Horacio Larrea anticipa que en el futuro los avances de productividad logrados por los tambos no tendrán nada que enviadiarle al sector porcino
El cambio de paradigma que está experimentando la lechería con la robótica, la gestión de grandes cantidades de datos en entornos digitales y el monitoreo individualizado de cada ejemplar de un rodeo en tiempo real es solamente el comienzo de algo mucho más grande que viene en camino. Las combinación de tres tecnologías –semen sexado,
El cambio de paradigma que está experimentando la lechería con la robótica, la gestión de grandes cantidades de datos en entornos digitales y el monitoreo individualizado de cada ejemplar de un rodeo en tiempo real es solamente el comienzo de algo mucho más grande que viene en camino.
Las combinación de tres tecnologías –semen sexado, fertilización in vitro y genómica– está promoviendo una aceleración del desarrollo genético que, combinado con los demás avances, llevarán a la actividad a un nivel de competitividad gigantesco.
Así lo indicó Horacio Larrea, gerente de la división Latinoamérica de la compañía genética Semex, durante una conferencia ofrecida en el Congreso Lechero CREA que se realizó esta semana en la ciudad de Rosario.
“Hoy gracias a la tecnología podemos llegar a tener una cantidad de datos y una capacidad de procesamiento de información para tomar decisiones inteligentes como no la tuvo nunca antes ningún otro tambero”, apuntó.
“Hay muchos tambos en el mundo que, por ejemplo, ya están diseñando dietas personalizadas para vacas porque la tecnología permite adaptar la nutrición a las necesidades especificadas de cada ejemplar de un rodeo lechero”, añadió.
Adicionalmente, la tecnología disponible permite conocer el comportamiento de cada una de las vacas, además de monitorear en tiempo real a todos los ejemplares del rodeo.
“Un collar con detección de rumia puede detectar una depresión de rumia 24 horas antes que el ojo humano mejor entrenado y esa anticipación permite incrementar de manera significativa la probabilidad de curación de esa vaca”, explicó.
Sin embargo, Larrea comentó que tales innovaciones, para que puedan expresar adecuadamente su potencial, deben ir acompañadas del paquete completo de avances.
“Un robot tarda siete minutos en preparar una vaca para un ordeñe; el problema es que ese tiempo lo dedica tanto a una vaca que va a producir ocho litros como a otra que va a generar veinte litros en ese ordeñe. La unidad de producción entonces deja de ser la vaca, porque pasa a ser el factor tiempo. Si vamos a usar 20 minutos para obtener ocho litros cuando podríamos obtener veinte, estamos haciendo un uso ineficiente de los recursos”, remarcó.
Es decir: no se trata sólo de emplear al avance genético para tener “mejores” vacas, sino del hecho de asegurar que las vacas presentes en el rodeo, desde la primera hasta la última, tengan el derecho de integrar el rodeo.
El especialista indicó que la industria avícola y porcina debería ser referente de la lechera, dado que ambas lograron eficiencias gigantescas gracias al desarrollo genético acompañado por la gestión de procesos y la inversión en infraestructura y tecnología.
“Mi padre tenía cerdos y cuando yo era chico una madre daba 9 lechones por parto, mientras que en la actualidad cualquier buen productor tienen madres que generan 15 a 16 lechones por parto; ese nivel de productividad se logró en base a un proceso que es muy similar al que vamos a experimentar en la lechería”, anticipó.
En 2004 un consorcio internacional logró secuenciar el primer borrador del genoma de un bovino (Bos Taurus). A fines de 2007, a partir de un desarrollo conjunto con el USDA y las Universidades de Missouri (EE.UU.) y de Alberta (Canadá), la compañía estadounidense Illumina comenzó a comercializar test genómicos para bovinos con 50.000 marcadores genéticos (SNP50). Desde entonces la industria de la genética bovina en el Hemisferio Norte ingresó en una carrera frenética.
A partir de 2009 en EE.UU. y Canadá, las dos naciones líderes en genética bovina, se comenzó a incorporar la información genómica en las evaluaciones de progenie. Y esta tecnología comenzó así a emplearse en la selección entre hermanos. Con el sistema tradicional de selección, se suponía que los hijos de un mismo padre y una madre tenían una similitud genética, mientras que ahora es factible determinar qué grupo de genes heredó cada uno de los hijos para determinar cuál es el ejemplar más destacado y descartar el resto.
“En EE.UU. ya hay tambos con producciones individuales anuales promedio por encima de los 50 litros y con una media de 4,5% de grasa y de 3,7% de proteína en vacas Holando; veinte años atrás esos números impensables”, graficó.
“Cada año tenemos toros que son mucho mejores que la generación anterior porque la genómica revolucionó el proceso de selección. El ritmo de progreso genético se ha quintuplicado respecto de la situación presente quince años atrás. Y tenemos que comprender que en un mercado competitivo quien tiene mayor eficiencia progresa y va por encima de la media”, argumentó.
Por otra parte, a través del uso de semen sexado, la fertilización in vitro y el trasplante embrionario es posible aplicar una presión extra al mejorar el proceso de selección de hembras, de manera tal de lograr que el 100% de las mejores vacas generen solamente hembras. “Con eso potenciamos el desarrollo genético”, explicó Larrea.
El especialista aclaró que la tecnología es muy útil cuando se la emplea de manera adecuada, dado que, si bien el volumen de información disponible es enorme, es la decisión humana la que debe –al final del día– ajustar cuál es el prototipo de vaca más apto para el sistema productivo presente en cada establecimiento.
Larrea aseguró que en los próximos años la selección genética en lechería se va enfocar en tres grandes rasgos: eficiencia de conversión, resistencia a enfermedades y emisión de metano.
“En este momento Canadá es el único país que incorporó el factor emisión de metano en las evaluaciones genéticas, pero para el año que viene los principales productores de genética del mundo van a sumar al mismo”, proyectó.
También comentó que en muchas naciones de Europa y en EE.UU., gracias al nivel de eficiencia que alcanzaron en términos reproductivos y de manejo, empezaron a tener un excedente de hembras que tienen un enorme costo de crianza. “Por lo tanto, algunos años atrás apareció el ‘Beef on dairy’, que es emplear a la vaca de menor mérito genético en lechería para cruza con un toro de una raza para carne”, señaló.
De todas maneras, gracias al desarrollo logrado por la tecnología de multiplicación de embriones, el especialista dijo que quizás en un futuro cercano el “Beef on diary” sea instrumentado con vacas lecheras receptoras de embriones de ejemplares con un alto mérito genético para ganadería de carne.
Larreo dijo que lo que viene en camino –en el mediano plazo– son avances en proteómica y edición génica, los cuales, cuando estén maduros, permitirán acelerar de manera exponencial del desarrollo genético al potenciar caracteres deseados y suprimir los indeseados.
“La proteómica es la posibilidad ya no sólo de identificar los genes, sino de entender cómo funcionan e interactúan entre ellos. En la actualidad sabemos que determinados marcadores moleculares se asocian a determinados caracteres, pero muchas veces no se sabe porqué y la proteómica promete generar ese conocimiento; los avances al respecto probablemente llegarán mucho antes de lo imaginamos”, auguró.
Este año una vaca localizada en un tambo en Indiana. EE.UU., logró, con catorce años de edad, alcanzar una producción vitalicia de 230.000 litros. ¡Y aún sigue en producción! “Si una vaca lo hizo, todas las vacas algún día lo van a poder hacer. El techo por alcanzar aún esta muy lejos”, resumió.
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