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Adriana, una pionera de las buenas prácticas: “Poner la semilla y después cosechar me sigue dando emoción”

Fuente: Infocampo 25/01/2025 07:56:32 hs

Es agrónoma pero podría haber sido profe de educación física. Fue la primer vicepresidente mujer de CREA. Uno de sus lemas es que trabajar afuera te mantiene en aprendizaje permanente. Es la nueva protagonista de ELLAS.

“Vengo de una familia agropecuaria que empezó con mi padre y su hermano, mi tío, socios hace 43 años. Viví en el campo hasta los 7 años, aunque siempre estuvimos cerca, y activos, todos colaborábamos. Por eso, la diferencia entre hombre y mujer no la viví, estudié agronomía pero mi primera opción era profesorado de Educación Física”, cuenta, a modo de rápido resumen, Adriana Arnaldo, en otro capítulo de ELLAS Podcast

Si había que subirse a un tractor lo hacía, y si había que salir a caballo a buscar las vacas para traerlas al ordeñe y obtener la leche con la que su madre hacía dulce y manteca, también.

“Siempre estuve muy involucrada en la empresa familiar, aunque siempre también haciendo trabajos fuera, eso te enriquece”, acota. 

La empresa se llama Monte Seco. Hoy se han sumado Adriana, su hermano y su primo. Fueron de los fundadores del CREA Montecristo. También fueron pioneros en el programa BPA (Buenas Prácticas Agrícolas) de Córdoba.

Como dato importante adicional, en 2019 Adriana se convirtió en la primera mujer vicepresidente del Movimiento CREA.

-Te criaste en un ambiente rural. Contame de tu infancia. ¿Qué te gustaba hacer? ¿Vivían en el campo o en el pueblo/ciudad?
-Viví hasta los 6-7 años en el campo aunque mi vida hasta el día de hoy está completamente relacionada con lo rural porque el campo está a 11 kilómetros del pueblo donde me fui a vivir después. Ahí vivían mi abuela, mi tío y mi familia que estaba compuesta por mi padre, mi hermano y mi madre. Vamos todos los días al campo. Y ahí estuve hasta que empecé el colegio primario. ¡No hice jardín! Qué loco, parece de tantos años… arranqué directo la primaria y me costó un montón porque no había socializado, pero bueno, el campo y la vida en la naturaleza me enseñaron otra cosa. Todos los días se aprende algo en el campo. 

-Sí, claro. Seguramente esas cosas que te quedaron marcadas a fuego no se te olvidaron más. ¿Qué te quedó en el cuerpo de esa época de la infancia?
-Tengo un montón. Me quedó mirar el cielo y ver si había nubes, y que lloviera. Era algo que se hablaba siempre. El clima. El olor a pasto húmedo. Salíamos a caballo con mi tío a buscar las vacas lecheras porque mi mamá ordeñaba y hacía manteca y dulce de leche. Se hacía todo casero. Por ahí salíamos al pueblo una vez por semana. No teníamos buenos caminos. Te estoy hablando de 49 años atrás. Once kilómetros de camino de tierra en un Falcon era el fin del mundo. Recuerdo ese olor a humo en la casa de mi otra abuela, porque las dos familias tienen campo. En lo de mi abuela materna éramos muchos primos, 22, y había una cocina a leña y nos metíamos todos ahí. Y la sala de juegos era esa cocina. Hacíamos tostadas, quemábamos la cáscara de la naranja, tomábamos la leche cruda. Y después jugar a la escondida adentro de los lotes de trigo, de maíz. Hoy hacemos lo mismo con mi sobrina más chica. La verdad que hermosos recuerdos. Hasta el día de hoy sigo disfrutando de algunas de esas cosas. Me encantan los olores de la mañana y del atardecer. 

-Mencionaste a tu madre, el ordeñe, quizás también tus abuelas, que son mujeres rurales. ¿Cómo ves el rol de las mujeres en el campo hoy? Yo soy de pensar que siempre estuvieron, sólo que ahora tienen otro rol u otra visibilidad…
-Creo que los hombres no hubiesen podido estar en el campo si no hubieran tenido una mujer que los acompañaba en todo. Por el lado de mi mamá, eran siete varones y ella la única mujer. Imaginate el laburo que había para hacer. No había luz eléctrica en el campo. El agua potable era la de lluvia que se cuidaba como oro. Porque después había agua salada. Mi abuela y mi madre, mi tía hoy, siempre han acompañado en todo. Me acuerdo de un año que había caído piedra, curando semilla de soja para poder sembrar. A la mujer no se la veía en los trabajos más rudos, pero estaba, tenía un trabajo al lado que era tan duro como el que tenían los varones. Y además el apoyo, porque se hacían cargo de los hijos, de su educación, todo esto también. Hoy también, pero con otra tecnología y facilidades. Capaz que pasaba un mes que no iban al pueblo. Era toda una odisea. Yo creo que lo hacían con gusto. Y tenían habilidades: cocinaban, obvio, cocían, tenían su huerta, gallinas. Se autoabastecían. 

-Con todo esto, parece obvio que tu plan A de estudio era agronomía o veterinaria. ¿Tenías un plan b? ¿Cómo fue la decisión de estudiar agronomía?
-Yo tengo 54, mis primos tienen 40. Yo era la primera que entraba a la universidad. Mi plan a no era ni agronomía ni veterinaria, mi plan A era profesora de Educación física. Pero mi viejo me agarró y me dijo…mmm… me parece que por acá no va. Fuimos a la facultad de agronomía, año 1986. Pero había muchos paros. No había clases. Entonces me acompañó a la Católica. Nos gustó a los dos. Y me dijo que iban a hacer un sacrificio, pero que mi futuro estaba ahí. Yo sabía del sacrificio que iban a hacer. Mi papá y mi tío, por entonces, además del campo eran empleados en otras empresas, porque el campo no era rentable. Así fue nomás, que me recibí de agrónoma, hoy lo volvería a elegir. Feliz que me haya ayudado a ver lo que me gustaba. Me gustaba la naturaleza, pero no tenía definido por dónde. 

-Qué bueno lo que contás, porque otro padre hubiera dicho, más por aquellos años, que el campo era más para hombres….
-Mi viejo nunca me subestimó como mujer. Me enseñó a manejar a los 8 años. Me venía a buscar en la F-100 al colegio y me hacía manejar. Me enseñó a manejar el tractor y el escardillo, que pasábamos los dos juntos. O nos levantábamos a las 5 de la mañana a marcar el lote en el que después íbamos a hacer aplicación de fitosanitarios. Por suerte, nos enseñó a todos a hacer de todo. Después la vida te da la oportunidad de elegir. Por eso yo nunca sentí la desigualdad. A lo mejor lo han hecho, pero no lo viví eso de que te discriminen en el campo por ser mujer. Me desenvolví siempre en un ámbito de respeto.   

-¿Cómo viviste la incorporación a la empresa familiar? El ensambe generacional…
-Yo siempre respeté mucho los espacios. En 1996 nos casamos con Juan Cruz, mi marido. No quise apenas me recibí involucrarme al 100 por ciento en la empresa familiar. Yo creía y aún hoy lo sostengo, que tengo que tener un pie afuera y otro adentro. Porque afuera aprendo y puedo incorporar cosas y llevarla a la empresa familiar. Nos fuimos en 1996, volvimos en 2001 y ahí empecé muy de a poco con toda la parte técnica de la empresa y acompañando a mi viejo en la parte administrativa. También empezamos con un ordenamiento societario. En 2005 entramos al grupo CREA. Eso me ayudó a ver la empresa de otra forma. Pasamos de una SH a una SA. Repartimos las acciones. Para que sea más claro para todos. En 2020 falleció mi padre y ahí me incorporo al 100 por ciento en lo administrativo, que era lo que hacía más mi viejo. Mi papá era una cabeza tremenda, llevaba todo en unos cuadernos. Hubo que pasar eso a sistemas. Mi tío es muy generoso y emprendedor. Él está con algo bien específico, la producción de papa, y toda la parte agrícola restante la manejamos entre mi primo, mi hermano y yo. Buscamos mejorar continuamente siempre que podamos. Tecnología en tractores, en cosechadoras, tenemos equipos de riego. La eficiencia nos permite tener rentabilidad. 

-También fueron pioneros en el Programa de Buenos Prácticas Agrícolas que impulsó la provincia de Córdoba, que también ayudan a ordenar.
-Sí, BPA vino a mostrar que hacíamos varias cosas, pero a mostrar cómo las hacíamos y todo proceso que uno empieza en una empresa te vas dando cuenta que te va ordenando y le agarrás el gustito y querés incorporar más. Sirvió para nosotros y para los otros. Fue una forma de poder mostrar lo que hacemos. Fue un hito para Córdoba. Hemos armado una muy buena red entre lo público y lo privado. Es difícil que nos salvemos solos. 

-¿Qué te entusiasma de ser productora o estar vinculada a lo rural y qué te tira para abajo?
-Me entusiasma laburar con la naturaleza. Hay tantos desafíos. Porque vos empezás algo hoy y no sabés con qué te podés encontrar más adelante. Poner la semilla y después cosechar me sigue dando emoción. Y después, las oportunidades que tenemos para hacer. Y para abajo me tira el clima. El año pasado nos cayó piedra, hubo que empezar de nuevo. La falta de agua. Pero soy muy activa, positiva. Disfruto recorrer lotes. Me encanta. Disfruto salir a la mañana temprano, recorrer, mojar las alpargatas. 

FUERA DEL SURCO

Llegamos al pin-pong de ELLAS y la primera pregunta es si tenés alguna actividad por fuera de lo laboral que te resetee, que te saque de los prolegómenos de laburo…
-Hago todos los días yoga o pilates durante la semana. Y los fines de semana tenemos una casita en Salsipuedes, en las sierras, y es mi lugar. Hacer jardín, poner plantas, podar, cortar pasto. 

-¿Música? ¿Por dónde vas?
-Las noticias hace rato que dejé de escuchar. Y me encanta el folclore. Los Chalchaleros. Tengo equipos con CD en Salsipuedes todavía. El dúo Coplanacu, todo lo que sea folclore. Pero me gusta también estar bastante en silencio. 

-¿A la hora de mirar una serie o película qué te gusta?
-Me gustan las historias reales. Las series o polículas de suspenso. También de aventura. Pero poco miro. Prefiero leer. Me encanta Sandor Marai. Pero tengo épocas. A veces escucho mucho música, a veces la lectura, otras veces mirar algo. Y en invierno me encanta tejer. Tejo a dos agujas o crochet, me gusta mucho. Es mi cable a tierra. Como yoga o pilates. 

-¿Algún lugar que te gustaría conocer?
-Argentina me encanta. Me gusta más lo que tenga que ver con naturaleza, montaña, río que ciudades. Si me das a elegir, elijo mar, selva, montaña, playa, antes que una gran ciudad. Australia, Nueva Zelanda, son países que me gustaría concer también. 

-¿Tenés alguna frase de cabecera? O un lei motiv… una forma de vida, una especie de “hakuna matata”…
-Si, tengo una que siempre les repito a mis hijos, “hace las cosas bien una sola vez”. No a medias tintas. Me la digo yo también. Pongo mis energías, las hago bien y termino. La llevo siempre. Y me funciona. Era una frase de mi suegra, me gustó, y la tengo muy presente.  

MUJERES EN CAMPAÑA

“ELLAS” es una serie de podcasts realizados por Infocampo con mujeres de campo que inspiran por su historia emprendedora, y que cuenta con el acompañamiento de “Mujeres en Campaña”, una iniciativa de New Holland Agriculture que ya tiene un camino recorrido y embajadoras de distintos lugares del país.

La Iniciativa Mujeres en Campaña (MEC) surgió cuando comenzamos a notar que existen muchas mujeres involucradas en el campo con grandes capacidades y que todas teníamos algo en común: la necesidad de compartir experiencias vinculadas al campo y al trabajo rural, nuestro principal objetivo es visibilizar el rol de la mujer rural en cualquiera de sus tareas sea como cliente o como una referente para el sector”, señaló Natalia Álvarez, referente de Marketing New Holland Argentina.

Desde “Mujeres en Campaña” desarrollaron el concepto de “embajadoras” que permite conocer un poco más de cada una en su rubro y, a su vez, difundir cómo trabajan y cómo se sienten.

El objetivo de este maridaje entre ELLAS y Mujeres en Campaña es llegar a mujeres de distintas edades y distintas zonas geográficas. “Nos enorgullece cuando un padre nos comenta que le recomendó a su hija inscribirse en nuestra plataforma para capacitarse y realizar algún curso de los que ofrecemos”, agregó Álvarez.

Desde la plataforma de MEC, se puede acceder a capacitaciones, foros, talleres, entrevistas y contenido de interés, además, cuenta con una Feria de Emprendedoras para dar a conocer los proyectos que lideran las seguidoras.

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