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El piquillín

Fuente: InfoAgro 05/07/2020 16:00:36 hs

El Piquillín, es un árbol o arbusto espinoso, mayormente desconocido para mucha gente ya que es endémico, esto quiere decir que solo crece naturalmente en zonas geográfica reducidas y en ninguna otra parte del mundo. Este arbolito pertenece al llamado Monte Serrano o de llanura cuya vegetación está compuesta por especies, como el espinillo, el

El Piquillín, es un árbol o arbusto espinoso, mayormente desconocido para mucha gente ya que es endémico, esto quiere decir que solo crece naturalmente en zonas geográfica reducidas y en ninguna otra parte del mundo.


Este arbolito pertenece al llamado Monte Serrano o de llanura cuya vegetación está compuesta por especies, como el espinillo, el Tala, el Molle, coco, etc. Crece en Argentina en las provincias de La Pampa, Catamarca, Córdoba, Jujuy, Salta, San Jun, Mendoza, San Luis, Santiago del Estero, Tucumán y Río Negro. Florece en primavera y sus frutos están maduros en verano.

La palabra Piquillín viene del quichua Piquillay que significa: “no te hinques”, no te pinches”, en alusión a sus espinas. Es una especie caduca, lo que significa que pierde sus hojas en invierno, permitiendo generosa luz solar en las frías tardes serranas.

Con flores como pompones amarillas y un fruto muy rico de color rojo cuando está maduro. Digo muy rico porque cuando vivíamos en las sierras no había nada más lindo que ir a buscar  piquillín a la hora de la siesta y luego comerlos a la sombra de un árbol, claro, en competencia con tordos, zorzales, calandrias, benteveos e iguanas.

Características

Arbusto de follaje persistente, muy ramificado, que alcanza, a lo sumo, 3 metros de altura y tronco de corteza oscura con ramas ascendentes que a su vez llevan otras más pequeñas horizontales, alternas, leñosas, cortas y todas de ápice muy agudo, espinescentes.

Hojas diminutas, dispuestas en ramiletes a lo largo de las ramas menores, simples, elíptico-ovadas, sésiles, cutinizadas, de 5 mm de largo y 2,5 mm de ancho, color verde oscuro.

Flores dispuestas en las axilas, largamente pedunculadas, de color amarillo, hermafroditas y desprovistas de corola. Fruto, drupa levemente alargada, del tamaño de una arveja grande y color anaranjado rojizo brillante a la madurez, muy dulce y comestible.

Existen otras especies con similar nombre popular, una, conocida con el nombre vernáculo de “piquillín de la sierra” y “piquillín negro” (Condalia montana Cas.), cuyos frutos son de color oscuro y, otra con el nombre de “piquillín grande” (C. buxifolia Reiss.), que se la encuentra en Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, también con frutos oscuros a la madurez, todos comestibles.

Florece en primavera y los frutos maduran a principios del verano.

HABITAT

Común en casi toda la R.A., frecuente en Córdoba, San Luis, Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza, etc.

Es una especie típicamente xerófila que integra con el tala (Bougainvillea stipitata), el espinillo (Acacia caven), el molle de beber (Lithraea molleoides) y la tusca (Acacia lutea) el “churqui” o monte criollo, bajo y espinoso, característico del centro de Argentina.

Se lo halla en mayor abundancia en laderas y lugares con exposición al Norte, abrigados.

Desgraciadamente en la provincia de Córdoba es muy poco el monte que queda, debido (y esto lo digo yo), a esa plantita odiosa y buscada por sus granos, que tienen alto valor económico. Claro me refiero a la soja, esa que no nos deja nada y se lleva todo, talan los montes para sembrarla buscando solo rédito económico, las legislaciones no son muy claras o no se respetan. Por eso el piquillín es uno de los tantos árboles y arbustos que fueron y siguen desapareciendo, y engrosaran la lista que va camino a la extinción.

Al que alguna vez vivió en la sierras de Córdoba, y luego va a parar al llano llevará con extraña nostalgia, impregnado en sus retinas, el ondular suave de las sierras, mezcla de verdes, marrones, ocres y rojizos y vivirá por mucho tiempo, buscando en vano un horizonte de serranías.

Leyenda del piquillín

En tiempos de los Sanavirones, cuentan que una bella aborigen llamada Piqui se enamoró de Llín quien vivía en el sacate vecino. El padre de la joven al enterarse se opuso terminantemente ya que pensaba casar a su hija con el hijo del jefe de un henen de la región de Cantapas.
Piqui, desesperada, al conocer los planes de su padre, fue en busca de Llín y juntos decidieron huír lo más lejos posible, decididos a no separarse jamás.
Durante toda una noche y la mañana del siguiente día, caminaron y caminaron sin parar, siguiendo el curso del manantial.


Piqui, vestía un uncu de lana rojo, teñido con las fibras del quebracho y Llín, un taparrabos de color verde. Hacia el mediodía, en una loma pelada vencidos por el cansancio se detuvieron a descansar, sentados junto al arroyo, a la sombra de unas grandes piedra.

Llenos de sueños y proyectos compartieron felices como único alimento unas vainas de algarrobo. Pero de repente la maldición de aquel enfurecido padre, hizo temblar la tierra y cayó sobre los jóvenes una piedra grande de lo alto de la loma que los aplastó al instante. Dicen que desde ese día apareció un nuevo árbol en aquellos montes serranos, una planta de hojas verdes y frutos rojos, simbolizando el amor eterno entre Piqui y Llín, por lo que los aborígenes, lo llamaron piquillín.

Vía: .herbotecnia

bisbiseos.wordpress

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