Con foco en la economía, un nuevo capítulo del programa En La Mesa de Sigma Agro dejó como principal eje de debate el perjuicio que sufre el campo argentino por la alta presión impositiva.

La campaña gruesa está próxima a comenzar, lo que implica que los productores están en pleno momento de toma de decisiones en relación a la siembra.

En ese marco, uno de los aspectos que miran con atención es la marcha de la economía, que incide en el horizonte inversor.

Por ese motivo, en un nuevo capítulo de su programa En La Mesa, Sigma Agro reunió a tres especialistas en temas económicos vinculados con el agro: el contador público y experto en cuestiones tributarias relacionadas al campo, Santiago Sáenz Valiente; la asesora económica de Coninagro, Silvina Campos Carlés; y el economista y analista del mercado de granos, Carlos Sánchez Negrete.

Con la moderación del periodista Daniel Aprile, el primero en tomar la palabra fue Sáenz Valiente, quien no anduvo con vueltas: “La Argentina tiene una carga fiscal insoportable e insostenible, que daña la renta y la producción. Es el país más gravoso del mundo y castiga al agro como a ninguna otra actividad”, se quejó.

Como ejemplo, utilizó las retenciones, que las consideró un “impuesto violento a la producción” y que considera deberían dejar de citarse de esa manera porque “supone que retienen algo, pero si a uno le retienen algo y no se lo devuelven, quiere decir que se lo robaron”.

EL PERJUICIO DE LOS ALTOS IMPUESTOS EN EL AGRO

En esta línea, Sáenz Valiente prosiguió: “Es increíble que sea un impuesto que solo rija en Argentina, se acostumbraron los gobiernos a tener este tipo de ingresos, que no contemplan la capacidad de contribuir. El drama que hay en el agro con temas impositivos es grave”.

Al respecto, citó otros casos de impuestos negativos para la actividad, como la imposibilidad de actualizar los balances por inflación o la forma de calcular el Impuesto a los Bienes Personales que no permite considerar las deudas.

“El problema impositivo que tenemos en Argentina es muy grande. No se presta la debida atención a resolver la matriz tributaria. No tenemos una legislación acorde a la razonabilidad”, remató.

Para Sánchez Negrete, el problema de este panorama es que frena el empuje inversor que naturalmente tienen los productores argentinos.

“De los diferentes agentes económicos que hay en el país, el productor es el que más propensión a invertir tiene y lo hace todos los años, que entierra un montón de dinero encima en un negocio a cielo abierto. Es el tipo más optimista que hay sobre la tierra, lo único que sabe es invertir”, destacó el economista.

Desde su punto de vista, la esperanza de que se bajen los derechos de exportación puede cumplirse si efectivamente la estabilidad macro se termina de lograr. Y abogó por que suceda, habida cuenta el “efecto multiplicador fenomenal” que tiene el sector.

En la mesa: ¿se puede producir con sustentabilidad y a la vez ser rentable?

El problema –agregó– es que estar permanentemente discutiendo estos “parches sobre parches”, aleja a los productores de poder dedicarse de lleno a lo que saben hacer, además de no plantearse temas estratégicos para crecer.

“Esto incluye también a los municipios y provincias con sus tasas o saldos de Ingresos Brutos. Es toda una maraña en la que no se piensa en el largo plazo”, reclamó Sáchez Negrete, quien sugirió que a los impuestos no deberían definirlos “gente que nunca tuvo una actividad productiva”.

“EL PRODUCTOR ESPERA ANUNCIOS MÁS CONCRETOS”

Por su parte, Campos Carlés llevó la mirada desde una de las entidades que forma parte de la Mesa de Enlace y que tiene amplia expansión territorial, ya que representa a las cooperativas que funcionan en todo el país y de las diferentes economías regionales.

Pensando en la campaña próxima a iniciarse, afirmó que “el productor está a la espera de que los anuncios que se van haciendo se transformen en algo más concreto y que la estabilidad macro también se vea en resultados palpables”.

En este marco, coincidió en que el campo “es optimista para invertir”, pero que en este momento prima la cautela precisamente porque sigue habiendo ruidos en la economía y además no ayudan condiciones como los bajos precios internacionales de los granos.

“Lo que hay que pensar es que las decisiones que uno toma hoy, en muchos casos tienen efecto a 10 años. Pero por el contrario, hace años que arrastramos los mismos problemas, tenemos siempre la misma agenda. Falta un espacio de coordinación en serio, que encuentra alguna forma de saltear el vaivén de políticas en que vivimos cada cuatro años”, añadió.