Se llama MEVA y es un desarrollo de la Bolsa de Cereales de Córdoba. Desde la entidad observan un gran potencial: “Argentina posee los activos que el mundo demanda”, aseguran.

En el marco de un almuerzo de cierre de año que organizó en su sede ubicada al lado del río Suquía, la Bolsa de Cereales de Córdoba no solo hizo un repaso y un brindis por el fin de 2025, sino que también puso proa hacia 2026 con importantes lanzamientos, que cristalizará por medio de su Fundación.

Uno de los más ambiciosos se llama MEVA y lleva por slogan “Invertir en Futuro”: se trata de un market place de créditos de carbono y tiene como fin precisamente convertirse en una plataforma de negociación de activos ambientales, tanto para quienes tienen oferta de carbono como para quienes demandan para compensar sus altas emisiones.

Los técnicos de la entidad cordobesa, Pedro Meriggiola y Gastón Fleitas, fueron los encargados de adelantar algunos de los ejes de este proyecto que parte de las bases que se establecieron en el Acuerdo de París de 2021 para implementar los mercados de carbono, buscando herramientas para mitigar el cambio climático y el calentamiento global.

QUÉ SON LOS CRÉDITOS DE CARBONO

Meriggiola recordó que un crédito de carbono no es lo mismo que un bono de carbono y equivale a cualquier emisión de algún gas de efecto invernadero (GEI) que se mide en toneladas de dióxido de carbono equivalente que fueron reducidas, secuestradas o evitadas.

Así, “los proyectos de carbono capturan o reducen las emisiones de gases de efecto invernadero con el propósito de compensar las emisiones de otras empresas y que de otra manera difícilmente hubiesen ocurrido sin el apoyo del mercado de carbono”, precisó Meriggiola.

Fleitas abordó luego por qué creen que hay una gran oportunidad en una plataforma de este tipo: el primer hecho importante es que “Argentina posee los activos que el mundo demanda”, enfatizó.

¿A qué se refiere? A 48 millones de hectáreas de bosques nativos, a 6 millones de hectáreas de humedales y al 2% de la reserva mundial de carbono almacenado en los suelos.

De allí que la propuesta de la Bolsa de Cereales cordobesa consiste en una plataforma de alcance internacional que integra un marketplace de activos ambientales y un portal público con información y herramientas de medición, que haga foco en la trazabilidad y garantice transparencia a través de blockchain.

“Lo que buscamos es que sea un portal para conocer sobre estos temas, que se encuentren los comercializadores de créditos y los que necesitan comprarlos”, expresó Fleitas.

En la práctica, se ofrecerán créditos “tokenizados” no solo por proyectos de carbono, sino también vinculados con generación de energías renovables, cuidado de la biodiversidad o eficiencia hídrica.

La Bolsa, además de tener el apoyo del Ministerio de Bioagroindustria cordobés, confía en que su vinculación con universidades, otros ministerios y otras Bolsas de Comercio y de Cereales del país, permitirá que este proyecto pueda escalar y tener éxito rápidamente durante el próximo año.

“CONOCIMIENTO EN TERRITORIO”

En paralelo, la Bolsa cordobesa dio a conocer otro proyecto que comenzará a ejecutar a partir de 2026. Se llama “Agritrail” y apunta a la “expedición de conocimiento en territorio”.

Según explicó César Alonso, otro de los integrantes de la entidad bursátil provincial, es un servicio que busca conectar información con el territorio.

Se trata básicamente de recorridas a campo para visitar tanto establecimientos de producción de granos y carne, como industrias de alimentos.

“Están pensados tanto para técnicos y productores, como para público en general y periodistas. El objetivo es conocer de primera mano cómo es la originación de la producción, y luego su transformación y agregado de valor”, mencionó Alonso.

A priori, se están pensando dos recorridos:

• Uno en la zona norte de la provincia, con foco en maíz, soja, garbanzo y trigo, en el caso de la agricultura; y también con recorridos por campos ganaderos vacunos y porcinos.

• Otro en el sur, donde se buscará apuntar también a agricultura y ganadería, sumando el maní, y también la fabricación de bioetanol.

Se estima que cada “vuelta” se extienda por entre 500 y 700 kilómetros, con una duración de uno a tres días. La expectativa es organizar dos viajes al año, uno de precosecha de cultivos estivales, y otro para invernales.