¿Llegó el final para el trauma Botnia? Con la inauguración del enorme aserradero de Acon Timber en Virasoro, el sector forestal vuelve a sentir que forma parte de la Argentina posible
La actividad forestal argentina tuvo en su desarrollo un episodio traumático que le impidió luego crecer de modo armonioso: el síndrome Botnia. Hace casi 20 años, una empresa internacional anunció que iba a instalarse en Gualeguaychú para producir pasta celulósica a partir de los bosques implantados en el país, pero entre el ambientalismo local que
La actividad forestal argentina tuvo en su desarrollo un episodio traumático que le impidió luego crecer de modo armonioso: el síndrome Botnia.
Hace casi 20 años, una empresa internacional anunció que iba a instalarse en Gualeguaychú para producir pasta celulósica a partir de los bosques implantados en el país, pero entre el ambientalismo local que se resistía al proyecto y la política local de la que se presumía corrupción, espantaron esa inversión hacia la vecina orilla. La papelera se instaló en Fray Bentos, Uruguay, país que ya cuenta con tres plantas de ese tipo y miles de hectáreas forestadas.
La Botnia proyectada en Argentina iba a procesar los montes de madera que aquí habían crecido al amparo de la Ley 25.080 de Bosques Cultivados, sancionada a fines de los 90. Pero eso no pudo suceder y entonces, sin demanda, la superficie forestada nacional se estancó desde entonces en 1,2 millones de hectáreas y no se agregó demasiado valor a la madera. No es solo culpa de una empresa sino de la señal política, que partió del centro del poder de ese momento: el matrimonio Kirchner nunca quiso ni supo desandar esta madeja. Por eso, durante años muchos montes quedaron vegetando, a la espera de demanda. Luego la Argentina comenzó a exportar directamente los rollizos sin procesar a China.
Así como el caso Botnia se convirtió en la piedra en el zapato del sector forestal en 2007, el caso de Acon Timber quizás tenga el mismo valor simbólico en el sentido inverso, porque marca el regreso de las grandes inversiones en ese sector productivo e industrial. Se trata de un enorme aserradero que fue inaugurado este viernes en la provincia de Corrientes, que cuenta con una capacidad de procesamiento anual de 200 mil metros cúbicos de madera, lo que equivale al 15% de la oferta total nacional.
Los datos actualizados sobre el proyecto presentados ayer son más o menos los que siguen: demandó, hasta el momento una inversión de más de 110 millones de dólares, pero que llegará a 280 millones en su etapa final. Actualmente el aserradero genera 315 puestos de trabajo directos y el doble de manera indirecta, pero cuando alcance su máximo potencial ocupará unos 800 puestos directos y más de 1500 indirectos.
Como sucedía con Botnia, Acon Timber es un proyecto pensado a escala global, por la firma austríaca HS Timber Group y la belga Forestcape, especializada en inversiones forestales sostenibles. De allí surge uno de los ganchos más atractivos para los políticos, que ya parecen haber aprendido la lección con la malograda papelera: la planta no generará desechos, sino que utilizará el 100% de la materia prima que reciba.
Tal la envergadura del proyecto que la ceremonia de inauguración contó con la presencia del ministro de Trabajo de Austria, Martin Kocher; del secretario de Bioeconomía, Fernando Vilella; del gobernador de Corrientes Gustavo Valdés; y de los CEO de las compañías globales que impulsaron esta inversión, Gerald Schweighofer y Airy De Murga.
El mega aserradero exportará casi toda su producción de madera aserrada desde el puerto de Posadas. Tiene previsto enviar contenedores a 70 países y facturar 100 millones de dólares en 2024. “Hace muchos años que Argentina no recibía una inversión extranjera de tal magnitud”, resaltó Vilella, el solitario representante del gobierno nacional en Virasoro. El presidente Javier Milei no la vio y se perdió la principal noticia productiva en estos tiempos tumultosos de la economía.
Por si alguien lo considera divertido, el gobierno correntino difundió el acto de inauguración:
“Tenemos un suelo que verdaderamente ha sido generoso en una de las pocas mesopotámicas que tiene el mundo sobre agua dulce”, dijo el gobernador Valdés no sin razón: Corrientes es la segunda provincia forestal detrás de Misiones, pero a diferencia de aquella (que tiene empresas de enorme envergadura como Arauco, la ex Alto Paraná) carecía de empresas foresto-industriales de esta envergadura.
En el acto, el gobernador habló sobre la necesidad de un balance entre industrialización y respeto por el medio ambiente, como si finalmente se hubiera aprendido aquella lección y se hubiera superado el trauma psicológico. “Sabemos que los argentinos queremos que se industrialice pero respetando la naturaleza”, declaró.
“Hoy tenemos 550.000 hectáreas forestadas y apostamos a seguir haciéndolo dentro de 2 millones de hectáreas más”, dijo el político, intentando dejar atrás el trauma que detuvo por casi dos décadas el crecimiento de la superficie forestal en la Argentina. Ojalá.
Al proyecto se le aplicarán los beneficios fiscales de la ley forestal nacional -como la estabilidad fiscal a veinte años-, pero además Corrientes añadirá un compromiso parecido con los tributos provinciales por diez años. “Cuando una empresa no es competitiva, cierra sus puertas y generalmente se va y se muda a otro lugar. Por eso van diez años donde nosotros nos seguimos comprometiendo a no modificar esas estructuras impositivas”, prometió Valdés.
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