión es cómo revertir este panorama.
“Sin dudas que salir de la zona de confort es incómodo, pero cambiar los hábitos es una obligación de los productores. Es una necesidad y tiene que haber, como dije, un programa de extensión serio, responsable y muy fuerte que permita que se mejore. Son técnicas de muy bajo costo y muy alto impacto como un plan sanitario de los toros, alambres eléctricos, vacunas que ataquen las enfermedades más frecuentes en los terneros, en las vacas y en los toros, para que el salto productivo sea enorme”, detalló Wainer.
Con todo eso se pueden abordar temas que se irán solucionando también por los efectos positivos de una mayor demanda de carne, la necesidad de ser más eficientes y por un pedido de los mercados internacionales. Todo esto llevará a engordar animales con más pesos y a que eso se traduzca en un mayor peso de la carcasa, lo que en definitiva significa más carne por animal producido.
“Brasil, Australia y Estados Unidos están en 50 kilos más de peso promedio de carcasa. Esto significa además cambiar el hábito de los consumidores locales que creen que un animal muy livianito es más tierno y eso atenta fuertemente con la producción”, señaló el productor.
Wainer se metió también con otros temas que generaron fuertes debates en los últimos meses, uno de ellos es el de la utilización de la caravana electrónica de forma obligatoria.
“Hay hábitos en determinados sectores productivos que están relacionados con el rechazo al cambio. Lo estamos viendo ahora cuando se habla de la incorporación de la caravana electrónica para identificación del rodeo nacional. Hay sectores de la diligencia rural y del sector productivo que hablan de que debería ser optativo. Por supuesto que luego hay casos y casos, pero este es un camino que no tiene retorno, porque cada vez más lo van a exigir los mercados internacionales”, concluyó.
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