Horticultura urbana: volver a sentir el sabor de lo natural con agroecología
Confiar en los ciclos naturales para producir es una de la tácticas para llevar adelante una huerta exitosa. Qué sientan las personas produciendo sus alimentos.
A través de una serie de artículos, Infocampo presentará la temática de la horticultura urbana. Beneficios, aportes, cuidados de la huerta para conseguir cultivos hortícolas comestibles. Distintos profesiones y técnicos del Programa ProHuerta, del INTA, brindarán ideas y consejos clave para una labor exitosa.
La agroecología enseña a confiar en los ciclos naturales y a generar acciones para favorecerlos. Estos ciclos son posibles por la biodiversidad. Trabajar en ellos permite tomar distancia del uso de insumos externos -como los químicos- en la producción.
“Las personas ven plantas preciosas, lindas, con vigor; y no pueden creer que no se aplique ningún producto químico”, cuenta Beatriz Freire, promotora del Programa ProHuerta en la Ciudad de Buenos Aires.
Las y los participantes de las capacitaciones de ProHuerta siempre expresan su sorpresa al consumir su propia producción: “Las personas dicen sentir por primera vez cuál es el sabor de una acelga, el sabor de una lechuga”, manifiesta Freire
Con las técnicas que propone la agroecología podemos producir alimentos sanos que pueden consumirse inmediatamente después de la cosecha. Una de las claves del éxito es la variedad de cultivos asociados estratégicamente para obtener cosechas abundantes.
Otra de las clave es recuperar y elegir la producción de las variedades de hortalizas propias de cada lugar, aquellas que tienen más potencial para crecer en determinado suelo y clima, y que forman parte de las costumbres y saberes de cada región.
Juan Amador, secretario del Consultorio Técnico Popular de la Unión de Trabajadores de Tierra (UTT) también habla de los grados de autonomía que la horticultura urbana aporta a los productores.
Junto a esto, también es importante reconocer su relación con cuidado del ambiente: “Los restos vegetales que quedan de los cultivos se incorporan para que vuelvan en forma de nutrientes y minerales “La agroecología es una forma de producir más sana y justa”, dice Amador.
En los últimos años, ProHuerta ha registrado un crecimiento en las ciudades de las huertas familiares, comunitarias y escolares. “Lo hacen para aprender a producir su propio alimento y en busca de experimentar un mayor contacto con la naturaleza”, dicen. La situación económica de las familias también ayuda: en tiempos de inflación de los precios de los alimentos es una causa que no se puede soslayar y otro de los motivos para encarar la huerta propia.
La horticultura agroecológica es un desafío y, a la vez, una tarea que se puede abordar con pasos simples.
Una de las principales herramientas para cultivar los propios alimentos agroecológicos es ver y reconocer la naturaleza. Observar, aprender de cada siembra y, sobre todo, nunca perder la paciencia. Para el éxito de una huerta, no sólo son necesarios los aspectos técnicos, sino ser observador/a constante. El mantenimiento básico de una huerta -que todos y todas podemos llevar adelante- permite llegar a una buena cosecha.
Las huertas agroecológicas en la ciudad son más que una tendencia. Representan una opción válida para una transformación productiva que puede impactar –directa e indirectamente– en la calidad de vida de miles de familias. Desde ProHuerta se comparten herramientas para esa transición, mientras seguimos trabajando en todo el país con seguridad y soberanía alimentarias como horizonte.
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