En el INTA de Jujuy, Tomás Vera trabaja para recuperar la genética de las cabras criollas
Tomás Vera es sanjuanino, pero hace tres años que se considera jujeño. Este veterinario especializado en caprinos, con más de veinte años de trabajos en el INTA, decidió mudarse junto a su familia para compartir con otros sus conocimientos. Hoy participa de trabajos que buscan la recuperación de recursos zoogenéticos nativos al revalorizar las razas
Tomás Vera es sanjuanino, pero hace tres años que se considera jujeño. Este veterinario especializado en caprinos, con más de veinte años de trabajos en el INTA, decidió mudarse junto a su familia para compartir con otros sus conocimientos. Hoy participa de trabajos que buscan la recuperación de recursos zoogenéticos nativos al revalorizar las razas criollas.
“Lo que se reconoce internacionalmente es que las razas criollas tienen cualidades que, producto de la selección hecha por el hombre, se han ido perdiendo, como, por ejemplo, la resistencia a enfermedades. Se han adaptado a los ambientes y a los manejos impuestos”, explicó Vera a Bichos de Campo.
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Aunque suene novedoso, lo cierto es que el INTA viene incursionando en estas investigaciones desde la década de 1950, donde se trabajó para recuperar el ganado bovino criollo o la “vieja vaca criolla”. Si bien son más comunes los trabajos sobre especies vegetales, las actividades antrópicas y su impacto en el ambiente llevaron a que también sea necesario actuar sobre especies animales.
-¿Por qué rescatar lo que había y no traer razas nuevas?
-Las razas especializadas tienen la característica de que para producir más necesitan más alimento. Pero bajo las condiciones en las que estamos actualmente, el alimento va a escasear en la zona. Lo que vas a necesitar entonces son animales adaptados a la región, que sepan alimentarse con la vegetación nativa y que puedan desarrollar todo el ciclo productivo al cual ya están especializados.
En el caso de los caprinos, la especialidad de Vera, los productores de Jujuy los usan con un doble propósito: producir carne y leche. Las cabras blancas, que producen entre 3 y 4 litros de leche al día, necesitan comer al menos 4,0 kilos de materia seca. Si se modifica su alimentación y se logra una adaptación a la vegetación nativa (aunque en realidad se trata de volver a sus hábitos originales), podrían comer menos para alcanzar un promedio de alrededor de 2,5 litros diarios.
“Tenemos la idea de que mejorando los índices productivos, el peso en el nacimiento, los niveles de producción bajo las condiciones tradicionales de pastoreo, va a encajar en el sistema sin ninguna contradicción y sin generar problemas”, indicó Vera.
-¿Por qué creen que es importante lo que están haciendo?
-Porque desde sus albores el INTA viene trabajando para dar con lo que se plantea como un gran slogan: “el hambre cero”. La aspiración de cualquiera es que se mejoren los índices de producción de todas las actividades productoras de alimentos del país, para que los productores vivan mejor y no haya gente que se muera de hambre.
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